Nunca como este sábado los diarios traen noticias de ayer. El sorpresivo video de Cristina Kirchner, en el que anuncia que será candidata a vicepresidenta de una fórmula encabezada por Alberto Fernández, patea el tablero político de tal forma que ya no quedan certezas. Por caso: ¿mantendrá Mauricio Macri su obstinación en ir por la reelección cuando su imagen y su gestión caen en picada?
¿Cuándo tomó Cristina la decisión? En el video ella sugiere que ya estaba tomada cuando el martes pasado fue a reunirse con el PJ. De hecho, es coherente con la actitud del kirchnerismo en las provincias, por ejemplo en Santa Fe, donde negoció el apoyo a un candidato moderado como Omar Perotti. Pero cabe preguntarse cuánto influyeron las idas, y sobre todo la vuelta, de la Corte Suprema de Justicia, cuando avisó que la semana que viene deberá sentarse en el banquillo de los acusados en la causa Vialidad.
Esa (in)decisión de la Corte, atizada por los cacerolazos en la ciudad de Buenos Aires, dejó un mensaje: no estaba tan allanado, como acaso el kirchnerismo creía, la idea de que los factores de poder, tanto internos como externos, estaban listos para digerir, después de la catástrofe Cambiemos, el regreso de Cristina.
"Después de haber sido dos veces presidenta de este país, la expectativa o ambición personal están subordinadas al interés general", dice la ex mandataria en el video. El "interés general" es poner fin a la aventura neoliberal de Macri.
Y apunta otro dato clave: "No sólo se trata de ganar la elección sino de gobernar una Argentina en ruinas" y para eso se necesita amplitud. Acaso Cristina entendió que no resultada creíble que fuera ella, la presidenta que retaba a todo quien pensara distinto desde el atril de la Casa Rosada, quien pudiera encabezar una coalición tan amplia como sugiere.
En ese sentido, la jugada favorece un acuerdo con Sergio Massa en particular y el peronismo no kirchnerista en general. Incluso, también abre la puerta a que el propio Massa u otros compitan con la fórmula Fernández-Fernandez (de Kirchner), pero por dentro de un justicialismo unido para la general, pues Cristina dejó en claro que están dispuestos a ir a las Paso. Todo lo contrario a lo que hizo al presentarse con Unidad Ciudadana en 2017.
¿Y Roberto Lavagna? La movida angosta aún más lo que alguna vez se llamó la ancha avenida del medio, deja sin margen de acción a esa entelequia que llaman peronismo federal, y hasta parece apuntar contra lo que hasta ahora era el mejor negocio de macristas y kirchneristas: la grieta.
Por supuesto, caben todas las dudas. En caso de ser presidente, ¿Alberto Fernández tendrá poder propio o será un títere? En Twitter no faltaron, apenas se produjo el anuncio, los que llegaron a aventurar que gana, renuncia y Cristina es presidenta.
Es pura fantasía. La decisión de Cristina contiene un verdadero baño de realismo político. El próximo presidente heredará un país en crisis terminal, empobrecido, con la industria y el empleo malheridos, megaendeudado. Y deberá manejarse con lógicas que no son justamente las que han caracterizado a la hoy senadora cuando estuvo en el poder: deberá practicar un acuerdismo no compatible con el "vamos por todo"; tendrá que mostrar un espíritu negociador hacia adentro y también hacia afuera, pues el marco político internacional y el peso de la deuda serán condicionamientos de plomo.
Movió la dama, en una jugada para los libros de historia. Como siempre, generó estruendo y ratificó su centralidad en la escena política argentina. Ahora dependerá del resto de la dirigencia, y de la ciudadanía con el voto, darle forma definitiva a un partido que tiene un final abierto, distinto al que todos imaginábamos hasta ahora.