Por primera vez en mucho tiempo, en Rosario un gremio está haciendo lo que la clase media y trabajadora, no sindicalizada, viene pidiendo. Y no lo hace solo. Un paro a la japonesa. Es el tipo de actividad que los docentes universitarios de Coad están planteando desde hace al menos tres semanas con actividades al aire libre, a la vista del público. Un ágora en que lo que busca difundirse es el pensamiento y la producción de la inteligentzia local.

Porque las clases abiertas, las bolsas reciclables, la presión que futuros médicos y emergentólogos toman a los transeúntes buscan visibilidad. Porque en esta oportunidad va más allá del reclamo salarial, por otra parte, justo como cualquier otro sector de trabajadores fuertemente atacado por la inflación. En esta oportunidad puede hasta identificarse una relación entre éste momento y el momento del profesor de física Juan Farina, elogiado por el presidente Mauricio Macri durante el discurso en la Facultad de Derecho mientras el docente protestaba por la continuidad de las políticas y programas de estudio.

En plena era del Homo Videns (Giovanni Sartori), que explica que el diseño de las políticas públicas pasa necesariamente por y para el mundo que se ve (el de los medios), el problema de la Universidad Nacional de Rosario es que mucho, muchísimo de lo que se hace, no es visible por el resto de la sociedad.

El drama al que los docentes no quieren enfrentarse, más allá de lo inmediato de la discusión salarial, es que si el gobierno nacional no ve lo que en las universidades se produce, no identificará la necesidad de continuar y profundizar políticas de investigación, desarrollo de estudios. Es una época dura, marcada por una herencia que es un tembladeral político y económico. Recortará lo que no considere útil. Si no lo ve, no puede asegurar que lo sea.

No sólo de docentes. Tampoco sólo de doctorandos y masters, que arriesgan una vida profesional presente. También de estudiantes que hacen sus primeras armas en las carreras que eligieron para convertirse en seres plenos, colmados de vocación y dispuestos aportar a la sociedad. Los futuros profesionales. ¿No se pidió capacitación, esfuerzo, trabajo? ¿No fue ése uno de los “claims” de campaña electoral? Si Argentina fue un faro de ideas durante décadas, la educación pública, Universidad mediante, ha sido la llama. Quien ponga en duda esta idea no comprende cabalmente dónde vive ni cuál es su historia.

“No se trata sólo del reclamo salarial. Es la manera de defender la educación pública, comprometida con su tiempo, vinculada con organizaciones e instituciones que requieren el aporte, el conocimiento de los universitarios”, se debate en la plaza Pringles este miércoles. Con una jornada abierta, lo que resaltan es el valor de la Reforma Universitaria de 1918, la fuente misma de la Universidad moderna en Argentina.

La gran movida que cayó el mismo día de la visita de Mauricio Macri a la planta de General Motors (Alvear) expresó el temor es por el desfinanciamiento del sistema público universitario. La serie de actividades que abarcaron todos estos días las bolsas, tomar la presión, radios abiertas, sets de filmación, intervenciones artísticas y clases sin techo no fue otra cosa que expresar que las universidades públicas, ambiente no contaminado para pensar en la sociedad que se está construyendo, tienen que mantener su rol como consultoras del Estado. “Queremos reivindicar la noción de educación como valor público y social”, explicaron desde lo más alto de la Facultad de Ciencia Política.

En este caso, la transformación del Afsca (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación en Enacom (Ente Nacional de Comunicaciones) se tradujo en el temor de las autoridades de la Escuela de Comunicación ante la desarticulacion de programas, convocatorias y financiamientos que vinculaban a docentes, egresados y estudiantes. Hoy, muchos de esos programas de desarrollo de vinculación en lo académico (no de televisión ni de radio), no existen. No quiere decir que habrá recortes, pero sí que no hay datos sobre su continuidad. 

El mundo universitario está representado por distintas variantes ideológicas y políticas. Sin embargo, todas ellas se “movilizaron” en distintas ciudades del país. Pese a que mayormente se habla de las clases perdidas o de los exámenes postergados pese al esfuerzo económico e intelectual de los estudiantes, la opción no fue quedarse en casa.

A pesar de los eternos acomodos (que en todos lados existen) y de las "chapas" que hacen injusta la proporción de esfuerzo y logro, las clases públicas y expresiones se multiplicaron. Es un paro a la japonesa que inspira. Una oportunidad de ser, como sociedad, mejores.