Tanto la Región Litoral que nació esta semana e integran seis provincias (Santa Fe, Chaco, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Formosa), como el alto perfil que adquirió este año la Región Centro (Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos) son resultado del nuevo sistema de relacionamiento que el gobierno de Javier Milei les impuso a las provincias.

El esquema que en las últimas décadas guiaba las relaciones entre el Estado nacional y los subnacionales hoy no funciona. La razón es sencilla: a causa de la política de ajuste del gobierno nacional, que tuvo a las provincias entre sus primeras víctimas, desaparecieron las transferencias no automáticas, el financiamiento de obra pública, subsidios al transporte, partidas para salud pública, alimentación y sistemas previsionales. La dosificación de esas partidas, que antes ordenaban el vínculo político-institucional, fue sustituido por el megaajuste y el “no hay plata”, por lo que cambiaron las reglas juego del relacionamiento. Hoy Pullaro ya no pide por el arreglo de las rutas nacionales y las autopistas, sino que las entreguen para poder arreglarlas. Parece que la A012 y la 11 tendrán ese destino.

Billetera mata galán: si no hay plata, no hay compromiso de correspondencia política. Las consecuencias de esos cambios se ven en el Congreso. Quedaron a la vista cuando las oposiciones unieron filas detrás de dos jubilados y universidades. Sin acuerdos estables y predecibles, el gobierno tuvo que echar mano a los vetos y pagar costos políticos. 

Se olvidó por un momento de sus discursos adobados con moralismo facilista y descalificación, y salió a comprar, a la vista de todos y cual elefante en un bazar, a un puñado de diputados radicales para evitar que los vetos se cayeran. Lo propio hizo con los gobernadores de Tucumán y Catamarca. Meses antes, en otra ley, le canjeó el voto a la senadora neuquina Lucila Crexwell por la promesa de la embajada ante la Unesco.
Milei pagó caro el veto a las jubilaciones y universidades. Sin embargo, sacó algún provecho al final día. Le mostró al mundo financiero y de negocios que la última trinchera de gobernabilidad responde y que por ahora su meta de ajuste caiga quien caiga es infranqueable. Al mercado no le importa si es con buenas o malas artes, sino que esa minoría parlamentaria cuya única utilidad es sostener vetos presidenciales, estará cuando se la necesite.

Para llegar al triunfo pírrico, Milei también cedió a la pretensión de Mauricio Macri de sumar nombres suyos al gobierno. Desde el principio sumó hombres y mujeres del PRO y de Juntos por el Cambio, pero siempre a título personal para asegurarse que respondieran a él y no como parte de un acuerdo partidario o dirigencial. Así es que ocupan ministerios Patricia Bullrich, Luis Caputo, Federico Sturzeneger o el radical Luis Petri.

Macri le hizo saber a Milei que el apoyo de los diputados del PRO al veto de las universidades fue el último favor sin contraprestación a cambio. A cambio, la Casa Rosada despidió Rodríguez Chirillo de la Secretaría de Energía para que Macri pusiera a una funcionaria suya en un área sobre la que tiene el ojo puesto desde que era presidente. Se espera que en as próximas semanas ingresen más nombres. Como se dijo, Milei hasta ahora había rechazado ese acuerdo, Que haya cedido no quiere decir que las relaciones sean una seda. Son dos espacios que compiten por un mismo electorado. Uno quiere retenerlo, el otro preténdelo quedárselo. Milei le paga a Macri porque lo necesita en el Congreso, pero no piensa lo mismo con respecto a las elecciones.

La llegada de María Tettamanti, vinculada a la industria del gas, y la salida de Eduardo Rodríguez Chirillo deberían preocupar en Santa Fe. El funcionario saliente había respaldado el proyecto de ley de biocombustibles promovido por las provincias productoras y que es central para los intereses de Santa Fe. Ahora, vuelta a empezar una vez más: la calesita de funcionarios en el gobierno de Milei es interminable.


Otra forma de vincularse

 

Región Litoral, Región Centro, Liga de provincias productoras de biocombustibles. Todas son asociaciones políticas y productivas de las que participa Santa Fe y que recobran peso relativo en el rediseño de las relaciones entre Estado nacional y provincias que conlleva el gobierno de Milei.

Y eso ocurre por diversos motivos. El principal es porque el gobierno nacional se sentó sobre la caja, decretó que no hay más plata y les tiró el país real por la cabeza a las provincias. MIlei ni siquiera habla o se reúne con los gobernadores. Delega en ministros y otros funcionarios y la gestión en muchas áreas es un pantano, según protestan en las gobernaciones. Por lo tanto ahora esas provincias necesitan unir fuerzas para dar la discusión. 

La pregunta es: ¿bajo qué hilo conductor? Está claro que los partidos mayoritarios perdieron esa capacidad, atravesados por intereses de los más diversos, donde todos desconfían de todos y los liderazgos están discutidos o menguados, como parece ser el caso de Cristina Fernández en su intento por ocupar la presidencia del peronismo.

Tampoco las alianzas que cobijaban a esos partidos mayoritarios tienen posibilidad alguna de ordenar el tablero. Unión por la Patria ya no es tal, aunque sus integrantes voten la mayoría de las veces juntos por espanto a Milei. Juntos por el Cambio es pasado.

El ámbito del Consejo Federal de Inversiones, que en los primeros meses de este año fue escenario de reuniones multitudinarias de gobernadores atribulados por los golpes de Milei, se diluyó. Probablemente por la imposibilidad de sintetizar intereses tan diversos y contradictorios.

Las asociaciones geográficas/regionales podrían suplir esa dificultad por ser más acotadas, con menos provincias y más parecidas entre sí a la hora de definir intereses comunes. 

Ese no es un tema menor teniendo en cuenta que las provincias hidrocarburíferas y mineras ganan protagonismo y mayor peso relativo en el concierto nacional. Y por lo tanto una renovada capacidad de lobby y negociación con el poder central. 

La batalla inaugural será el presupuesto 2025, para lo que Milei pretende imponer un nuevo tablero de negociación, condicionado a obtener superávit financiero como única prioridad y bajo amenaza de vetar cualquier alteración de sus objetivos macroeconómicos y seguir gobernando con el presupuesto prorrogado de 2023. La negociación parlamentaria puede ser una experiencia salvaje.


El fondo no cambia

 

La interpretación del sistema federal que propone Milei es que cada provincia se haga cargo de su territorio y sus problemas como pueda, bajo el argumento de que esa orfandad las libera de someterse al imperio del “látigo y la billetera”. Los gobernadores de la Región Litoral no están de acuerdo. El miércoles dijeron que el sistema federal sigue siendo dañado por la apropiación de los recursos de las provincias: “Tenemos que establecer reglas de juego diferentes, pero que fundamentalmente tengan que ver con la defensa del sistema federal, que no se respeta. Todas estas provincias sentimos que aportamos muchísimo al sistema federal, pero los recursos se siguen concentrando en el mismo lugar”. El tema federal pareciera irresoluble, porque la propia provincia de Buenos Aires se autopercibe como la más perjudicada en las reglas de juego establecidas por la Constitución de 1994.

Como sea, las asociaciones provinciales pueden ser una herramienta útil en la era Milei, tanto para promover intereses propios, por ejemplo la ley de biocombustibles, como para resistir las decisiones del poder central cuando ignora los intereses locales.

Es lo que acaba de ocurrir con la reformulación que hizo el gobierno de Milei del contrato transitorio de dragado de la hidrovía Paraná-Paraguay. La medida dada a conocer este viernes implica que de ahora en más se dragará desde el Río de La Plata hasta Timbúes, y de ahí hacia el norte se dejará el calado natural a 10 pies, cuando hasta ahora se dragaba a 20.

Es un triunfo del lobby de las grandes agroexportadoras que operan con buques de aguas profundas, cuyos puertos están desde Timbúes hacia el sur, y que alegaban que el mantenimiento del dragado aguas arriba encarecía los peajes en el tramo Timbúes-Río de La Plata. 

La resolución abandona a los puertos de menor escala ubicados aguas al norte de Timbúes, desairando a los gobernadores del Litoral que quieren incrementar la comercialización con Paraguay y Brasil, pero también reactivar o incrementar la operatividad de sus puertos. 

Por caso, Santa Fe venía instando a desconcentrar nuevas inversiones portuarias por fuera del Gran Rosario (por ejemplo Santa Fe, Villa Ocampo o Reconquista), algo que ya era difícil, y que sin perspectiva de dragado lo será más todavía. Se sostiene que sin puertos intermedios y sin inversiones ferroviarias, el transporte por camión multiplicarán los graves problemas de infraestructua vial.

Lo llamativo es que esa decisión del gobierno nacional se conoce 48 horas después de que los gobernadores de Santa Fe, Entre Ríos, Chaco, Corrientes, Misiones y el vicegobernador de Formosa se juntaran en Santa Fe ciudad. Casualidad o no, una noticia poco auspiciosa para el debut de la cofradía litoraleña.

Desde Europa, donde acompaña a empresarios frigoríficos, el ministro de Producción de la provincia, Gustavo Puccini, dijo que era un muy mal antecedente para la futura concesión y que la decisión equivalía a decidir que “se explotará sólo la mitad de Vaca Muerta”.

¿Le molesta al gobierno nacional la foto de los seis gobernadores hablando de un “modelo diferente”, de hacer respetar el federalismo y recuperar recursos que perdieron desde la llegada de Milei? 

“No parece. Están en otro registro”, responden desde el gobierno de Santa Fe, que además de ser el anfitrión fue el promotor de la asociación. Marcan diferencia con lo que históricamente ocurría: el poder central patrullaba las relaciones entre provincias para evitar –vía premios y castigos– que se conformaran núcleos de poder subnacionales e imponía un vínculo uno a uno. 

Ese es el motivo por el que la Región Centro nunca terminó de levantar vuelo, al menos en lo que refiere a unir fuerzas entre Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos para disputar en mejores términos. 

La cuestión es que Milei les ofrece poco y nada a las provincias. Lo que éstas quieran recuperar o reponer, tendrán que disputárselo en el presupuesto 2025. El de 2026 ya lo discutirá otro Congreso, cuyas relaciones de fuerza son un enigma.

Lo que sí conserva Milei es capacidad de daño, como ocurrió con el dragado de la hidrovía, donde no le importó desairar a gobernadores que, salvo el de Formosa, lo ayudaron en mayor o menor medida en estos 10 meses. Gustavo Valdés, de Corrientes, uno de los héroes del presidente después de salvar el veto a los jubilados, tuvo que tragarse sus deseos: “Tenemos que trabajar juntos en temas como la hidrovía para darle competitividad a la región", había dicho el miércoles en Santa Fe