A medida que Jorge Bergoglio fue atravesando ésta década de papado pudimos ir desmenuzando a un personaje que era poco conocido en el mundo y también en su propio país. Al día de hoy, Francisco no deja de sorprender por sus grandes habilidades políticas, su agudeza de pensamiento y su perspicacia e ingenio a la hora de tomar el timón y resolver situaciones complejas. Algunas veces, tuvo desaciertos pero los fue corrigiendo y ajustando a lo largo del tiempo.
Una muestra de ello fue el rápido reflejo de llamar al reciente presidente electo Javier Milei después del ballotage. De esta manera, tomando la delantera y desactivando posibles cortocircuitos, le marcó la cancha al ultraderechista. El mismo que se cansó de calumniarlo llamándolo “el representante del maligno en la tierra”, "el imbécil que está en Roma" a quien se le debería avisar que "la justicia social es una aberración", etc. Esperó recién hasta los debates presidenciales para pedirle disculpas públicas y porque lo presionó su contrincante.
La conversación entre ambos duró casi nueve minutos. Y al parecer, Milei quedó muy contento. Al respecto, expresó que invitó al Papa a visitar el país: "Le dije que sería recibido con todos los honores de un jefe de Estado y de jefe espiritual de los argentinos, porque el catolicismo es la religión mayoritaria en Argentina". Fue una conversación protocolar. De esta manera, la relación empieza a encauzarse por los carriles institucionales formales.
Otro motivo anterior que ayudó a bajar tensiones fue días antes del ballotage, cuando Cristina Kirchner suspendió su viaje a Italia, donde tenía programada una audiencia con el argentino. Es importante recordar que cuando el Papa fue electo en 2013, ella viajó a verlo y a su manera, también se disculpó por haberlo criticado. Entre otras cosas, junto con Néstor lo habían acusado de haber sido cómplice de la dictadura. Lo cierto es que hoy, mantienen una relación cordial y de mutuo respeto, construida principalmente durante la presidencia kirchnerista.
Un vínculo que, comenzó y continuó mal, fue con el gobierno de Mauricio Macri. En el 2015 nunca llegó la felicitación por la asunción presidencial desde la Santa Sede. El contacto fue muy frío, con varios desaciertos y fotos de caras largas. Difícil olvidar que, en 2017, el sumo pontífice haya sobrevolado el espacio aéreo argentino en su visita a Chile, enviando un escueto y protocolar mensaje al entonces jefe de Estado. Más allá de esto, afirman que Francisco se sintió satisfecho con el hecho de que el ex presidente haya terminado su mandato sin sobresaltos.
Tampoco hubo demasiada concordancia con el gobierno de Alberto Fernández. Durante su presidencia se dieron situaciones que profundizaron el malestar del pontífice. Por ejemplo, la foto de Olivos y el vacunatorio VIP en la situación crítica de la pandemia. Además lo disgustaron los índices de pobreza, una de las grandes preocupaciones de la Santa Sede. A principios de 2023 en una entrevista, el Papa expresó: "La pobreza está en un 52 por ciento. ¿Qué pasó? Mala administración, malas políticas".
De todas maneras, el representante de Dios en la tierra, recibió en Roma a cada uno de los mandatarios más de una vez. Este es consciente que una mala relación con su país de origen contempla muchos más costos para Argentina que para el Vaticano. En los tiempos que corren, un vínculo ríspido no solamente agitaría innecesariamente la grieta sino que además, podría perjudicar su influencia (sea poca o mucha) ante la crisis política, económica y social que el país está viviendo. La cual, según el propio gobierno, empeorará en los próximos meses.
Esta semana, tras conocerse el paquete de medidas económicas del ministro Luis Caputo, Francisco puso en duda una vez más su visita a la Argentina. Lo hizo en una entrevista para una cadena de televisión mexicana donde avisó que el viaje a nuestro país en 2024 tiene que replantearse. Y agregó "Hay que distinguir mucho entre lo que dice un político en la campaña electoral y lo que realmente va a hacer después, porque después viene el momento de lo concreto, las decisiones".
En los próximos meses se develarán los cauces de la relación. ¿Cómo reaccionará Francisco ante el inminente costo social que están a punto de provocar las medidas económicas de ajuste del flamante gobierno? Es la ya conocida redistribución del ingreso de los gobiernos neoliberales argentinos cuando asumen el poder. El Papa lo ha criticado en más de una oportunidad: se redirige la riqueza hacia un puñado de ricos empobreciendo a los que menos tienen. Es lo opuesto a la justicia social que predica desde hace al menos una década y que Javier Milei aborrece.