La historia cuenta, a grandes rasgos, que heredó su pasión por el humor de su padre Jacobo Moldavsky. Trabajó hasta los cincuenta años en un comercio del barrio de Once (CABA) como vendedor de ropa para luego ir detrás de su verdadera vocación: hacer humor. Hizo un curso de stand up, fue invitado al programa radial de Fernando Bravo a hacer un monólogo, su carrera fue en ascenso y hoy llena teatros. En ese contexto, llegará a Rosario entre fines de marzo y principios de abril, con su "Método Moldavsky". 

-En el nuevo espectáculo no puede faltar la política como tema en un año de elecciones…

-En ese sentido, la Argentina es muy generosa, los que hacemos humor político somos unos agradecidos a los políticos argentinos. A veces les digo 'aflojen con los discursos porque no me entra todo en el show'. El Método Moldavsky es un show hermoso, a nosotros nos encanta. Nosotros pensamos que es el más logrado que tenemos de todos, porque hemos logrado por fin juntar todo lo que queríamos en cuanto a los monólogos, a la música en función de los monólogos y a los sketchs. El show nuestro no es solamente un stand up, una persona monologando, hay muchas cosas alrededor, es como una visita a distintos lugares del humor. Tenemos un scketch por ejemplo que hacemos con mi hijo que está realmente basado y robado literalmente de un sketch que tenía Carnaghi (Roberto) con Tato Bores donde Carnaghi era un chanta…y alguna vez yo se lo mandé a mi hijo para que lo viera, que obviamente es joven, y le dije 'miré esto y escribí un sketch con este espíritu'.

-¿Cómo fue la evolución de aquel humorista que empezó trabajando en eventos privados o empresariales a llenar teatros?

-Pasaron muchas cosas, pasaron personas especialmente. Rozín (Gerardo) me llevó a la tele, me acercó a Gustavo Yankelevich, pasó eso que vos veías en un evento empresarial y que quizá vos te ibas a tu casa y decías 'vi a un tipo que me hizo reír un montón', bueno alguien dijo esto hay que llevarlo a un teatro. Te pasa en fiestas o en muchos lugares, escuchas a un tipo cantar  y decís “pero mira éste”. Bueno, yo tuve la suerte que se juntaron todos los planetas. Pero no es el mismo Moldavsky, porque profesionalmente tenés que mejorar y cambiar, pero la esencia, el humor, la movida esa que viste ese día entre las mesas es la que hoy yo trato de llevar al teatro.

-¿Qué es más fácil, vender ropa o entradas para tu obra de teatro?

-Creo que es más fácil vender los tickets que la campera. La campera, mira el calor que hace hoy. Si un comerciante, de aquellos que fueron clientes míos de acá de Rosario, se lo que están viviendo con esta temperatura, entra una clienta y como haces para convencerla de que se viene una sudestada, el cambio climático, viene nieve en Rosario, tendrías que entrar en un lugar muy difícil. Eso era imposible, era muy difícil. Yo lo hacía porque en la venta soy un elegido, somos cinco en el mundo, pero cuando vos haces reir…mi principal agente de publicidad es el público que sale y le dice 'che vos tenes que ir a ver esto'. Nosotros vivimos de boca en boca, por supuesto que esta nota ayuda, todo ayuda, las redes, pero si vos no tenes mil tipos cuando salen del teatro que quinientos le digan a otros 'tenes que ir a ver esto', es muy difícil.

-¿Volvés cada tanto al viejo negocio de Once?

-No al negocio, pero vuelvo a la zona, vuelvo a comer ahí, el Once es un lugar muy lindo, uno por ahí ve alguna película de Burman (Daniel) y piensa no, es muy triste, pero Once es un lugar muy vivo, muy divertido, tengo amigos. Es como “El Ciudadano Ilustre” (Película), que volvés, la mitad te putea porque te fuiste y la otra mitad te trata contento. Tengo una banda de amigos que siguen conectados y a los que veo, que son los que me transmiten toda la información, hay material, tengo mis espías trabajando.

-Sos de una generación que creció con humoristas y un tipo de humor que hoy está fuera de lugar. ¿Tuviste que repensar como hacer humor hoy?

-En este show hay algunas menciones y jodas al feminismo en el sentido de que es algo nuevo que estamos viviendo y que está bueno, esto lo tengo incorporado al show. Cuando vos tenés que hacer cambios, ponele por censura, son cambios jodidos. Cuando vos tenés que hacer cambios porque el mundo está cambiando para mejor, porque las mujeres están tomando un lugar más piola, porque entonces el cambio no te cae tan mal, lo haces desde otro lugar. Yo me reía con Olmedo, con ciertas cosas, hoy entiendo que era ese contexto, no juzgo, digo en ese momento era esto, ahora es esto otro.

Siempre que hago el primer show viene mi hija a verlo, y me hace el tamiz, me dice 'acá esto no va, esto tampoco, acá no, esto ya no más'. Pero por otro lado, cosa que yo le digo a mi hijo también, que escribe el show conmigo, yo soy un tipo de sesenta años que vivió ciertas cosas, yo no puedo decir amigues, lo puedo decir en chiste, no lo puedo decir en la vida diaria. Respeto al que lo diga, pero yo no lo voy a hacer, porque no soy yo, y cuando hablo de mi vida, de mi pareja, lo que fue mi matrimonio, hablo de lo que yo viví, no voy a inventar una realidad para que pegue lindo al oído. Si me pasaba tal cosa con mi mujer y yo la cuento, es lo que yo viví, lo que vivía mi generación, y lo cuento desde ese lugar, entonces no voy a modificar, voy a cambiar aquellas cosas que ya no van porque me gusta también el cambio, pero no voy a cambiar mi esencia por esta historia que me parece bárbara, pero que bueno, yo viví otras cosas.