¿Qué hacían una policía con licencia médica, un falso detective de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), un civil uniformado y un supuesto testigo en un vehículo esperando concretar una “orden de allanamiento” que no existía?
La escena, que tuvo lugar el 17 de mayo de este año en Pampa y Juan Pablo II, en barrio Belgrano, llegó a su desenlace judicial el último viernes. Los cuatro imputados se declararon responsables de distintos delitos y el juez Rodrigo Santana homologó los acuerdos abreviados presentados por el fiscal José Luis Caterina y las defensas.
De esta manera, la respuesta a la pregunta quedará en el terreno de la especulación o en los corrillos del hampa. Las penas van desde los 40 días de prisión a los dos años.
La subinspectora Gabriela Ballón (46 años); el fletero Gustavo Mourglia (35); el chapero Lucas Dilascio (34) y su sobrino, el obrero de la construcción Alejandro Dilascio (27), fueron los protagonistas del procedimiento falso, acaso un acto preparatorio de otro delito que no llegó a concretarse.
Esa noche de mayo, los cuatro estaban dentro de un Toyota Corolla de vidrios polarizados. El auto estuvo estacionado desde las 22 y, una hora después, los ocupantes fueron interpelados por policías del Comando Radioeléctrico (CRE) que les exigieron las identificaciones. La presencia del auto había despertado la sospecha de varios vecinos que llamaron al 911. Las grabaciones fueron parte de la evidencia presentada por el fiscal Caterina.
"Hola, sí, yo llamé porque hay un auto en calle Juan Pablo II al 1500, por Pampa, un auto negro. Por favor, si puede venir el móvil. Por favor, porque dicen que son policías y es algo raro. Tiene que llegar mi marido con la nena y me parece raro el auto. Si lo pueden mandar ya porque es raro”, fue uno de los varios llamados que ingresó al 911.
"Los policías no andan en un auto todo polarizado", reiteró entre lágrimas una llamante a la operadora del 911. La operadora se mostró incrédula en un principio, señala la investigación.
Incluso, en un momento la mujer que esperaba para ingresar a su casa volvió a llamar y quiso anular el pedido de móvil, que aparentemente tardaba en llegar a corroborar la situación. “Yo había llamado para avisarle por un auto. [Los ocupantes del Toyota] se dieron cuenta de que no entrabamos por miedo, bajó una chica y sí, están vestidos todos de policías y dijo que estaban haciendo una misión, sí una misión, que nos quedemos tranquilos, que son policías”, señala la grabación.
Cuando llegaron los policías del CRE, Ballón y los demás dijeron ser parte de un operativo policial y estar aguardando una orden fiscal para iniciar un allanamiento. La subinspectora dijo ser personal de la subcomisaría 20ª –aunque estaba de licencia desde fines de marzo–; Mourglia dijo ser “de la PDI” y estaba de civil. Lucas Dilascio tenía una garibaldina policial con charreteras de subinspector. Y Alejandro adujo ser un testigo “levantado” de la zona de Ludueña.
Todo el relato se cayó cuando les pidieron credenciales y armas reglamentarias. “Era muy llamativo y extraño todo. No nos encuadraba nada de nada. Que tres policías no tengan arma. Ni credencial y tampoco se sepan su número identificatorio era raro”, declaró una suboficial del CRE. Otra vez, la definición de la escena como “rara”.
Los cuatro marcharon esposados y el fiscal delegó las actuaciones a la División Judiciales y luego a la Agencia de Control Policial. En el Toyota secuestraron “prendas varias, dos guantes de látex, una gorra de policia y una réplica de arma de fuego tipo pistola”.
Ballón fue condenada a 6 meses de prisión efectiva e inhabilitación por cuatro años por abuso de autoridad y uso de insignias y distintivos de un cargo que no ejerce en carácter de autor. Y amenazas simple y abuso de autoridad por un episodio previo relacionado con uno de sus hijos.
En diciembre de 2021, la mujer quiso entorpecer el arresto de su hijo L. R., frente a su casa en Callao al 6000. La subinspectora se presentó de mala manera e increpó a sus colegas. Además, invocó contactos con el entonces subjefe de Policía, Marcelo “Malevo” Mendoza, hoy en disponibilidad sin goce de sueldo y considerado por investigadores como un hombre cercano al ex esposo de la mujer, el ex policía Juan José Raffo, prófugo de la Justicia en una causa resonante.
"¿Qué carajo hacen? Tengo que dejar el servicio en la sub 20ª para ocuparme de estas cosas, ya sáquenle las esposas y suelten a mi hijo que no es delincuente. Ustedes no saben con quién se meten. A mi hijo no se lo llevan, ya lo llamo al subjefe de Policía Mendoza y aténganse a las consecuencias". Fue la reacción de Ballón frente al arresto de su hijo.
Mourglia se declaró responsable de abuso de autoridad en calidad de partícipe secundario y uso de insignias y distintivos de un cargo que no ejerce en carácter de autor; y de amenazas coactivas y desobediencia. Esto último por una causa de violencia de género contra su ex pareja. Acordó una pena de dos años de prisión efectiva. Según la causa, el 23 de abril de 2023, junto a su hermana y su padre, golpearon y amenazaron a la mujer en el Centro de Salud Emaús.
Lucas Dilascio, en tanto, fue condenado a cinco meses de prisión efectiva por abuso de autoridad en calidad de partícipe secundario y uso de insignias y distintivos de un cargo que no ejerce y daño calificado en carácter de autor. Ocurre que, mientras estaba detenido en el penal transitorio de la División Judiciales, rompió una pared de durlock con intención de esconder las insignias policiales que llevaba y un celular que había sido pasado por alto en la requisa.
Su sobrino, el “testigo” del procedimiento, fue condenado a 40 días de prisión efectiva por abuso de autoridad en calidad de partícipe secundario. Actualmente, es el único que recuperó la libertad.