Nada de nada. Ese fue el resultado de la reunión entre los gobernadores radicales y de PRO con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Los mandatarios que le dieron gobernabilidad en el Congreso, se prestaron para el decorado del Pacto de Mayo y hacen el aguante al ajuste, no se llevaron nada. “Valoramos mucho el respaldo, pero el desafío es sostener el equilibrio fiscal y no nos vamos a apartar de ese camino hasta consolidarlo”, fue el mensaje de Francos y el asesor Santiago Caputo.
“Yo les avisé que esto iba a pasar”, debe murmurar el bonaerense Axel Kicillof mientras se lame las heridas porque el gobierno libertario, que lo tiene como su comunista preferido, le saboteó la megainversión de YPF y Petronas para construir la planta de licuefacción de gas exportable que finalmente se hará en Río Negro.
Probablemente Kicillof subestimó la capacidad de daño de Javier MIlei y ahora sufre las consecuencias. Pero tampoco los gobernadores de Juntos por el Cambio, que se vinculan con la Casa Rosada desde otro lugar, encuentran respuestas y, peor aún, ven un gobierno dispuesto a quemar en el altar del déficit cero los compromisos que firmó.
En definitiva, los gobernadores fueron a decirle a la Casa Rosada que, ahora que ya tiene ley Bases, pacto fiscal y Pacto de Mayo, es hora de que cumpla su parte del acuerdo, que consiste en encaminar algunos asuntos de las provincias que ayudaron, más allá de los cambios que forzaron.
Sin embargo las obras nacionales siguen paralizadas, los fondos previsionales no aparecen y tampoco se neutralizan las deudas cruzadas Nación-provincias. Este último fue el tramo más largo y duro de la reunión con Francos y Santiago Caputo. No es el caso de Santa Fe porque no le debe, pero a otras provincias la Nación les descuenta de la coparticipación sus acreencias y no les paga su deuda, profundizando la asfixia económica y financiera.
Pullaro se llevó a los ministros de Economía, Pablo Olivares; de Obras Públicas, Lisandro Enrico, y de Desarrollo Productivo, Gustavo Puccini, para las audiencias con el administrador de Vialidad Nacional, Miguel Campoy; el secretario de Transportes, Franco Mogetta, y el ministro de Economía, Luis Caputo.
El reciente recambio en la cúpula de Vialidad le juega en contra a Santa Fe, que desde diciembre rema la cesión de jurisdicción de rutas nacionales en el área portuaria para hacer una única administración a cargo de la provincia y terminar con el calamitoso estado de esos accesos viales. Con la llegada de nuevas autoridades, es como que de nuevo está en revisión la viabilidad jurídica del proyecto.
Además, las provincias plantean lo mismo: las obras nacionales no se terminan de reactivar y no hay ni el mínimo mantenimiento de rutas. Provincias como Santa Fe tapan baches para reducir la posibilidad de siniestros.
La sensación de los santafesinos de estar remando en dulce de leche se alivió por la tarde, en la reunión con el ministro de Economía. Caputo apoyó el traspaso de los accesos portuarios y prometió gestionar con el presidente el decreto necesario para despejar las dudas jurídicas que nublaron a las autoridades recién llegadas a Vialidad. Se analizó la posibilidad de que la provincia tome créditos disponibles del BID y el CAF para construir la red de gasoductos, porque el gobierno está reticente a firmar garantías soberanas por préstamos internacionales porque le complica las metas fiscales. Por último, no dio perspectivas positivas sobre el pago de la deuda previsional.
Para Pullaro esto último no fue novedad. Ese mismo jueves pasó por el estudio de abogados que contrató la provincia y firmó la ampliación de la demanda al Estado nacional por el decreto 280 de Milei que eliminó los giros mensuales de fondos previsionales.
La bilateral con Caputo fue “10 de 10”, graficó Pullaro, que nunca pierde la paciencia y sigue aferrado al “persevera y triunfarás”, o por lo menos algo en algún momento se conseguirá.
El entusiasmo del gobernador fue correspondido por el ministro un rato después en la red social X: “Excelente reunión de trabajo con el gobernador @maxipullaro y equipo. Otra provincia con superávit financiero y numerosos proyectos de inversión. Cambio de época”. Mucha felicitación pero esos elogiados proyectos se empantanan por la falta de gestión y cuadros técnicos y políticos del gobierno libertario, sumado al insólito número de funcionarios que se fueron en estos ocho meses de gestión.
Milei no les da pero se les mete
Los gobernadores radicales y del PRO ven que Milei los pedalea y gana tiempo en el día a día de la gestión, y mientras tanto Karina Milei y Lule Menem avanzan en darle carnadura territorial al proyecto político libertario. Calculan que para fin de año tendrán habilitado el sello La Libertad Avanza en la mayoría de las provincias.
Mientras en 2023 LLA prácticamente no jugó en las categorías provinciales, para 2025 estará metida en territorio de los gobernadores radicales y del PRO. A algunos les competirá con lista propia y en otros los pondrá a decidir: o meten a LLA dentro de sus coaliciones provinciales y son aliados, o se arriesgan a que les coma una porción del electorado que hasta ahora es patrimonio de ellos.
Esos escenarios están en la mesa de análisis del oficialismo de Santa Fe, que si bien tiene decidido separar las elecciones de cargos provinciales de nacionales en 2025 para reducir al mínimo la intervención de factores extraterritoriales, tiene presente que son tiempos líquidos, en los que la irrupción de lo desconocido puede estar a la vuelta de la esquina. No necesariamente tiene que ser La Libertad Avanza. Desde Reutemann a Amalia Granata, pasando por Miguel Del Sel, la provincia históricamente fue permeable a outsiders.
En ese contexto, Unidos avanza hacia una reforma constitucional que, así como es necesaria y una deuda histórica, también puede ser carne de cañón para los discursos outsiders y antipolítica. Los antídotos no son ciento por ciento efectivos, pero existen condiciones objetivas para que el oficialismo dé un paso más.
En primer lugar el consenso de las principales fuerzas políticas (pero también por fuera de la política) en cuanto a que una reforma es necesaria; segundo, la coalición que la convoca tuvo un enorme respaldo popular y su gestión y el gobernador conservan altos niveles de apoyo; por último, Pullaro, que es el que tiene la última palabra, no se involucra públicamente en el tema y delega todo en los partidos y la Legislatura. El silencio actual será la salida de emergencia de Unidos en caso de una contingencia desfavorable.
Un problema para Unidos y sus proyectos es el debilitamiento del PRO, porque en la medida que se desdibuja su identidad el flanco electoral que cubre dentro de la coalición corre riesgo de ser carancheado. Y no sólo por la LLA.
Mauricio Macri, que horas antes se había quejado del trato del entorno de MIlei y de que no recurra a los equipos del PRO, hizo un reclamo similar pero para Santa Fe: "Tenemos muy poco lugar activo en la gestión. Esperaba que Maxi (por Pullaro), con quien me llevo bien, nos hubiese dado más lugar".
La pregunta es si lo que hizo que el partido amarillo perdiera espacio con radicales y socialistas es un problema de más presencia en el gabinete, como reclamó el ex presidente, o el proceso de internismo que se devoró a un PRO de Santa Fe que dependió mucho de las referencias nacionales y que en consecuencia replicó –con variaciones locales– esquemas de división que se le volvieron en contra.
Es conocido que el liderazgo de Federico Angelini se fue desgranando en los últimos años, perdiendo adherentes y elecciones. Macri, que era su puntal, no supo o no quiso corregir ese proceso que terminó con pérdida de protagonismo, una marcada división interna y retroceso en puestos legislativos y de poder.
Ahora es el tiempo de Gisela Scaglia. Como vicegobernadora y presidenta del partido inaugura una nueva era que debería ser más equilibrada a la hora de poner en la balanza las prioridades locales y las necesidades de Buenos Aires. Si acierta será la principal electora del PRO santafesino. Y está llamada a serlo de la mano de Pullaro, que la empoderó y le interesa, al igual que a socialistas y el resto de la coalición, un PRO fortalecido y comprometido con Unidos, capaz de contener a la base dura de su electorado. Nadie se puede relajar: da la sensación de que la novela que protagonizan Milei-Bullrich por un lado y Mauricio Macri por el otro, entregará más capítulos en el futuro.