¿Vacunatorios VIP en Santa Fe? La ministra de Salud Sonia Martorano habla con dolor y bronca. En sus registros de trabajo se mezclan las noticias de estos tiempos oscuros con episodios que incendian los escritorios de la política. Desde hace un año cuenta y gestiona con las estadísticas, la presión social y las órdenes sanitarias: cuenta vacunas, dosis, vacunatorios, respiradores, camas UTI, contagios, fallecidos, sobrevivientes. Su teléfono estalla y responde casi todo a una velocidad increíble. Todos presionan en la misma oficina: en busca de boleto salvavidas.
“No hay vacunatorios VIP en Santa Fe”, dice contundente un fuerte hombre del Gobierno ante los episodios de manoteo de vacunas para el personal sanitario. Mañana a las 10, el ministro de Gobierno Roberto Sukerman deberá explicar la gestión sanitaria en tiempos de pandemia en un encuentro convocado por la oposición que huele a presentar el debut formal de la próxima campaña electoral.
Los socialistas aun golpeados por la inaceptable y dolorosa pérdida de su líder Miguel Lifschitz, calificaron como una vergüenza nacional lo sucedido. Y pidieron una respuesta política a la sospecha de los vacunatorios “blue”. En el peronismo legislativo hubo episodios claros: repudiaron los hechos difundidos. “No protegemos ni ocultamos nada”, dijeron y curiosamente destacaron “la valiente denuncia” del polémico Jefe de Enfermeros, aunque nadie le preguntó porque aparecieron esos papeles tres meses después.
Al final en la jornada de ayer hubo cruces de todo tipo. En off todos tenían una prueba con un nombre conocido vacunado en el circuito informal. El dato fue la cabal expresión de la interna política de un partido atomizado que solo se juntó para ganar en 2019 porque después de eso “cada uno a su rincón”.
El dolor de Martorano cuando se le pide opinión sobre aquellas vacunas entregadas al protocolo político se muestra genuino: “Acá trabajamos mucho porque con tanto esfuerzo que hizo la gente en cuidarse, en no abrazarse, en no besarnos, en estar lejos del otro, era lo que correspondía. Pienso en mis padres, saludándonos con el puñito desde hace más de un año”, dice.
“Te pidieron vacunas tus contactos”, le consulté ayer en Radiopolis a la ministra. “Si y los mandé a donde te imaginas. Me perdí muchos cumpleaños este año”, respondió con ironía. Ella hizo y hace lo que se le pide a un funcionario público: funcionar.
¿Qué pasa con la idea de golpear puertas para obtener resultados inmediatos? Criticar la poca ejemplaridad política pero actuar de la misma manera, egoísta y mezquina, en caso de lograr ese pase al paraíso. La metáfora Titánic, agitar las joyas para subir al bote salvavidas, fue una constante.
Miguel Cappiello, ex Ministro de Salud del Socialismo y contacto informal aunque estrecho en la asesoría a Martorano, reconoció que le han pedido vacunas. “Siempre intenté dar una mano a quien me la ha pedido pero en este caso me he negado. No he dado ninguna respuesta a eso”, confió.
Esta semana se espera la aplicación de 210 mil dosis de vacunas a un promedio de 35 mil diarias. Representan un lote con la primera y segunda dosis de Sputnik, más la entrega de AstraZeneca made in México y EEUU.
Los grupos de Whatsapp de cincuentones empezaron a festejar la convocatoria a vacunarse. Esto disminuyó la inquietud del mercado blue de vacunas para aquellos que con esa edad presentaban comorbilidades. Médicos reconocieron que hubo un aumento en la solicitud de certificados de diabetes o hipertensión para adelantarse unos centímetros en la cola. Un nuevo ejemplo del desesperado intento de llegar a flote a una costa cada día más sucia.