Pasados los 40 años, hay que empezar a prestar atención a la cantidad de vitaminas, minerales y nutrientes que tenemos en nuestro cuerpo, ya que de lo contrario se pueden experimentar cambios negativos como pérdida de masa muscular, metabolismo lento y aumento de riesgo de padecer enfermedades del corazón.
El sitio Mejor con Salud repasó las principales a las que hay que seguir de cerca:
Vitamina B12: se encuentra de forma natural en los alimentos de origen animal. Resulta esencial para el correcto funcionamiento del cerebro, la sangre y el sistema nervioso. Después de los 40 años la disminución del ácido clorhídrico del estómago ocasiona problemas para absorberla. Por ello, muchos las consumen a través de alimentos fortificados o suplementos dietéticos.
Calcio: mineral esencial que está presente en alimentos como la leche, el queso y otros derivados lácteos. Su función es fundamental para mantener los huesos y dientes fuertes. También interviene en la circulación de la sangre, el equilibrio del sistema nervioso y la contracción muscular.
Vitamina D: se obtiene fácilmente al exponerse a la luz solar y al consumir huevo y leche. Es esencial para la absorción de calcio en el cuerpo por lo que también tiene un papel importante para el desarrollo del esqueleto. Los adultos mayores deben medir la exposición al sol, de manera tal de no excederse pero tampoco olvidarse.
Potasio: es clave para algunas funciones básicas a nivel del músculo y del sistema nervioso. Lo mejor es llevar una dieta variada que incluya frutos secos, café, cacao y vegetales de hoja verde. Hay que tener en cuenta que un exceso de potasio puede ocasionar problemas en el corazón y en el sistema gastrointestinal.
Magnesio: tiene como función primordial regular la presión arterial y es muy importante para la producción de energía y absorción del calcio, así como en otras reacciones metabólicas esenciales. Se encuentra en las verduras de hojas verdes, en los granos no refinados, en legumbres como la soja o los frijoles y en las nueces.
Omega 3: estos ácidos no son vitaminas ni tampoco minerales, pero son imprescindibles para controlar la presión arterial y el colesterol malo (LDL), dos problemas muy comunes en esta etapa de la vida. También mantienen la memoria y la función cerebral general. Se encuentran en el aceite de pescado y de krill, y en plantas como la linaza, semillas de chía, semillas de cáñamo y aceite de soja.