“Está claro que el Gobierno encarna un proyecto totalitario, conservador, reaccionario, que pica en el fleje de lo antidemocrático. A veces la pelotita cae afuera del sistema, otras adentro, pero siempre cerca del fleje”, dijo esta semana Pablo Avelluto en Radiópolis (Radio 2), ex ministro de Cultura de la Nación en la presidencia de Mauricio Macri. 

“El narcisismo patológico de Milei le impide poder tener un contacto con una realidad diferente a lo que él imagina de sí mismo. Es un problema típico de los autoritarios”, agrega Avelluto.

En la semana donde la comunidad universitaria le planteó un fuerte debate al gobierno el análisis de ex funcionario de Macri intensifica la pregunta: ¿Qué tipo de país sueña el presidente?.

“Mientras Milei se radicaliza más, se va volviendo más fascista, más autoritario, la conversación democracia va creciendo. Hay que salir a la calle a defenderla. Es un punto de partida; la democracia es más importante que un desquiciado gritando e insultando a quienes no piensan como él. Atacando a periodistas, artistas, políticos, intelectuales, a todo aquel que no comulga con el credo oficial. Es una discusión casi religiosa, como dice la politóloga Antonella Marty, con lemas muy fascistas: Milei es un autoritario cavernícola”, argumenta.

Mariana Lali Espósito es una artista pop  argentina que con 32 años hizo de todo. Series de tele, películas, bandas de sonidos, discos y giras musicales por el mundo. Tiene un armario lleno de cosas donde su sonrisa devela parte de un carisma aprovechada por esa industria. Ella arranca y su público aplaude. Así es y así fue desde que arrancó a los 7 años.

Pero el presidente Javier Milei, por las opiniones políticas de la artista, la bautizó Lali Depósito y sus votantes aplaudieron la disruptiva descripción. Depósito porque en varias ocasiones fue contratada con fondos públicos en distintas provincias para actuaciones de libre acceso. Y eso, más allá de las libres opiniones, es un gesto que para el Mileismo es reprochable.

Milei es básico, así como cree que el Estado es una organización criminal, cree también que ese Estado necesita de bufones que legitimen el poder. Así lo explica y analiza su lógica total incluso cuando se obsesiona con esta artista, entre otros. Así lo cree cuando invita a escuchar ópera en la Quinta de Olivos a quienes necesita como sus propios entretenedores para que fuera de esos muros defiendan los argumentos de su poder para la plebe.    

“Tu campo de batalla es tu arte”, le aconsejó Fito Páez a Lali para que diseñe una respuesta. Y en tiempos donde la guerra chimentera explota, la cantante equivoca el camino y diseña una respuesta personal a tanta agresión. Una canción liviana dedicada al presidente que sabe más a una revancha chiquita que a un debate real sobre el griterío que acompaña a la gestualidad del poder argentino.

Milei cree que el Estado necesita de bufones que legitimen el poder

“Te encanta hacer como que no tenés idea quién soy, y sé que tenés un póster mío en tu habitación.  Cada vez que salís de noche, escuchás mi canción y ya sé la sabe de memoria, eso se llama obsesión”, escribió Lali en un país donde más del 60 por ciento de los niños crecen en la pobreza.

Una respuesta pop. Liviana y personal: “Viene a buscarme, se come mis sobras, lo tengo encima, parece mi sombra. Es mi fanático, me vuelve loca, toda la noche me sueña y se toca. Se compró mi perfume para ponerse mi olor y  su mayor fantasía es un día ser yo”.

Claramente no es una canción de protesta política, pero así están los tiempos. Todo se construye y se destruye tan rápidamente (Charly dixit en Parte de la Religión). Una pelea burda en medio de un lodazal donde nadie sale limpio de esas peleas. 

El presidente ama insultar. Está en su genética discursiva. Lo hace con cuanto disenso o incomodidad le aparece. Lo hizo, lo hace y claramente que lo hará. Y sobre ese mismo gesto que lo llevó a cosechar su éxito electoral, se aniden sus próximos fracasos.

“Es un momento difícil para los que nos hemos formado en la cultura democrática, la libertad de expresión, el pluralismo, el respeto por el disenso”, agrega Avelluto. “Pero Milei no inventó el autoritarismo es una de las contradicciones no resueltas del liberalismo argentino. Los liberales argentinos en la dictadura estaban más preocupados por la flotación del dólar que por la flotación de los cadáveres que arrojaban desde los helicópteros. Esa contradicción creímos que con la experiencia de Macri se empezaba a saldar. Lo que está en juego con Milei, es nuestra cultura democrática. La defensa de la educación pública es también un reencuentro con quienes pensábamos distinto otras cosas, pero sobre eso nadie lo discute”.

Esta semana Milei planteará el cambio de nombre para el Centro Cultural Kirchner. Formalmente lo que fuera un palacio para áreas del estado (Correos y Telecomunicaciones). La reconstrucción por el Bicentenario de la revolución de mayo de 1810, puso en valor un edificio hermoso. Claro que la exagerada cultura personal de Kirchner quiso dejar su apellido a un lugar donde seguramente se aplaude más al “mecenas” (por más que el dinero fuera de todo un pueblo) que al arte y la cultura de su población.

Palacio Libertad. Centro Cultural Sarmiento. Así se re bautizará uno de los espacios para la cultura más importantes del mundo. El más importante en tamaño de América Latina y el tercero a nivel mundial junto al Centro Pompidou, de París; el Foro Internacional de Tokio; y el Lincoln Center, de Nueva York. El ahora ex CCK fue inaugurado a los apurones el 21 de mayo de 2015 siendo la mayor inversión en un proyecto cultural hecha en la Argentina en toda su historia.

Esta semana, con Milei a la cabeza, harán público el rebautizo con un homenaje al padre del aula y la educación pública argentina: Domingo Faustino Sarmiento. Un oxímoron por parte de quien propone recortes presupuestarios para las Universidades públicas argentinas. Un líder aplaudido por una multitud que celebra medidas que atormentarán mucho más el futuro argentino.