Los jóvenes le tenían preparado una sorpresa a la ortodoxia política argentina: el rompan todo. No tener miedo y confrontar con la mirada conservadora de las tradiciones de la política. El plan motosierra a pesar de la moderación que le impuso Macri ganó en todo el país: “Estamos en la lona, no tenemos nada, ¿a que le vamos a tener miedo?”. Carisma y dinamita, el tesoro del león. ¿Podrá Milei, si bien es simbólico, con una herramienta para desmontar bosques construir un país mejor?
La victoria aplastaste de Milei es una rara paradoja para homenajear los 40 años de democracia argentina. Un coctel de emociones que no se esperaba con la contundencia presentada. Al menos de la manera que se contó en la noche de ayer. Más de 10 puntos de diferencia es una bestialidad y más en un ballotage donde dos o tres puntos ya iban a ser bastante. Ni el más optimista se animaba a anunciarlo.
Está claro que la mayoría de los argentinos se dieron cuenta que podía ser más “loco” votar por Massa esperando a un cambio, que a un loco que supo recapacitar públicamente y pactar con Macri para dirigir el cambio democrático ¿Habrá ganado la cordura?
El tiempo dirigirá sus dardos al corazón de una población que no tendrá paciencia. Los cambios no serán graduales, dijo Milei. Su público espera ese cuchillo a la médula del kirchnerismo cultural, pero no le alcanzara con eso. El apetito necesita alimento.
Milei tiene dos cocardas: una de ellas se la autopuso ayer en el discurso a su público: “Soy el primer presidente liberal-libertario de la historia de la humanidad”. La segunda lo dicen los números del escrutinio: Milei es el presidente con más votos de la historia de la Argentina. Nunca antes un mandatario fue acompañado por el voto de más de 14 millones de argentinos -con la salvedad de que fue en un balotaje y no en una elección general-. Bestial el León.
Sin gobernadores, ni intendentes de su partido, solo tiene el voto de esa enorme multitud para sostener con el “cuero lo que se dijo con la lengua”. Se vienen tiempos difíciles y muchos de esos 14 millones de argentinos padecerán del cimbronazo que propone su plan. Cuanto espera un votante insolado por la sequía y el calor del desierto que crezca la arboleda que lo proteja de tanto calor.
Se presume una grieta más profunda. Un enfrentamiento sin paciencias. Milei hablará de herencia (como hablaron todos los presidentes de los 40 años de democracia) y sobre su gestión disruptiva germinará el regreso de Cristina Fernández como emblema de su contracara. Ni Massa, ni Kiciloff, ni otro: Cristina, la que arrastrará como Leda a los fieles en búsqueda del Milagro de resurrección.
A pesar del ostracismo de los últimos meses y su perfil bajo, la actual vicepresidente será la que guiará, aunque no lo quiera o le encante, el tamiz de la oposición en el debate político. En sus conferencias, en sus viajes, en su andar cadencioso. De aquella gurú que camina sin tocar el piso o el barro nunca jamás.
El kircherismo y fundamentalmente La Cámpora, etc., tiene un plan. El refugio será la política electoral que distribuyó cargos en todo el país sobre todo la provincia de Buenos Aires donde Massa le ganó apenas por un punto a Milei. Allí, por las elecciones distritales, abastecerán de lugares y responsabilidades militantes a los presuntamente “derrotados”. Toda una paradoja.
El loco les ganó. Despreciado y humillado se vengó de tanto bullying político. Nunca acorrales a los felinos. Pueden escapar del peligro, pero la mayoría prefiere enfrentar el riesgo con un zarpazo.