Este miércoles, falleció Rafael el Negro Ielpi. El escritor, periodista, poeta, historiador y ex funcionario municipal y provincial fue un divulgador de la historia Rosario. De acuerdo a lo que trascendió, sufrió un paro cardíaco y era velado en Caramuto. Una noticia que pone de luto a la cultura local. Su fallecimiento replicó en redes sociales.
Distinguido como ciudadano ilustre de Rosario, fue concejal por el radicalismo y dirigió el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa. En la intendencia de Horacio Usandizaga fue el primer subsecretario de cultura de Rosario. Ielpi llevó a la acción política su interés profundo, su convicción y amor por la ciudad.
Aunque era la rosarinidad en persona, había nacido en El Maitén (Chubut) en 1939, pero se había mudado a la ciudad a los 10 años. Como historiador, fue un investigador de la vida de la ciudad y su cultura. Era una fuente ineludible a la hora de conocer los recovecos de las calles rosarinas, sus rincones más significativos, su verdadero pulso. El Negro, como lo llamaban, sabía todo de Rosario y dedicó sus días a promover su historia.
Publicó muchos libros, entre ellos, El vicio absoluto (1964), Para bailar esta ranchera (1975), El vals de Hermelinda (1981), Viajeros y desterrados (1988), Día de visitas (1994), El fénix, Acuérdense de mí y No juegues con gitanas (1991).
El también gestor cultural es el autor de Prostitución y Rufianismo, El imperio de Pichincha. La mala vida en Rosario y la lista sigue
Ielpi estudió en el colegio Nacional 2 y su primer trabajo fue en una fábrica de cuchillos e instrumentos de cirugía de la zona oeste. Interesado por la escritura, estudio la carrera de Letras en la Facultad de Filosofía. Entre otros aspectos que forjaron su mirada del mundo, El Negro militó en el Movimiento de Liberación Nacional, fue empleado de la sección Licencias del Consejo Provincial de Educación y, más tarde, inspector de la Dirección de Asuntos Rurales.
A fines de los 60, se dedicó de tiempo completo a la escritura. Desde entonces, colaboró en el Rosario y Democracia, participó de la Redacción de la revista Boom e integró el equipo de dirección de la Editorial Vigil.
Su muerte generó dolor y consternación en el mundo de la cultura, y tuvo su réplica en redes sociales.