Tres personas que fueron detenidas a comienzos de junio pasado con 18 kilos de cocaína en un control de Gendarmería en la ruta 34, a la altura de Luis Palacios, ya fueron condenadas por la Justicia federal. Bajo el nuevo sistema acusatorio federal, aceptaron un juicio abreviado, que fue homologado por la jueza de Garantías Silvina Andalaf Casiello, por el que recibieron penas que van desde los 4 años hasta los 6 años de prisión.
A través de la resolución judicial, a Silvio Veisaga Velarde (37) le dieron 6 años de cárcel, a su hermano César Veisaga Velarde (45) 4 años y 4 meses y al hijo de este último, Andy Yaco Veisaga Velarde (21), 4 años. Además, los tres deberán afrontar una multa de 4.050.000 pesos cada uno.
De acuerdo a la investigación de la sede fiscal descentralizada de San Lorenzo del distrito Rosario junto con la Procunar, los tres sospechosos de nacionalidad boliviana transportaban la droga en el tanque de nafta de un Peugeot 408.
En el auto, al momento del operativo, estaban César Veisaga Velarde y su hijo Andy Yaco Veisaga Velarde. Ambos explicaron ante los gendarmes que venían de hacer una carga de combustible en la zona de Totoras, pero llamó la atención de los agentes que el vehículo tenía menos de un cuarto de tanque, según el tablero del 408.
Al mismo tiempo notaron que César Veisaga, que iba como acompañante, recibía llamados en su celular y reprodujo por error un audio que decía: “Ahí les cuento, me están revisando”. Cuando le consultaron con quién hablaba, respondió que era un familiar que circulaba por delante en otro auto.
Identificado ese segundo vehículo, Gendarmería detuvo a una camioneta Renault Alaskan a dos kilómetros de General Lagos, en la Ruta Nacional N°9. El rodado era conducido por Silvio Veisaga Velarde, que dijo que se habían detenido por un desperfecto mecánico, y que se dirigían a Buenos Aires.
Ante esta situación, los gendarmes realizaron consultas con la sede Fiscal Descentralizada de San Lorenzo, desde donde se dieron instrucciones y se solicitó al juez Eduardo Rodrigues Da Cruz autorización para requisar ambos vehículos.
Al revisar la tapa del tanque de nafta del Peugeot, se hallaron restos compatibles con estupefacientes, lo cual motivó el registro de todo el vehículo. El resultado fue el hallazgo dentro del tanque de combustible de 17 paquetes rectangulares que contenían una sustancia compacta blanca similar al clorhidrato de cocaína.
Según informó el sitio web Fiscales, las pericias químicas realizadas a los paquetes determinaron que el pesaje total era de 18,4 kilos de cocaína, con una concentración promedio del 69,95%, aunque algunas muestras tenían hasta el 89,63% de pureza.
Los envoltorios estaban recubiertos con plásticos finos color marrón, doble envoltorio delgado tipo film transparente, otra cobertura plástica envasada al vacío, papel carbónico, envoltorio plástico negro, y una última capa de papel metalizado. Cada paquete exhibía en una de sus caras una figura bajorrelieve con forma de delfín, sello de un cartel narco hallado frecuentemente en los secuestros de cocaína.
La ruta de esa cocaína
El caso quedó bajo investigación de los fiscales federales Claudio Kishimoto, de la Sede Fiscal Descentralizada de San Lorenzo, y Matías Scilabra, a cargo de la Regional NEA de la Procunar, y cuenta con la participación del fiscal federal coadyuvante, Francisco Bernhardt.
Además del hallazgo de la droga y los peritajes sobre el material estupefaciente, los tickets de las sucesivas cargas de combustible permitieron establecer la ruta completa del auto, desde su partida el 5 de junio de la estación “El Astillero”, en Pichanal, departamento Orán (provincia de Salta), hasta su detención en Luis Palacios.
Finalizada la investigación preliminar preparatoria, los fiscales imputaron a Andy Yaco Veisaga Gómez, César Veisaga Velarde, Silvio Veizaga Velarde por “haber transportado 18,4 kilos de cocaína en 17 paquetes tipo ladrillos ocultos en el tanque de combustible del automóvil Peugeot, que tenía destino final la provincia de Buenos Aires”.
Puntualizaron que la maniobra fue ejecutada “de manera organizada” con la utilización de dos vehículos, el “puntero” que circulaba adelante con la función de advertir controles y asegurar el transporte de la droga que se realizaba en el segundo rodado.