Hay una maravillosa película dirigida por Adam Mc Kay sobre la vida y los roles de Dick Cheney, vicepresidente de los Estados Unidos, que les está quitando el sueño a varios en Argentina. Estrenada en nuestro país en enero, “Vice” explica la vida de Richard Dick Cheney como uno de los políticos más controvertidos en las últimas décadas en los Estados Unidos, que tras comenzar como pasante se transforma en un burócrata experto y trabajó en varios gobiernos, culminando en el cargo del vicepresidente durante el primer gobierno de George W. Bush. Mckay caracteriza al voraz político y empresario ligado al establishment petrolero como un funcionario capaz de ejercer un poder mucho mayor al de su cargo formal y lo describe como un hábil operador político, además muy resilente y siempre capaz de debilitar a los adversarios. La intención del director es además criticar el sistema político de Estados Unidos en general.
No son pocos los que trazan un aralelismo entre esa ficción política con momentos de comedia negra con la realidad política argentina, en la que el reacomodamiento de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, candidata a vicepresidenta que lleva a Alberto Fernández como candidato a la primera magistratura. Demasiado temerario para algunos, plausible para otros.
La de Cristina Fernández de Kirchner es una movida que nadie pudo anticipar en forma concreta, por más que se llene de periodistas y encuestadores que retroactivamente plantean la idea de que “algo dijeron”. Por eso lo que debiera ser analizado son las reacciones.
En un escenario impensado hace apenas una semana, las valoraciones son de algarabía en diferentes expresiones del kirchnerismo y de cierta alarma entre los analistas políticos. Sobre todo porque podían imaginar a Cristina encabezando, no acompañando. Alberto Fernández mismo decía que Cristina tenía que ser la candidata. Y ahí está una de las claves: en la palabra acompañar. Hablamos de peronismo, claro.
Para el Movimiento Evita, referenciado en Fernando Chino Navarro, Cristina “amplía hacia sectores críticos de su última gestión y hacia sectores que veníamos planteando la necesidad de agrandar la base de sustentación. De hecho, veníamos proponiendo que sea Felipe Solá el candidato”.
“Siendo que Alberto expresa más o menos lo mismo, Felipe se bajó y como Movimiento ya hicimos público el apoyo a la fórmula Fernández Fernández”, analizaron, al tiempo que anticiparon que “el objetivo es tratar de arrimar a Sergio Massa, ya sea a las Paso o como candidato a Gobernador de Buenos Aires. Si Massa se abre de Argentina Federal, eso se ordena adentro del PJ. Ya hay gobernadores acercándose. Rosana Bertone, Domingo Peppo, Juan Manzur, Gustavo Bordet están en eso. Ziliotto, flamante gobernador en La Pampa, ya fue explícito también”.
La cuenta hoy estaría en alrededor de 11 mandatarios, algunos de los cuales se anotaban en Argentina Federal.
“¿La idea es chau Lavagna?” es la pregunta. Esa parece la finalidad aunque nada esté dicho, admiten.
Oficialmente, el concejal rosarino y referente del Movimiento Evita Eduardo Toniolli consideró el anuncio como “una oportunidad muy especial, porque expresa hoy un intento de síntesis y ampliación del espacio propio. A manera de chicana algunos medios de comunicación o referentes del oficialismo están destacando el alejamiento de Alberto (Fernández) en la segunda gestión de Cristina. Pero la clave de la importancia de esta alianza está en que es alguien que no compartió el mismo derrotero que la ex presidenta y que por lo tanto aporta otra perspectiva, otro marco de alianza”.
“Es la posibilidad de un gran acuerdo de todos los sectores de la vida política y social, no sólo cuatro o cinco dirigentes, sino también organizaciones sociales, de los trabajadores, movimientos sociales, de todos los sectores que tengan en la cabeza otro modelo de desarrollo que vaya en contra de la especulación financiera”, remarcó en declaraciones a los medios.
El candidato a intendente Roberto Sukerman mencionó un parte de prensa en el que argumenta que “el peronismo en la Argentina ha optado por el camino de la unidad para que el 10 de diciembre sea el último día que Macri gobierne. Esta fórmula expresa claramente aquella premisa de Perón de ‘Primero la Patria, después el movimiento y luego los hombres’”, aseguró. Su mentor político, el diputado Agustín Rossi, ponderó el paso de Cristina y bajó su candidatura presidencial, lanzada meses atrás y a la espera de una estrategia nacional.
El ex embajador argentino en el Vaticano, Eduardo Valdez, consideró la movida como una una “alta jugada de ajedrez”. “Un enroque digno de Bobby Fischer”, ejemplificó en declaraciones a A Diario, con Alberto Lotuf. “Los peronistas que no estaban compartiendo el espacio han decidido acompañar. No seamos soberbios, tengamos humildad”, pidió tras valorar a Fernández (Alberto) como una de las “pocas personas que conozco con características tan conciliadoras".
Un encumbrado dirigente de La Cámpora, espacio protagónico que conduce Máximo Kirchner, analizó el momento como propicio para “dar certezas para ordenar. Ordenarnos como comunidad. Es momento de acompañar y ordenar todo lo que se desorganizó”, comentó.
Pero lo divertido lo dijo unos minutos después. Eligió una anécdota de Napoleón Bonaparte como analogía. Como emperador, Bonaparte fue invitado a una comida en el palacio de una familia muy rica, pero que no contaba con ningún título de nobleza.
Ya en casa de este “nouveau riche” y terminados los aperitivos, se invitó a la comitiva oficial a pasar a un gran comedor, en medio del cuál se destacaba una mesa exageradamente larga.
Los invitados, por supuesto, esperaron a que el emperador se sentara primero. Sin embargo, ante el desconcierto de todos, Bonaparte no eligió ninguna de las cabeceras: se sentó en uno de los costados y ni siquiera en su centro. Entonces, el dueño de casa –o del palacio más precisamente– se acercó por detrás y, con mucha delicadeza, se inclinó hacia el emperador y le dijo: "Perdón, su Majestad, pero hemos reservado la cabecera especialmente para usted".
Napoleón respondió: "La cabecera está donde yo me siente”.
Expectativa versus realidad
La anécdota puede ser expresión de deseo del dirigente camporista que eligió compartirla. O puede transformarse en la realidad de lo que vendrá. Las interpretaciones son todas preliminares. Y justamente son interpretaciones las de todo el espectro político, que comenzó a expresarse aceleradamente. En 48 horas, Roberto Lavagna es candidato presidencial y no pide Paso, quiere que se defina Sergio Massa (Valdez ya casi lo cuenta dentro del kirchnerismo de los Fernández) y hasta Mauricio Macri (no Marcos Peña) no descarta ir a una Paso con Martín Lousteau, el brillante joven que debutó en política nacional como ministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner hace 11 años atrás con el proyecto de retenciones móviles.
Los nombres giran. La historia evoluciona impensadamente en el trajín diario. Tal vez allí podamos encontrar parte de la comprensión de una realidad política tan inextricable.
Dentro de un grupo pocos de analistas acertados, Jorge Giaccobe, que proponía tiempo atrás la tesis de que ni Cristina ni Macri debían ser candidatos, ensaya una explicación insólita y divertida. Muy parecida a los momentos disparatados de Vice, la película del “vice” Dick Cheney. “La normalidad es un ancho de banda. En Suiza tiene 5 cm y en Argentina, 15 kilómetros”. Es la famosa realidad que supera la ficción.