La Colmena es el nombre que lleva la formación de voces y percusión de 19 mujeres en escena que interpretan y componen música popular latinoamericana en español y en portugués. Desde su nacimiento, hace 12 años, sorprende con su forma horizontal de producir música y de organizar cada espectáculo. Han girado por muchas provincias argentinas, México y Brasil, y en cada lugar, ofrecieron un taller para dar a conocer su manera autogestiva de crear.

Este sábado se presenta por segunda vez en Rosario, donde traerá su segundo disco, Postal, para bienvenir el atardecer, en el ciclo Terraza de la plataforma Lavardén a las 18. Ese mismo sábado, a las 11, ofrecerán un taller de herramientas para la creación vocal colectiva, con entrada a la gorra, en la Estación Rosario Norte con previa inscripción a través de un formulario online, al que se puede acceder desde las redes del grupo.

El ensamble cuenta con direcciones artísticas rotativas y arreglos propios, combinando músicas tradicionales de la región, canciones contemporáneas y composiciones propias. En su recorrido por escenarios y estudios, compartieron experiencia con figuras internacionales como Lila Downs, Marta Gómez y la murga Agarrate Catalina.

Wanda Wechsler es una de las 19 músicas de La Colmena, y de cara a la presentación en Lavardén y el taller, dio detalles de la historia de esta singular grupalidad y adelantó algo de lo que se traen a la hermosa terraza de Plataforma Lavardén, en un diálogo con Rosario3.
 

—¿Cómo y cuándo fue creado este grupo que desde sus inicios se planteó como autogestivo? 

—Somos un ensamble vocal y de percusiones de 19 mujeres que comenzamos en 2012. De aquel grupo fundador, permanece la mayoría, y desde aquel momento, nuestra forma de producirnos es desde un enfoque colectivo.

Pensamos el trabajo a través de asambleas y comisiones, donde se decide cada detalle: selección de temas, maquillaje, vestuario, composiciones, entre otras cosas. Eso lleva muchas horas, y es una decisión política. No hay una directora que "lleve la batuta", sino que es una red de trabajo que se fue ampliando, y hay distintas comisiones de trabajo.

—En su repertorio hay composiciones propias, además de las interpretaciones con arreglos que hicieron ustedes, de canciones en español y en portugués. ¿Cómo es el trabajo de las letras y de los arreglos?

—Ya vamos por el segundo disco, pero el primero era de autores y autoras latinoamericanos. Los arreglos y la selección de cuáles canciones, fueron colectivos.

Al pensar Postal, el segundo disco, que lo sacamos en año pasado, sumamos el desafío de componer canciones propias, además de interpretar ajenas como en el primero.

La pandemia nos encontró paralizadas, pensando cómo hacer música en el aislamiento social. Una de las respuestas fue la idea de componer desde nuestras casas y de manera colectiva virtual. Durante esos dos años nos reunimos una vez por semana y construimos una serie de dinámicas que nos permitieron hacer canciones propias.

Tanto las letras como la música nacieron en esos encuentros virtuales, y de esa manera, fuimos haciendo arreglos propios y colectivos. Todas participamos, sea en escribir letras o en los arreglos musicales y finalmente decidimos entre todas cuál nos dirige. Es una forma de pensar la música que queremos sostener, aunque algunas sepan mucho y otras no tanto de música.

—Es admirable la capacidad de organización que tienen para realizar giras siendo tantas, y teniendo cada cual su vida laboral y familiar, para integrar La Colmena como otro trabajo más de sus vidas.

—Parece imposible, pero no lo es, gracias a la organización. Desde hace poco contamos con una mánager nueva.

Cada función y gira lleva mucho trabajo de previsión, y las comisiones se dedican a eso. Buscamos una agenda en común reservando fechas del año para poder todas. La clave está en la previsión para cada una hacer el espacio en las agendas.

Nos organizamos para viajar, pensamos los viajes con un cupo mínimo: para viajar, debemos estar entre 10 y 12 miembros. Siempre vamos casi todas, solo no va la que está por parir o que acaba de hacerlo.

Eso se fue complejizando con los años, porque hace 12 años cuando empezamos había algunas madres, pero no eran tantas como ahora. Muchas de nosotras incluso tienen otras bandas.

El segundo disco estamos pensando girar por otras provincias por todo el país. Es un disco resultado de mucho tiempo de trabajo, con invitadas de lujo.

—Ya tienen 12 años, han sobrevivido como no muchas agrupaciones, la pandemia y el encierro. ¿Pensas que ese atravesar tan difícil sin encuentro corporal las fortaleció en su grupalidad y sus objetivos?

—Nos conocíamos desde antes en talleres de canto y de percusión corporal, y en ningún momento paramos en todos estos años con este trabajo de encuentro diario de pensar los proyectos. 

El encierro fue un gran desafío para el encuentro con las otras y lo pudimos superar, con encuentros en persona con músicos y músicas, e ingresaron dos percusionistas nuevas, y lo hicimos con el desafío de la distancia. Esto nos fortaleció con mucha más potencia a la grupalidad.

—Han realizado giras por Brasil y México, así como por todo el país. ¿Qué expectativas tienen de tocar en Rosario?

—Estuvimos en Rosario hace ya muchos años y siempre queríamos volver, porque nos recibe con mucho amor. Tenemos una relación muy linda con su público. Nos vienen preguntando en las redes cuándo volvíamos, así que estamos felices.

Y tenemos alta expectativa porque van a participar muchas invitadas locales y vamos a presentar el segundo disco.

La propuesta es presentarlo al atardecer, en un encuentro para vibrar con nuestros seguidores y con mucha gente que no nos ha visto antes.

—Sobre el taller de creación colectiva que darán ¿Para qué artes es dirigido? ¿Cómo y hasta cuándo se puede inscribir?

—Vamos a brindar un taller que es el que solemos dar en la gira en cada localidad, y es de herramientas para la creación, para compartir las formas mediante las que trabajamos en conjunto, con ejercicios de pasar la música por el cuerpo, de percusión, ejercicios vocales.

Es un taller de juego y creación, a las 11 en la Estación Rosario Norte, para todas las personas que tengan ganas de conocer como es nuestra práctica cotidiana con la música, pero también ganas de incorporar herramientas para la creación musical.

Si bien hay que anotarse, es un taller de contribución consciente, para que todos puedan acceder y que la cuestión económica no sea un problema.

Podrán participar músicos o no, de cualquier otra arte, para aprender cómo se puede crear desde la intuición, desde el cuerpo y la imaginación, en este espacio de juego y comunicación que esperamos sea de mucho disfrute.