El director, actor, docente y gestor cultural Mariano Stolkiner es el nuevo director del Instituto Nacional del Teatro (INT). La designación del licenciado en Dirección de Artes Escénicas de la Universidad Nacional de las Artes y director de la compañía El Balcón de Meursault, se concretó a través del decreto 339/2024 del Poder Ejecutivo.

Con 30 años de trayectoria en la escena teatral, el funcionario dialogó con Rosario3 sobre el rol que le toca desempeñar al frente del INT.

—¿Con qué idea llegaste para ocupar el cargo de director del Instituto Nacional de Teatro?
—Tengo treinta años en la actividad teatral y no he transitado en la función pública anteriormente. Mi experiencia es netamente en el campo de la gestión privada. Soy director de teatro y tengo una sala (El Extranjero) en la ciudad de Buenos Aires. Conozco el instituto desde adentro porque durante muchos años fui vicepresidente de la Asociación de Teatros Independientes de la ciudad de Buenos Aires (Artei, y sé de la importancia que tiene el Instituto a nivel nacional para toda la actividad teatral del país, sobre todo, como una manera de llegar con el teatro a la ciudadanía de la manera más efectiva posible. La decisión de asumir esta responsabilidad tiene que ver con eso, con poder seguir alimentando las políticas, por supuesto, atendiendo a todo aquello que puede mejorarse. El INT tiene más de 25 años de historia, son muchas las cosas que han pasado, ha generado una transformación muy grande en el panorama del teatro independiente a nivel nacional. Obviamente, hay cosas que, con el tiempo, se pueden mejorar, pero la idea es seguir potenciando aquellas que el Instituto ya viene realizando de manera efectiva.

—¿Qué veías en el ámbito privado que tenía que cambiarse desde la gestión cultural del Estado?
–Cuando salió la ley que crea el INT, la 24.800, del año 1997, el panorama teatral nacional era muy distinto al que tenemos hoy. Originalmente, se creó como un instituto pensado para recoger al teatro independiente, pero este ha crecido de manera exponencial a nivel nacional, se ha desarrollado teatro en lugares donde no existía. Ha crecido en grandes centros urbanos, como Buenos Aires, Rosario, Córdoba, y en regiones del país en las que no había teatros. Hoy, el teatro independiente, tiene una matriz muy distinta, de orden mucho más heterogéneo. Han crecido un montón de expresiones de diferentes, más allá del teatro de texto. Tenemos el teatro musical, circo, danza, las performances que se han instalado como una forma de representación en sí misma.

“Creo que, el Instituto –continuó– se debe una observancia respecto de estas realidades que le permita generar, primero, un mapeo nacional. Hoy, el Instituto Nacional de Teatro termina siendo el Instituto Nacional de las Artes Escénicas. Por supuesto que acoge a todas esas disciplinas y las apoya, pero creo que ahí hay algo que el Instituto se debe como reflexión. Por supuesto que también está las diferentes territorialidades. La Ley fue creada con un concepto de igualdad en el reparto de recursos de manera territorial. Conceptualmente, hay que ver la utilización de esos recursos en cada una de las regiones y en las provincias, porque no todas las regiones están conformadas necesariamente por provincias que tiene una misma realidad.

Para el entrevistado, el “mapeo” contempla “generar una lectura tendiente a poder reconocer cuáles son las realidades en torno a cada una de esas particularidades a lo largo y ancho de todo el país”. Entonces, a partir de continuar promoviendo “políticas de una manera trasversal, homogénea, igualitaria para todas las disciplinas”, pero atento a las particularidades de “un grupo o una sala que desarrolla su actividad en la ciudad de Buenos Aires, en Misiones o Tierra del Fuego”.

Stolkiner mencionó como “un eje fundamental” de las políticas de fomento que “se entienda como destinatario final de los recursos que otorga el INT, a través de todas sus líneas de promoción, a la propia ciudadanía. No digo que el instituto no lo haya hecho, pero me parece que necesita una reflexión un poco más atenta respecto de los movimientos alrededor de los públicos”. 

“Se ha generado cierta matriz endogámica que tiende a pensar, en muchos casos, que la función del Instituto es el trabajo del hacedor o hacedora, quiero decir, como destinatario final de este trabajo, cuando está claro que el teatro y las artes escénicas no existen, si no es, justamente a partir de la existencia de públicos presentes en la sala (…) Es fundamental apoyar a los artistas, ahora, sin dejar de tener en cuenta que eso es un medio para llegar a la ciudadanía, al propio contribuyente, en definitiva, que es quien de alguna manera sostiene al organismo. Si bien el organismo se financia a través de sus propias asignaciones especificas dadas por Ley, esas asignaciones no dejan de ser parte de lo que el Estado recauda, de lo que la ciudadanía aporta”.

–La gestión cultural está atada a los recursos con los que se cuenta. ¿Hubo recorte para el presupuesto asignado al Instituto Nacional de Teatro?
—No, el Instituto trabajó durante todo el año con el presupuesto que tenía aprobado en 2023 y no sufrió ningún recorte. Desde que asumí, se han abierto seis líneas de fomento y un programa de formación. Ahora, se están por empezar a realizar todas las fiestas provinciales de teatro. Se han abierto líneas que hace mucho tiempo no estaban abiertas tendientes a poner en valor la internalización de los artistas. Sí es cierto que el uso de esos recursos tiene que ser acorde a los tiempos, racionalizado. En eso estamos trabajando. Sí hay una realidad que tiene que ver ya no con la particularidad de este gobierno, sino con la  génesis de la propia Ley que le da origen al Instituto y las asignaciones específicas que recibe. 

Stolkiner detalló que “las dos líneas fundamentales son la Lotería Nacional: un pequeño porcentaje impositivo de lo que se gasta en apuestas va al Instituto. Y la otra proviene de lo que en su momento era el Comfer (Comité Federal de Radiodifusión) y ahora es el Enacom (Ente Nacional de Comunicaciones), y viene de la publicidad en los medios masivos. Hoy los consumos han variado y las apuestas, en gran medida, se ha ido hacia las plataformas digitales. El mismo proceso se dio en las inversiones que hacen las grandes empresas en publicidad. Entonces, las recaudaciones que el Instituto fue teniendo en el tiempo y su presupuesto se han depreciado. Esta es una variable que excede las decisiones gubernamentales y está en la propia génesis de la Ley. 

Para el flamante director del INT “esto lleva a que tengamos que hacer, de alguna manera, una mirada en el presente que nos permita, mejorar, modificar aquellas matrices que en el año 97 eran muy funcionales al financiamiento y que hoy han cambiado. Hoy el teatro independiente es muy distinto y los consumos, también”.