Noche larga para la política. Salones vacíos y dirigentes huidizos antes de tiempo, otros peleando con los oportunistas que a codazos esperarán algo en el reparto. Se exagera la mueca, la sonrisa o el abrazo. Los ganadores asumiendo la victoria sin que la espuma se suba a la azotea de los egos y los derrotados enojados con todo lo que alrededor huela a responsable porque siempre el otro tendrá la culpa. Así se vivió parte de la noche electoral santafesina. Con un estruendoso apoyo para Maximiliano Pullaro, un joven pero experimentado dirigente, que sin duda asumirá el rol de conducir la intervención estatal más importante de la historia contra la guerra narco en Santa Fe.
Sin escusas para un nuevo fracaso, el actual diputado provincial deberá empezar a trabajar, a 90 días del traspaso de mando, la conducción de la seguridad pública en transición. Lo hará en estos días con el Ministro Omar Brilloni, con quien lleva un vínculo laboral de mucho tiempo. No es nuevo el dato: Pullaro respeta más a Brilloni que muchos de los que llevaron a Brilloni a ese cargo.
A Pullaro algunos de sus compañeros en la legislatura lo han apodado "el Sheriff". Un hombre político que aun después de la conducción del Ministerio de Seguridad de Miguel Lifschitz parte del cuerpo policial “le siguieron diciendo jefe”. Logró imponerse como un valiente legislador representando al sur de la provincia de Santa Fe cuando fue amenazado por Carlos Ascaini, un hombre acusado de integrar una red narco.
Le gusta el box y entiende la lógica que el deporte le da a quienes lo entrenan. Bancarse los golpes y esperar paciente poder aplicar los propios. En silencio y sin bajar los brazos. A veces en el ring no hay que hacer nada. Solo evitar ser derribado porque, claro, el rival ya se va a equivocar. Y eso hizo quien hoy es protagonista de la mayor victoria electoral de la historia de Santa Fe.
El Sheriff Pullaro ganó la elección con ese argumento: un peleador que ofrece una solución para la guerra narco en Santa Fe. Conoce en detalle el entramado criminal y cuenta con un plan para intervenir el conflicto.
Si la droga no se legaliza (algo imposible en la Argentina de hoy) ¿quién se quedará con la rentabilidad de la clandestinidad del negocio? ¿Cómo asumirá el rol de combatir el narcomenudeo violento? La problemática será un desafío porque esta vez tampoco habrá excusas. A Pullaro lo votaron para que de una orden: al crimen hay que combatirlo.
Se muestra frio y fuerte. Parco, de pocas sonrisas y no apto para la actuación y el coaching político: una mezcla de su líder Miguel y Hermes Binner. Su participación en el debate necesitó de lectura en varios tramos y un dato potente: nunca su rostro sonrió.
Una imagen de ayer mostró al gobernador electo dándole un beso a su voto y mirando al cielo antes de ingresarlo a la urna. Como una plegaria. La misma que se vio en el momento de subir victorioso al escenario de Puerto Norte para describir su victoria. El rezo del sheriff. Mucho más que una postal de celebración política: un punto clave de un tiempo político con mucho desencanto y deudas pendientes.