Se juegan mucho y no se juegan nada. Se juegan todo y poco a la vez. Todavía hay un campeonato por delante. Recién será la fecha 7 de 25. Apenas superada la cuarta parte de la competencia nadie cuerdo puede darse por descartado. Pero aquí es diferente. El clásico marcará los humores por el resto del campeonato. Puede definir elecciones y continuidad de entrenadores. Así se juega el clásico que casi nunca se juega, o se juega muy poco y genera un estado de histeria y excitación impropias de personas apegadas a proyectos de mediano y largo plazo. Una derrota destroza cualquier construcción. Una victoria disimula todos los defectos. Quizás si se jugaran unos cuantos por año sería menos dramático. Al menos podría intentarse. Pero ya quedó visto en años pasados, ni siquiera clásicos amistosos pudieron organizarse.
En la previa un capitán cede la cinta, dos dirigentes no se ponen de acuerdo sobre quién dice lo que dice, hay amenazas, un árbitro recontra cargado de presiones y potencialmente flojo para semejante partido, un banderazo a pesar de las restricciones y formaciones consolidadas que ahora no lo parecen tanto.
Si Newell’s gana en el Coloso, el oficialismo leproso tendrá casi en el bolsillo el resultado de las elecciones que se desarrollarán el 19 de septiembre. Si pierde, las oposiciones tendrán una gran oportunidad de sentarse en el sillón presidencial.
¿Y quién tiene la mejor opción electoral? No importa, hay que ganarle a Central.
Si en cambio Central gana, la posición en la tabla será una anécdota y la eliminación de la Copa Sudamericana, un pequeño traspié. Si Central pierde, aunque parezca una locura, el ciclo del Kily sufrirá movimientos telúricos que el DT deberá esforzarse para superar.
¿Y los méritos de jugar con un plantel muy acotado construido con la promoción de unos cuantos pibes? No interesa, hay que ganarle a Newell’s.
Todo lo bueno y todo lo malo se empequeñece o se magnifica en 90 minutos.
¿Y si empatan? Si no hay vencedores ni vencidos la historia sigue, pero el festejo, que no existirá por pudor, estará mucho más cerca de Central que de Newell’s porque estirará una supremacía que no tiene antecedentes.
El clásico marcará los humores por el resto del campeonato; puede definir elecciones y continuidad de entrenadores
Con todos esos condimentos, con ese peso sobre los hombros, leprosos y canallas saldrán a la cancha a tratar de jugar un partido de fútbol. ¿Podrán disimular las presiones? ¿Serán capaces de anteponer lo deportivo al entorno? Es la historia de siempre.
Generalmente los clásicos son partidos de planteos temerosos, anodinos, llenos de terror a perder. Salvo que alguien convierta temprano. Y en ese rubro, Central hace unos cuantos años que saca ventajas.
Los dos llegan golpeados. Los de Arroyito con unas cuantas derrotas consecutivas sobre el lomo y los del Parque, bien posicionados en el campeonato, pero con una caída frente a Racing que les hizo retroceder unos cuantos casilleros en su autoestima.
Potencialmente el equipo de Central tiene más horas de vuelo que el Newell’s de Gamboa, pero tendrá incidencia siempre y cuando los del Kily puedan corregir los defectos que los llevaron a perder media docena de partidos uno detrás del otro, aunque en un par de ellos no utilizó a los titulares.
También desde lo hipotético el presente rojinegro parece más robusto que el auriazul, pero debe dejar de lado esa doble personalidad que lo lleva a ganar de local y perder casi siempre de visitante. Necesita estabilizarse para buscar la consolidación.
Pasaron 13 años y 6 clásicos en el Coloso desde la última victoria leprosa, justamente con Fernando Gamboa en el banco.
En octubre se cumplirán 5 años del último triunfo rojinegro, que fue en el Gigante y con un gol de Maxi más allá de los 90.
Desde que volvió del infierno del ascenso Central no ha hecho más que mofarse de Newell’s menos aquella vez. Es más, salvo la conquista de la Copa Argentina de 2018, la racha frente a su eterno rival ha sido el sustento más consistente de los canallas en la última década.
¿Tendrán incidencia las estadísticas?
Algo es seguro (por fin una aseveración), en ese rubro casi todas las presiones caen sobre las espaldas de Newell’s.
Suponer el partido es muy difícil por los vaivenes de ambos por más que en la tabla los separen 7 puntos en apenas 6 fechas disputadas.
¿Qué Central se verá en la cancha, qué Newell’s jugará en el Coloso?
¿Cuál de los dos disimulará mejor sus defectos? ¿Podrán disimularlos?
Un nuevo clásico asoma en el horizonte, todavía sin su componente sustancial, el público.
Ojalá sea el último sin gente. Que gane el mejor.