Haber visto un match de Copa Davis y alentar por Argentina desde la tribuna es como haber cumplido el sueño del pibe. Y mucho más tener la oportunidad de haberlo hecho cerca de casa, en Rosario.
Y además haber celebrado un triunfo agónico y dramático en el quinto punto del enfrentamiento tras haber estado siempre arriba y ante un rival que parecía accesible pero no lo fue.
Un sueño que te transporta a esas tardes pegado al televisor siguiendo las hazañas de Guillermo Vilas y José Luis Clerc a través del viejo ATC (hoy, la TV Pública). O las conexiones, desde el exterior, de Juan José Moro en las transmisiones radiales de fútbol en la Rivadavia de José María Muñoz.
Tenerlo cerca a Gonzalo Bonadeo o a Federico Delbonis fue recordar la única Ensaladera de Plata que conseguimos en Croacia y también la amargura después de la frustrada final en Mar del Plata ante España.
Alentar desde la tribuna, aplaudir a más no poder, sufrir por la pelota en el fleje del rival o gritar por el punto final del equipo argentino es una sensación inigualable que pudimos vivir este fin de semana en el Jockey Club.
Ni el calor extremo o la humedad impiden disfrutar de partidos con el nivel de alta competencia como tuvimos en esta oportunidad sin necesidad de viajar a Buenos Aires o a Córdoba o seguirlo por la tele.
El verdadero plus fue el hecho de tener un partido de la Davis en la ciudad y con un operativo de control y seguridad que funcionó a pleno y que permite soñar con tener este tipo de eventos a futuro.
Quizás algo similar ocurra con el fútbol y ver un partido de la selección argentina por las Eliminatorias, y ni que decir un Mundial. O estar en los Juegos Olímpicos y ver a la selección de basquetbol o la de voley. O ver a Los Pumas en Vélez.
Antes, esos recuerdos se grababan en un VHS o coleccionabas el número de la revista El Gráfico que seguramente hacía la tapa si el triunfo era argentino. Hoy están las fotos y los videos en el teléfono celular y las publicaciones en las redes sociales.
Fenómenos como Vilas o Clerc, o Gabriela Sabatini, hicieron que el tenis se hiciera un deporte popular. Que puedan jugarse en cualquier lado, hasta en la calle o en el patio con un cable mediante que hace las veces de red. Ojalá que el paso del equipo del Mago Coria por acá cautive a que haya más chicos y chicas que quieran jugarlo y las instituciones que puedan estar a la altura de esas demandas.
De chico, amante de los deportes, cuando aprendí a jugar al tenis siempre soñaba con estar en un partido de la Copa, que es algo distinto a los torneos del circuito profesional. Y el sueño se cumplió.