Lo que nos falta es claridad. Más que claridad, transparencia. Esa palabra que pocas veces nos importa, porque la tradición institucional en la Argentina nos llevó a tolerar el “roban pero hacen”, más que el “que se vayan todos”. Ninguna de las dos nos ha cambiado la vida. Ninguna de las dos nos ha dado claridad para pensar correctamente en la polémica por el recorte de pensiones a personas con discapacidad. Lo único positivo que salió de todo esto es que el reclamo fue unánime, se empezaron a dar casos de personas que “por sistema” fueron bajadas de la nómina de beneficiarios y en muchos casos con personas que tenían todo en regla y el decreto . Lo negativo que dejó es una sucesión, como siempre.
Como se nota que quienes instrumentan estas políticas no están a la altura, volvamos a la idea original. Y esto es obvio, pero hay que volver al concepto: transparencia.
La transparencia tiene que ser la raíz. Insisto: es obvio, pero nadie parece decirlo. En todos los siguientes puntos, faltó transparencia.
-Por un decreto del gobierno de Carlos Saúl Menem, precisamente el 432, aprobado en el año 1997, la administración de Mauricio Macri aplicó una modificación de los criterios para otorgar pensiones por discapacidad. A través de este decreto, que nunca se había aplicado, se limitó a los beneficiarios de ayuda económica según sus bienes y también los ingresos de su núcleo familiar. Ahí está la clave.
-El decreto tiene 20 años. En dos décadas nadie lo aplicó, pero seguía existiendo. ¿Por qué no lo derogaron los gobiernos de Fernando de La Rúa a los doce años de gobierno de los Kirchner? ¿Por qué recién ahora se proponen derogarlo?
-Si en dos décadas nadie lo aplicó pero eso seguía allí, alguien tuvo que buscarlo para ver de qué manera ese beneficio, con el argumento de las “truchadas” tan típicamente argentinas, comenzaría a recortarse. Hace 20 años las formas de obtener la información eran otras: hoy los sistemas y el entrecruzamiento de datos lo hacen más sencillo. Así se abarcaron 83 mil pensiones y se aplicaron las quitas. Sin notificación ni aviso ni pedido de reunir material para fundamentar, el subsidio a algunos se les empezó a cortar en enero o febrero, otros más tarde. Grosero, guardando solamente la prolijidad en una confianza ciega hacia el sistema. Lo que éste no comprende es que las pensiones se otorgan con un límite de alrededor de 19 mil pesos de ingreso familiar. Con 20 mil y este ritmo inflacionario, ¿uno ya es rico? Si uno es mal pensado, es un gesto de gobierno tecnócrata.
-Desde la oposición, el rasgar de vestiduras fue unánime. Los dirigentes políticos, más que nada conscientes de su rol como precandidatos, lo que hicieron fue lanzar acusaciones. Y hasta comenzar a reunir personas con esta extrema necesidad para presentar recursos de amparo ante la Justicia. Los fallos, seguramente a favor de los demandantes, serán individuales. ¿Es necesario? Si. Tiene un sentido político de oportunidad. También. Según Guillermo Badino, del Ministerio de Desarrollo Social que desde diciembre de 2015 conduce Carolina Stanley, había 180 mil beneficiarios en 2003 y escalan hasta 1,8 millones doce años después. Son datos oficiales. Ah, Badino es el funcionario que esta semana que "una persona con síndrome de down no es sujeto de derecho de esta pensión (ya que) puede trabajar si lo deseara". ¿En serio? Porque a esto lo dice en un contexto en que el desempleo bajó de 9,3 a 9,2% en casi un año. El “alivio” es del 0,1%.
-A los diputados, algunos ya precandidatos que salieron a declarar con todo contra el gobierno y no les tembló el mentón a la hora de transformarlo en un tema de campaña, ¿qué les pasó, no dijeron nada cuando durante el gobierno anterior aumentaron exponencialmente? ¿Se “comieron” el decreto que los limitaba, pese a que estaba vigente? No se percibió esa misma actitud aguerrida cuando aumentaron 100% los gastos de pasajes y gastos de representación.
Los gastos subieron de 10 a 20 mil pesos y los pasajes, si no son utilizados, pueden canjearse por plata. En ambos items alcanzan hasta 30 mil pesos. Los legisladores ganaban hasta ahora unos 145 mil pesos brutos (sin descuentos de obra social, jubilación ni Impuesto a las Ganancias) entre dieta pura e ingresos “extras”. Los diputados santafesinos, ¿se opusieron? Acá no hubo “grieta” en este tema, como sí la hay en el tema de recortes de pensiones por discapacidad: el presidente de la Cámara, Emilio Monzó, aprobó un pedido que tambien hicieron el FpV y el PJ disidente, entre otros bloques que incluyen la UCR. El massismo, como el Frente de Izquierda, lo rechazó. Elisa Carrió, defendió la medida: “Cada vez que se han aumentado los gastos de representación, han salido siempre a rasgarse las vestiduras, pero yo siempre me manifesté en defensa porque ganamos menos que un juzgado de primera instancia”. La cosa es comparativa. ¿Y si la comparación fuera con la pensión por discapacidad? Sería inhumano, claro. Como hacer política con este tema, cosa que también ocurre.
Merece un párrafo aparte todo aquel que, en un franco operativo de ofensiva o contraofensiva, empezó a subir fotos con personas con discapacidad, haya sido para criticar la medida del recorte como para prometer que iban a volver a pagar las pensiones. Ojo con las interpretaciones. Para muchos, una foto así es como decir “yo también tengo un amigo discapacitado”. O negro. U homosexual, judío, musulmán, cristiano. Lo que fuere. Enmendar y llamarse a silencio, sin hacerse visible en las redes sociales, hubiera sido más prudente y eficaz para la función pública. Hubiera demostrado una sensibilidad genuina. Pero es la época que nos toca vivir. Es todo menos transparente. Es más bien una cancha digital, embarrada por las redes sociales.
Tiempo atrás, Patricio Huerga, el líder de los Tiburones del Paraná, un grupo de nadadores compuesto por profes, padres y chicos que se animan a cualquier travesía en el río, dijo “en el agua todos somos iguales”. Evocaba el encuentro con el primer contacto del ser humano con el líquido amniótico, lo que nos mantiene vivos en el vientre de una madre.
“Lo que te discapacita es la sociedad”, disparó con calma. Directo. Sabe que el concepto de "sobrevivir" no puede pesar más que el de vivir dignamente. Como muchos padres con chicos discapacitados, conoce a la perfección que una pensión no los hace ricos. Apenas es un parche diminuto para la batería de medicamentos, tratamientos y necesidades que tienen que cubrirse. Huerga, como muchos empapados de este tema, fue escueto. Y claro. Como el agua. Transparente.