El fenómeno de las balaceras en Rosario se sustenta en el negocio ilegal de la venta de armas de fuego, también alimentado en la valoración social existente en relación a su portación. También cobra fuerza al calor de la complicidad policial. Ambas cuestiones fueron analizadas por los investigadores a la hora de ser consultados por Rosario3.
Desde la Secretaría de Políticas Criminales y de Derechos Humanos de la Fiscalía General del Ministerio Público de la Acusación (MPA) hicieron foco en la intensa proliferación de armas de fuego a pesar de reconocer las políticas impulsadas por el gobierno provincial al respecto. “Podemos intuir una utilización de armas y balas que son de fabricación industrial, que no se fabrican artesanalmente”, dijeron y agregaron: “Hay una industria del armamento que está muy floreciente en este territorio que está seguramente generando muchos ingresos”.
El diputado provincial Carlos del Frade también ató las balaceras al abuso de armas. “Hace 27 años hasta acá se ha profundizado la geografía del Gran Rosario como plataforma de exportación de armas. En 2019 el juez penal económico Pablo Yadarola de Buenos Aires determinó que el mayor contrabando de la Argentina se hace por una banda cuyo líder es un rosarino”, alertó.
Para el también periodista e investigador, en los barrios de Rosario se detecta la “democratización de armas y drogas a partir de 2007, año en el que Argentina ingresa en el planisferio internacional del mercado de drogas porque en México se decide prohibir la importación de efedrina”. “Eso genera –explicó– que las bandas violentas primeramente vendían su violencias a las barras bravas de Newell´s y Central. Fundamentalmente Los Monos empezaron a formar parte de estos grandes negocios: armas y drogas. Desde entonces hasta acá, es más fácil encontrar drogas y armas que trabajo en los barrios de Rosario. A partir de eso tenés un gran negocio. No son balas perdidas”, remarcó.
Según el legislador del Frente Social y Popular, “no es caro comprar un arma y se alquilan por mil pesos la utilización en una semana”. “En Villa Banana se habla de un arsenal en la propia villa, a 5 minutos del centro de la ciudad. Lo mismo pasa en Cristalería, en Tablada. Lo que hay que atacar es un fenomenal negocio donde hay responsabilidad de las aduanas nacionales que deberían controlar y miran para otro lado”, sostuvo y lanzó: “Y, en forma paralela, a los nichos fenomenales de la Policía provincial que habilita la distribución de las armas oficiales y no oficiales como las que estamos hablando. Entonces en medio de ese negocio se explica por qué hay tantas armas”, continuó.
Fuentes oficiales consultadas al respecto también hablaron de las “armas que inyecta la Policía” e incluyeron a la institución a la hora de analizar el fenómeno de las balaceras. “La institución policial es dinamizadora y facilitadora, a veces gestionan el delito o lo habilitan. Gestionan el territorio y garantizan que esté despejado. Hay contactos entre la criminalidad y la fuerza pública que es estructural”, indicaron.