Todo comenzó en julio de 2017, con una frase desafortunada del presidente Eduardo Bermúdez, que en esos tiempos sí conducía y se lo veía al frente del club Newell's Old Boys. “¿De dónde viene Diego Osella, del Real Madird o del Barcelona? Que no diga nada porque viene de clubes con más quilombos que el nuestro”, manifestó el titular de la institución rojinegra y fue el principio de lo que ocurría después.
Osella pensó que era mucho, demasiado, que el responsable del club hiciera declaraciones sin pensar. Estaba fuera de contexto por donde se lo mire decirle esa frase a un DT que estaba haciendo una campaña fantástica desde hacía un año y medio. Donde el equipo, más allá de atravesar dificultades económicas –jugadores que practicaban bajo protesta, utilizando su propia indumentaria personal–, no hacía notar en cada partido los inconvenientes ya que dejaba todo dentro del terreno de juego y peleó el título hasta el final. Y llegaba muy cerquita del líder Boca Juniors y casi clasificando a la Libertadores.
Pero Bermúdez había traspasado los límites denigrando al hombre de Acebal que le estaba respondiendo de la mejor manera. Y fue el final, y el principio de lo que se vendría . Dio un paso al costado tras una derrota frente a Unión y se fue sin dar muchas explicaciones; en realidad, no hacía falta. Tiempo más tarde, una voz cercana al entorno del director mencionó que el propio Bermúdez le había “sugerido” al cuerpo técnico no clasificar a la Libertadores porque no estaban preparados para afrontar las dos competencias y que si ocurría la gente le iba a exigir mucho mas.
Allí comenzaba la debacle del club con caminos erráticos de quien era la imagen más importante del Parque en ese momento. Llegó luego Juan Pablo Vojvoda –el hombre interino de Lucas Bernardi y de Osella–; había comenzado con triunfo frente a Racing y el trabajo lo realizaba de manera correcta, conociendo las inferiores, a la primera y siendo respetado en la institución. Los resultados se estaban dando pero Newell's no clasificó a la Copa Libertadores y no fue sorpresa para los colaboradores del anterior técnico.
Al poco tiempo de su interinato hubo problemas con Bermúdez, inclusive no fue respaldado por los jugadores y el resto de los directivos no hizo nada para que se quedara, no lo consideraban como un técnico de primera que podía llevar a cabo este trabajo, pensaban que no iba a tener éxito en su casa. Grosero error; hoy Vojvoda –en Talleres de Córdoba– es uno de los técnicos jóvenes con más proyección en el fútbol argentino.
La inestabilidad dirigencial, la poca claridad de lo que pasaba puertas adentro –desde incorporar a colaboradores como contratar refuerzos– hicieron un cóctel explosivo que derivó en la continuidad de Héctor Bidoglio porque no pudieron contratar ningún conductor para el primer equipo. Y Bidoglio hizo todo lo que estaba a su alcance, trabajando muchísimo para salir de esta situación incómoda pero los resultados no acompañaron, como tampoco muchos de los profesionales que salían al campo de juego.
Es verdad que entre tantas cosas negativas, hubo algunas que fueron oxígeno para el pueblo leproso y que hay que destacar. El regreso de Maxi Rodriguez y del Gato Formica fue gestión pura y exclusiva de Cristian D'Amico y Juanjo Concina –toman todas las decisiones desde hace dos años a esta parte– como así también la del maestro Jorge Griffa. Evidentemente todos creyeron que podía haber un cambio en el club y por eso regresaron para apoyar esta gestión. Por ahora los cambios no se notan, al menos desde lo futbolístico, y eso también es responsabilidad del vice y el secretario general.
Eduardo Bermúdez –la gente lo votó a él– sigue ausente, sin conocerse qué actividad cumple, aunque continúa siendo el presidente del club. Pero no aparece. Hoy Newell's está complicado por donde se lo mire, con un presente que no es muy alentador y un futuro que no es prometedor.
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