La Fiesta de Colectividades de Rosario llega a sus 40 años en su esplendor. Rosario3 brinda un homenaje a la celebración local más convocante y arraigada en la cultura popular con un repaso de los platos preferidos a través del tiempo, los cambios que le han esculpido la impronta que tiene hoy y un adelanto del festejo especial que se está preparando. Esta edición tendrá el condimento de las celebraciones de números redondos: contará con una muestra de pantallas digitales, eco-vasos, y todo lo que transcurra en el escenario mayor girará en torno al aniversario. Se trata de la más estimulante al apetito de todas las celebraciones rosarinas, a partir de su variada oferta gastronómica de 55 rincones del globo, en la que no se discrimina al paladar más avezado, así como tampoco al que compra conitos con papas a sus pequeños. 

Cuarenta años atrás, en el Parque Nacional a la Bandera, las primeras ediciones del entonces Encuentro de Colectividades generaban colas de espera, casi siempre, por la paella del Centre Catalá. También, se ofrecía la variedad de pastas del stand de Italia. Hoy, ambos continúan invictos, aunque en el podio se fueron sumando el souvlaki griego, el tempura japonés, el chucrut de Alemania y los postres austríacos o el baklawa en almíbar, la tortilla vasca, y la sidra asturiana.

El shawarma se ha ido volviendo un éxito con los años y son varios los stands que lo ofrecen. Y Tanzania ofrece su guisado que es una carne macerada de un gusto muy similar, solo que es al plato”, fue la apreciación de la presidenta de la Asociación Colectividades Extranjeras de Rosario, Lydia Del Grosso, al repasar sobre la carta, los favoritos de las mayorías.

Esta modalidad de carnes estaqueadas al estilo árabe y en pan de pita es furor en varios stand orientales.

Lydia es la referente indiscutible de las Colectividades y declarada "ciudadana distinguida" por el Concejo el pasado 4 de septiembre, en el día del Inmigrante, tras haber comandado esta fiesta gastronómica durante casi toda su vida. En esa misma ocasión fue descubierta la placa renovada que reza “la ciudad de Rosario al inmigrante, noble factor de su grandeza”, en homenaje a aquellos jóvenes trabajadores que encontraron en este puerto su nuevo hogar. La placa está apostada en la plazoleta frente al Monumento a la Bandera y el Concejo, debajo de una escultura con la figura de un joven del 1900 que lleva la bolsa de arpillera al hombro, obra del artista Eduardo Barnes. Homenaje a esos jovenzuelos que vinieron escapando de guerras europeas y que, ya mayores, en 1985 comenzaron a organizar la feria, junto a grupos de danzas de varias colectividades.

“El carnaval de la ciudad se da cita a cierta hora, y aunque apenas haya lugar para moverse y sea casi imposible quedarse parado, los cuerpos se las ingenian para intercambiar señales. Todo ese movimiento avanza debajo de un aire espeso e internacional, que mezcla los aromas de la lasagna y la feijoada, de la paella catalana y el churrasco argentino.

Hoy ya nadie se rasga las vestiduras delante de un plato de salchicha con chucrut, de los que prodiga el stand alemán, tal vez porque han comprendido que no hay cultura más íntima que la que circula por las tripas y que ningún vacío existencial puede dejar de colmarse con una buena fabada.

Algunos de los grupos de baile desfilan por el escenario mayor o con la habilidad de artesanos que, aquí y allá, despachan sus destrezas rodeados de curiosos. La Feria es una metáfora viva de lo que se llama cultura, no sólo por su vital expansión sino porque ha crecido en íntima consonancia con los hábitos y expectativas de sus destinatarios, más allá de cualquier consideración acerca de lo bello y de lo feo, de lo representativo y lo impresentable”.


De esta forma daba cuenta del espíritu festivo y degustativo de las Colectividades el cronista local Daniel Briguet, en su libro Ficciones periodísticas, más de 30 años atrás.

En el Día del Inmigrante, tras la distinción a Lydia Del Grosso, una serie de representantes descubrieron la placa de la escultura de Barnes renovada (Concejo).

Una muestra de pantallas en el recuerdo

En la cuenta regresiva de la edición de su cuarta década, que se desarrollará durante 10 días en el parque a la Bandera desde el 8 de noviembre, Del Groso adelantó que “se está organizando una muestra al aire libre con paneles de pantallas en las que se podrá ver imágenes de diversas épocas, desde la primera edicion en 1985”. Además, destacó que el escenario mayor, donde se desplegarán los espectáculos de todas las colectividades cada atardecer y noche, “toda la temática rondará los 40 años”.

Por estos días, de cara a la edición cuadragenaria, “se trabaja intensamente en el concurso de embajadores y con shows, pero a la vez, formando a nuevas generaciones de referentes de la Asociación para su continuidad, así como yo fui formada por los mayores cuando ingresé en 1988”, recordó Lydia con el entusiasmo que la caracteriza.

Es la fiesta que se apropiaron los rosarinos, a la que esperan asistir cada año, con los primeros calores antes del verano, desde 1985. Sólo fue interrumpido durante 2020 y 2021 por la pandemia, sobre la que recordó: “Para no dejar de vincularnos con la gente y brindar cada comida típica, durante esos dos noviembres implementamos el delivery”.

Los jóvenes miembros de los grupos de danzas de varias colectividades fueron promotores en 1985 de un encuentro abierto a la ciudad.

Orígenes: el pasado complicado del anticucho y el ceviche

Lydia recordó que los creadores de la fiesta fueron jóvenes de varios grupos de danzas de diferentes colectividades, muchos de ellos hijos de inmigrantes, que acercaron su inquietud al entonces secretario de Cultura Rafael Ielpi, divulgador cultural que falleció en agosto pasado. Fue luego de haber realizado un encuentro entre sus agrupaciones en el Anfiteatro “Humberto de Nito”, tras el cual buscaban redoblar la apuesta abriendo el encuentro a la ciudadanía.

Con la ayuda del “Negro” Ielpi, convencieron al intendente Horacio Usandizaga de convocar al primer Encuentro de Colectividades, y se realizó en el Parque Nacional a la Bandera, bien frente al Monumento. Desde entonces, la fiesta es promovida por las propias comunidades y del Ente Turístico de Rosario (Etur), creado en 1990. Hoy la Asociación es co-organizadora junto al mismo Etur y a la Secretaría de Deporte y Turismo de Rosario.

“Esos primeros años el stand de Italia, que era uno solo (luego con los años varias regiones se pusieron su propio stand), tenía tremendo movimiento de pasta de diversos tipos. Recuerdo como delicia la porchetta abruzesa, un cerdo relleno delicioso”, dijo con nostalgia Lydia, cuyos orígenes italianos la llevaron a sumarse desde 1988.

El stand de Japón suele llenarse de demanda de sus láminas de papa rebozadas y fritas con condimento, afamado Tempura.

En cambio, sobre las costumbres culinarias de estos últimos años, destacó que el anticucho peruano es una de las atracciones más populares, pero no siempre fue así. “Recuerdo que desde la colectividad peruana nos comentaban que les costaba promoverlo, y lo que más les rendía era vender artesanías. Algo que lograron revertir y ahora es de las propuestas que generan colas más largas”, aseguró.

Luego destacó también que “costaba que Bromatología aprobara el ceviche, pero con empeño y mejoras, lo consiguieron”. Y sobre la regulación destacó la profesionalización de la Fiesta de Colectividades: “Esos primeros años todo se hacía con la mejor dedicción pero con menos conocimiento, pero gracias a Dios nunca tuvimos intoxicaciones. Hoy, afortunadamente, se conoce mucho más sobre cómo manipular el alimento, y todos los que cocinamos debemos pasar por un cursado y también mandar al municipio el listado de proveedores”.

Del Groso hizo memoria sobre cuando se incorporó en la gestión de la entonces Feria de Colectividades (hoy conocida como Fiesta): “Colectividades tenía tres años en 1988, y ya era mucha la gente que se acercaba, aunque no eran tantas las colectividades, unas veinte. Yo comencé yendo de oyente a la comisión organizadora para aprender a gestionar, y fui ganando espacio. Recuerdo que estaban Derna Montenegro del Centro Gallego, Héctor Fonzo (de Italia) y Alicia Hisano (de Japón) que fueron pioneros, Angel Perella del Centre Catalá, entre otros que me transmitieron su capacidad de gestión”. 

Entonces rememoró que “a partir de que en 1990 fue creado el Ente Turístico, las Colectividades comenzaron a ser co-organizadas y había que tener personería juridica. Siempre fue una comisión ad honorem, a veces junto a la cartera de Cultura y otras junto al Ejecutivo. Y es para destacar que a lo largo de estos años, todos los intendentes acompañaron y brindaron el parque a la Bandera por decreto con generosidad”.

Con emoción la referente del convite más rico de los rosarinos aseguró: “Puedo decir que esta fiesta permanece con la misma pasión de sus asistentes que en su génesis. El primero fueron cuatro días y se llenó cada día. Desde entonces no dejó de crecer en cantidad de colectividades, gente, menúes y danzas. Hoy en la Asociación somos más de 70”.

Una fiesta multicultural que pasa por el paladar y no se queda quieta

El encuentro anual no deja de ser un reflejo claro de miles de inmigrantes de diversas naciones que conviven en paz en la ciudad. Y a lo largo de los años, muchas cosas se fueron modificando en Colectividades: las cocinas instaladas con gas; mesadas de acero inoxidable en cada stand para la calidad del alimento; la expansión geográfica en el parque, producto de la incorporación de cada vez más comunidades; como evento satelital, el agregado en los últimos años de la Noche de Colectividades para que participen las que no son parte de la fiesta; las modificaciones por seguridad con el cerco y el pago a la seguridad para el cuidado de cada stand, por mencionar algunos  de los cambios destacables.

La cocina de rabas en el stand catalano, un plato que se cocina, se marina y luego se fríe como un manjar. 

Con los años se dejó de promover un sector de muestra cultural en cada stand. “Pienso que fue en respuesta a los cambios que el propio público pedía. Y no reniego de eso, entiendo la crítica de que falta cultura. La demanda fue cada vez más de comida, y las familias ven las propuestas artísticas aunque mayormente van para cenar. A eso se suma otro aspecto, que los feriantes no se animan más a mostrar ciertos objetos y reliquias traídos de los países de origen, que son valiosos, y en la feria se pueden romper o robar”.

En los ultimos años también cambió la fisonomia, a partir de que se construyeron los senderos entre el Monumento a los Caídos de Malvinas y la Fluvial, sumado a los problemas de derrumbe costero del parque España: “El escenario mayor, que siempre se emplazaba mirando desde la costa al Monumento, fue corrido para evitar tanto peso sobre el sector de barranca”, observó.
 

Entre las opciones de mesa dulce, la torta austríaca y la irlandesa rankean arriba.

“Fuerza viva”, de la reina al embajador

Tras coordinar cada Fiesta de colectividades en Rosario, Lydia del Grosso reflexionó: “Es una fuerza viva de Rosario”, dijo y comentó que participan con orgullo en cada acto con su bandera. “Somos convocados a muchos eventos por la Municipalidad, adonde nos sumamos con los trajes típicos y las banderas”, agregó.

Durante muchos años, otra atracción era el concurso en el que un jurado determinaba quién sería la Reina de Colectividades de cada edición. Del Groso explicó por qué desde 2017 se decidió cambiar la reina por un embajador o embajadora: “Muchos jóvenes varones nos planteaban que querían que se eligiera también el rey. Era un reclamo que se reiteraba. Entonces, convocamos a todos los grupos de danzas y consensuamos en un plenario el rol de embajadores. Desde entonces se postulan varones y mujeres desde los 18 años y de cualquier edad”.

Otra incorporación fue la de naciones africanas que, anteriormente, “no tenían asidero jurídico. “Con tiempo las instruimos, fueron constituyéndose y creciendo. El caso Tanzania fue emblemático: cocinan en vivo y cada noche se llena de público. Y la última en sumarse fue Venezuela el año pasado”, apuntó.

 

En los últimos años se sumaron las colectividades africanas, que ofrecen sus menúes y sus danzas coloridas.

Consultada sobre sus propios orígenes inmigrantes, Lydia aclaró que tiene 100% sangre napolitana por ambas ramas familiares: “Mis bisabuelos maternos vinieron primero y luego su hijo mi abuelo. En el pueblito Castelpagano (region de la Campania en Nápoles), mi abuelo materno era vecino y amigo de mi abuelo paterno. Fue así que al inmigrar mi padre de muy joven, él los hospedó en su casa. Asi se enamoraron con mi madre, en esa convivencia. Mis padres me transmitieron su amor por la patria italiana como nuestro otro hogar. Y he podido visitar su pueblito en varias ocasiones”.

Fiesta pacifista y ejemplar: Palestina e Israel serán de la partida

La promotora de esta congregación tan rosarina destacó, finalmente, sobre un logro de la diplomacia que tantos años de experiencia le otorgaron: “Fijate cómo la fiesta tiene la capacidad de integración que este año participarán con sus danzas y comidas Israel (que en la edición 2023 no realizó actividades por duelo ante la masacre del 7 de octubre) y Palestina, aún cuando sus países de origen siguen en guerra un año después".

La presidenta de la Asociación destacó que para que esto fuera posible, "pusimos mucho diálogo, y fue difícil pero enriquecedor". Y añadió en ese sentido: "Es muestra de lo que se vive acá, a miles de kilómetros de sus países de origen. Es una ciudad de paz en la que conviven ambos pueblos cotidianamente”.