El mundo político que conocimos ya no existe, dice un legislador nacional santafesino. Agolpado por los resultados electorales, las fichas de la política se moverán con sigilo y prudencia. Aun nadie sabe que depara el destino. Lo que existe y lo que no. Y esa incertidumbre buscará un antídoto: decisión y movilidad: no quedarse callado, ni quieto. ¿Cuántos valientes tiene la política?
El gobernador electo Maximiliano Pullaro deberá poner sobre la mesa política un urgente liderazgo. El pullarismo, como movimiento y práctica política, será indispensable para el primer año de su gestión. En un rápido ping pong en off con varios dirigentes santafesinos se intentó definir algo de apuntes sobre el tema: ¿Ya existe el pullarismo en la política de Santa Fe?
En la entrega de diplomas de las nuevas autoridades políticas se vio una imagen de Pullaro y Clara García (sin sonido que precise el dialogo real). El gobernador electo mostrándole la corbata azul que lucía a la legisladora socialista. Ella, tras el dialogo, se recostó conmovida sobre el pecho de Pullaro, como agradeciendo las palabras. Pullaro le había dicho que era la misma corbata que había lucido cuando Miguel Lifschitz lo había nombrado ministro de su gestión. Un homenaje al hombre que había confiado en él como responsable de seguridad cuando solo tenia 41 años.
Se cree que el pullarismo se construyó en silencio en el mismo momento que Perotti asumió el poder en Santa Fe. Y se revitalizó dos años después cuando el covid se llevó la energía y la creatividad que Lifschitz le imponía al debate político. Con la impronta de un peleador en el medio del ring supo recibir las piñas necesarias sabiendo que toda disputa (en el deporte que eligió alguna vez) se gana por abandono del rival, el nocaut o aguantando los rounds necesarios con mayor entereza.
En la campaña interna vio el “vale todo” que le impuso su carismática rival Carolina Losada cuando ella dijo que de ganar jamás compartiría un espacio con dirigentes vinculados al mundo narco y dio a entender con Joaquín Morales Sola que mucha de la publicidad negativa que recibió en su contra en las redes las pagaban con recursos del narcotráfico. En silencio Pullaro se impuso democráticamente a ese debate y les impuso a sus socios multipartidistas el ritmo de sus decisiones.
Para un veterano dirigente socialista, el pullarismo, aun no existe. “Existió una alineación detrás del mando del poder, del candidato que trabajó cuatro años para ser gobernador y logró ese cometido, ser candidato y ganar las elecciones. Expresa una renovación dentro del radicalismo. Los viejos popes han quedado al costado, hoy las nuevas líneas de conducción son dirigentes jóvenes. Creo que es una experiencia nueva y hay que acompañar”, dice en off.
El mismo sector del socialismo que dudó mucho con la idea de Frente de Frentes hoy lo ven como el paso correcto. Fue la forma de existir como organización política después de la muerte de Miguel Lifschitz e incluso le permitió al sector de Antonio Bonfatti (sin referencia electoral potente) tener un ministerio en la nueva gestión y varios de sus alfiles en distintos lugares de ese nuevo poder.
Con la presidencia de Milei se abre una instancia distinta al país. Algo nuevo. El peronismo se va a intentar abroquelar detrás de Cristina, pero para muchos, por el rechazo electoral, eso no va a resultar y verán en el futuro un tironeo de dirigentes (como Pullaro) hacia ámbitos no macristas, no kirchneristas. Un nuevo paradigma para las ideas de la política.
El pullarismo tiene puntos a favor: llega después de una gestión con muchas cuentas pendientes. También algunos en contra: el escenario inestable e incierto a nivel nacional. Para Perotti y Javkin fue el covid y la guerra de Ucrania. Para Pullaro será Milei y su impronta rupturista en medio de una catastrófica herencia económica.
El Pullarismo existe no solo por la decisión y ambición de Pullaro. Existe una corriente interna del radicalismo que trabajó desde hace varios años con esa idea. Referenciada en él, en Lisandro Enrico, Fabian Bastía, Felipe Michlig, Silvana Distéfano, José Goity, Juan Cruz Cándido, Luciano Persello, Gustavo Puccini y Daniel Di Lena
El pullarismo ya nació, aunque aún es incipiente. “No lo vimos en toda su dimensión. No tomó el volumen que puede tener, hoy es expectativa, con mucha fuerza. Maxi esta bien orientado, inteligente, nunca gobernó, pero tiene humildad y grandeza y tiene mucha convocatoria por eso. Todos los sectores comprobaron en la organización del gobierno de Pullaro que fue mas conveniente sumarse a su proyecto que quedar afuera del mismo. Algo que no sucedió en otros frentes. El armado del gabinete es un claro ejemplo”, susurra en off un joven, aunque experimentado integrante del lifschitzismo.
El desafío está en la mesa. El pullarismo debe nacer para gobernar Santa Fe. Y su líder después de aglutinar ha sido buen pagador. Ahora se verá si puede liderar lo armado. Es el tiempo de los jóvenes radicales, que hace 20 años vieron caer las banderas de su partido para mezclarse a veces escondidos detrás de dirigentes que pagaban con cargos, pero invisibilizaban sus figuras.
Ayer asesinaron a un chofer de transporte público en Rosario. Los asesinos dejaron un cartel con la inscripción: “esto recién empieza”. Una nueva provocación a la desgastada vida republicana social santafesina. El terrorismo delictivo que impone el sicariato a la sociedad. Ese cartel (esto recién empieza), es dinamita para todos. Porque es cierto: esto recién empieza.
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