De acuerdo al fallo al que tuvo acceso Rosario3.com, Paula fue hallada ese 21 de enero a las 3.10 de la mañana por la policía en Pellegrini y Felipe Moré. Bañada en sangre, trataba de reanimar a su marido que yacía muerto en la vereda.
En la reconstrucción de los hechos, resultaron clave los testimonios de vecinos y allegados a la familia que dieron cuenta de un “conflicto de hondura y raigambre profunda entre la pareja”, pero sobre todo de A., la hija mayor del matrimonio que esa madrugada vio todo. Además, ella misma sufrió en carne propia las agresiones de su padre; no así su hermanito de –ahora– siete años que permanecía ajeno a la ira de Ariel. Un caso típico de violencia de género.
Según su relato, el ruido de unos golpes fuera de su habitación la obligaron a salir de la cama. Eran cerca de las 3 de la mañana.
“Vi que mi papá la estaba agarrando del cuello a mi mamá y mi mamá me decía que me fuera a buscar la policía y mi papá me decía que fuera a la casa de mi abuelo. Así que le hice caso a mi papá y me fui a buscar a mi abuelo, porque ahí en ese lugar que me dijo mi mamá que vaya a buscar a la policía no estaba, era un lugar a la vuelta derecho”, contó la pequeña que cuando regresó a su casa notó que Paula se agarraba con dolor el vientre y le gritaba a su esposo que dejara de golpearla.
“Entonces mi mamá agarró un cuchillo y se lo clavó a mi papá en el pecho”, completó la nena. En tanto, la mujer aseguró que no había querido matarlo.
En su declaración, contó que Ariel había tomado un cuchillo tipo carnicero de la mesada y amenazado con matarla. Pero ella fue más rápida, manoteó el utensilio de 15 centímetros y se lo asestó en el tórax.
Concluido el proceso judicial, el ministerio fiscal mantuvo su postura incriminatoria y pidió para Paula la pena de 15 años correspondiente a homicidio simple. Sin embargo, el Juzgado entendió que actuó en legítima defensa en virtud de una historia de violencia que la tuvo como principal protagonista y víctima, aunque admitió el exceso en la defensa.
Así, de un momento para otro, una madrugada de verano, la víctima se convirtió en victimario.