Un camino de tierra, una bolsa usada para escombros y arena ocultando el cuerpo asesinado de una joven mujer. Sofía tenía 20 años, las manos y los pies atados y un aislante térmico abrazándola para ocultar las consecuencias de su descomposición física. El horror final de una historia que llevó quince días de una búsqueda policial perezosa y distante.

En Argentina hay un femicidio cada 37 horas. Mientras algunas crónicas daban detalles inútiles y llenos de morbo sobre como Sofía padeció su final, en Rufino se encontró el cuerpo de otra mujer asesinada. Claudia, de 54 años, fue asesinada a puñaladas en una precaria casilla de los márgenes de esa ciudad.

El tiempo apila cuerpos y expedientes en un país confundido. Mientras los paradigmas políticos se enredan en discusiones sobre posturas y presupuestos, el Gobierno argentino (con impulso de Agustín Laje influyente mentor de la Fundación Faro) fue el único país en votar contra una resolución sobre violencia contra mujeres en la ONU. A diferencia de la delegación argentina, 170 naciones se expresaron en favor de la resolución, incluidos Estados Unidos e Israel.

Milei no mintió. Lo prometió en su andar electoral y cumplió: desarmó el Ministerio de Mujer, la subsecretaria contra la violencia de Género y desfinanció programas de apoyo a mujeres y diversidades sexuales.

El enfoque Milei se centra en considerar esos crímenes como parte de la inseguridad general que afecta a toda la población, sin dar un tratamiento diferenciado a los femicidios. Milei enfatizó que la justicia debe garantizar igualdad ante la ley y que el Estado no debe priorizar a un grupo en particular por encima de otros.

Argentina exagera una posición con un objetivo. Ser el faro de un pensamiento extremo para que el mundo político más radicalizado pose sus ojos en ese liderazgo.

A pesar del cambio de paradigmas la violencia de género en Argentina sigue arrojando números alarmantes. En lo que va del año se registraron al menos 240 femicidios. En promedio, una mujer es asesinada cada 37 horas, según datos de observatorios feministas. Estas cifras reflejan no solo la magnitud del problema, sino también su persistencia a pesar de las políticas públicas destinadas a erradicarlo.

En el estudio de Radio2 Gabriela Sosa y Sofia Botto, directoras de la ONG Mumalá dialogaron sobre el padecimiento de las mujeres frente al tiempo político. Con autocriticas y también diagnósticos sobre la crisis cultural.

“No leemos las situaciones de manera individual, hay un contexto político y social que no ha resuelto la posibilidad de tener mayores herramientas para búsquedas rápidas y con todos los recursos que se pueda y además hoy hay un contexto que va a empeorar las condiciones”, dice Gabriela Sosa.

“En los últimos 30 años hubo muchísimos avances y los ponemos a nivel institucional, por un lado, a nivel internacional con los tratados en la Constitución Nacional.  Un consenso que Argentina rompe con una decisión unilateral y totalmente aislacionista en absoluta soledad de no votar una resolución de las Naciones Unidas para eliminar la violencia contra las mujeres. Son temas con datos que en el día de hoy seguimos discutiendo. Nuestros derechos siempre están en disputa y cuestionados”, agrega Sofia.

El próximo domingo 25 de noviembre es el Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer. Se prepara una fuerte réplica a la postura de Milei y su gobierno que seguro veremos en las calles. “Sabemos que ganamos muchísimo a partir de las luchas, de salir a la calle., de agruparnos para decir en las movilizaciones ´Ni Una Menos´. Hemos avanzado mucho pero hoy hay un cuestionamiento del Estado Nacional que niega la violencia de género. Una realidad avasallante que el Gobierno prefiere no ver. Nos vamos a movilizar para interpelar el rol del estado y sus recortes. Por ejemplo, el presupuesto que no asigna recursos para la línea de denuncias 144. Y eso también es una decisión”, afirman.

Para Gabriela, a pesar de los cambios culturales, en este tiempo político se alientan prácticas violentas. “Las prácticas culturales que hemos aprendido históricamente tienen que ser desarmadas, para generar otro tipo de relaciones, de vínculos, de prácticas culturales y sociales. Nosotros hemos tenido posiciones criticas porque esa intervención siempre fue escasa. Hay que multiplicarlas. Difícil es modificar una práctica social, desde la familia, lo social, el club, los medios, el espacio común, si en esas instancias no se instalan mecanismos para desarmar esas relaciones aprendidas, muy difícilmente se pueda sancionar desde los efectos que causas estas violencias”, agrega la directora de MUMALA.

Para Sofia, como parte de otra generación, el nuevo tiempo no excluye las malas tradiciones del viejo machismo. “Persiste la cultura machista en todos los ámbitos, estamos a la orden del día, con nuevas herramientas: chicos difundiendo videos creados con inteligencia artificial de chicas teniendo relaciones íntimas. La cultura machista está muy presente con nuevas tecnologías e idiomas. A medida que van evolucionando los tiempos, aparecen otras herramientas para eso: está presente en canciones con letras machistas y las relaciones entre adolescentes. Incluso hay un reemplazo conservador en los colegios para esos conocimientos. Nuestras conquistas están cuestionadas, pero nosotras estamos firmes para defender todo lo que fuimos consiguiendo”, asevera.

En el 89% de los casos, el agresor es pareja o expareja de la víctima. En el femicidio se devela el peligro que muchas mujeres enfrentan en sus propios hogares, el principal escenario de los crímenes (62% de los casos) y con más de 70 niños y adolescentes que se quedaron sin madre este año debido a estos crímenes.

La idea del Gobierno es ubicar al feminismo en el centro de sus ataques por su visión política e ideológica

Con el pésimo e hipócrita ejemplo de Alberto Fernández, con legajos judiciales con relatos y fotos sobre las consecuencias de sus actos dentro de su hogar y con su propia esposa, el andar de la autocrítica es pesado para las organizaciones feministas.  

“Nosotros hemos sido muy críticas con Gobiernos que mal gastaron sus fondos. En el gobierno de Alberto hemos sido críticas por el manejo ineficiente de esos recursos. Feminismos hay un montón, también tenemos muchas diferencias”, confía Gabriela.

“Hubo una práctica muy clientelar, y muy poco eficiente y eso nos atravesó como organización feminista. Pero no invalida la importancia de la institucionalidad de darle visibilidad a esto. Hay un femicidio cada 37 horas en Argentina y sobre eso trabajamos para disminuir esas estadísticas”, asegura Sofia.

Para ambas hay un fuerte retroceso en las luchas del feminismo. Y las consecuencias se verán en las estadísticas. La eliminación de programas, de espacios políticos, construye una visión. “La idea del Gobierno es ubicar al feminismo en el centro de sus ataques por su visión política e ideológica. Y ahí explica el voto negativo en la ONU”.

“El femicidio no es solo un problema de seguridad, sino una crisis estructural que demanda esfuerzos coordinados entre el Estado, la sociedad civil y las comunidades locales”, explican en MUMALA.

Con el cuerpo de Sofía, de Claudia y las que lamentablemente sumarán a la estadística sobre los títulos y el morbo periodístico proponen combatir este flagelo “no solo con leyes más estrictas, sino también de un cambio cultural que desmantele las raíces de la violencia machista”. Algo que el Gobierno de Milei tiene muy en claro: hacer lo contrario al resto del mundo.