“Gracias a Dios, se murió De La Sota”. Con esta frase, la diputada Elisa Carrió intentó en Córdoba respaldar la candidatura a gobernador del radical Mario Negri en el arco de Cambiemos. Horas antes, en el programa De 12 a 14 (El Tres), había dicho que “votar a Antonio Bonfatti era votar por (la organización narcocriminal) Los Monos”. Fue en respaldo de la candidatura de José Corral y Anita Martínez en su carrera a la Casa Gris. Después, dos días casi, intentó desclavar esos dardos aludiendo a una presunta “desestabilidad emocional” (sic). Lo hizo luego de ser filmada tomando con agua varias pastillas al hilo.
En la última semana, se sucedieron declaraciones de altísimo voltaje que no parecen desencajadas de las estrategias de los distintos sectores. “A veces a los candidatos, hay que levantarlos”, reflexiona un experimentado politólogo que participó de varias campañas electorales en el ámbito local. Quien esté atento notará que cuando son mayores las posibilidades de triunfar, más hacia la concordia apuntan los candidatos y sus principales espadas mediáticas. Cuando menos chances tienen, el diseño de la persuasión parece errático y las promesas no conocen de límites.
A la intendencia, descontrolados
Por ejemplo en Rosario, Roberto Sukerman aparece tanto con críticas a las frases de Carrió como con propuestas para intentar colocarse en un espacio alternativo a la otra grieta, la local, al intentar superar la instancia de tensión entre socialismo y Cambiemos en Santa Fe. Si bien forma parte del kirchnerismo, se cuida de no aparecer inmediatamente ligado a la imagen triunfalista y confrontativa que fue sello de esa expresión peronista cuando fue gobierno. Y va primero en las encuestas. No tiene interna, claro está.
En el caso de Roy López Molina, que disputa con Jorge Boasso, la escena tiene un grado mayor de tensión. El experimentado ex concejal le reclama a su joven adversario que apruebe las materias “calle 1, calle 2 y calle 3”, en alusión a su posible falta de experiencia. Roy, en cambio, sostiene que “ahora sí” contar con el apoyo de Patricia Bullrich (ministra de Seguridad de la Nación) para ponerse “al frente” de la lucha contra la inseguridad. ¿Cómo “ahora sí”? ¿Y hasta acá qué pasó? ¿Quién recateó apoyo? ¿Depende del partido político? Grave.
Pero esto no es todo. Hasta aquí hablamos de candidatos instalados. Veamos qué sucede con aquellos que se quiere instalar. En el arco del Frente Progresista, tanto Pablo Javkin como Verónica Irizar gozan de buena consideración entre propios. También ante algunos extraños, aunque no todos, claro está. Lo preocupante para los organizadores de campaña es el nivel de desconocimiento con que arrancó la joven pero experimentada ex secretaria de Hacienda municipal y actual concejala socialista.
Tanta es la preocupación que este tema generó que, en el nacimiento de la primera bebé del año en la Salud Pública (en la Maternidad Martin), un acto meramente institucional, junto a la intendenta Mónica Fein salió Verónica Irizar. Sí, en las fotos. Fue el primer día del año. Ese fue el comienzo.
En una entrevista con Sergio Roulier en De12a14, el candidato Pablo Javkin aludió al poder del “aparato” del oficialismo. Paradójicamente, aunque forme parte del mismo oficialismo, denunció que esta campaña era una pelea de “David contra Goliat. Contra Goliat, los empleados de Goliat, los parientes de Goliat, el socio de Goliat. El marketing, los regalos, las campañas millonarias para conseguir un voto…”, disparó.
El precandidato denunció que el oficialismo hace uso tanto de entrega de kits de prevención sexual (preservativos con el sello del Ministerio –hoy secretaría– de Salud de la Nación), como de viviendas de los programas del gobierno de Santa Fe. Es el mismo signo político. Aunque son dos administraciones diferentes.
Sandra Arce, una referente barrial de San Francisquito que militó en el partido Miles (el de Luis D’Elía a nivel nacional) y que hoy pertenece a Federación Tierra y Vivienda (FTV), subió a su cuenta de Facebook un día de visita del equipo de campaña de Irizar en el que se repartió comida. En las fotos se ven bolsones con alimentos y algunas prepizzas, envueltas en bolsas de plástico. ¿Lo necesitan? Muy probablemente. ¿Es ilegal? No. ¿Éticamente reprochable? Y, al menos hay que pensarlo.
El concejal denunció que el 11 de abril, en el Club Provincial, se llevó a cabo un acto con referentes sociales que tienen grados de vinculación con la Municipalidad. Alrededor de 2.500 personas que fueron incentivadas a invitar a votar por el espacio. Esto no sería tan serio si no fuera porque en algún punto dependen de programas de trabajo que cuentan con recursos municipales.
En los primeros días de abril, la intendenta municipal Mónica Fein y el gobernador Miguel Lifschitz dejaron habilitado un nuevo sector de la obra de pavimentación de la avenida 27 de Febrero, en el marco del Plan Abre. También hicieron entrega de viviendas, contempladas en este ambicioso plan ideado por Antonio Bonfatti. Allí estuvieron también Irizar y Susana Rueda, que encabeza su lista de concejales. Las obras son de Santa Fe, del gobierno de Lifschitz. Las viviendas también. Entonces, ¿cómo se explica la presencia de una candidata a intendenta, con todo respeto y valorando que se trata efectivamente de una persona preparada? Lo mismo corre para Rueda. Indudablemente ambas tienen toda la capacidad para ocupar los cargos para los que se candidatean. Pero, ¿es necesario? ¿Entregan casas en calidad de qué? ¿De precandidatas?.
Pero el propio Javkin, hoy denunciante de estas maniobras, fue candidato del oficialismo y como tal recibió un fuerte respaldo de campaña de Mónica Lifschitz en 2017, cuando se postuló a concejal y salió tercero. En ese momento formaba parte del gabinete de Mónica Fein. Eso significó también recibir favores del "aparato".
Desconocimiento
Cuando los candidatos están lejos de los objetivos, la desesperación le muerde los talones a los equipos de campaña.
¿Cuál es el sentido y qué esconden este tipo de estrategias comunicacionales? Con candidatos que muestran solvencia (algunos más y otros menos), en todas las listas, ¿por qué se recurre a esto? Hay una palabra que nos puede ayudar: desconocimiento.
Sin dar cifras, esa palabra resume el temor a que un candidato o candidata no sea elegida en la provincia de la boleta única, el mecanismo que asegura la elección por cada categoría. Cuando el desconocimiento es alto, se aumenta proporcionalmente el volumen de sus apariciones en actos públicos convertidos en proselitistas.
Cuidado, también hay desconocimiento entre miembros de la misma fuerza. Si, algunos no se conocen. Carrió admitió que bautiza “Diego” a Marcelo Megna porque no retiene su nombre. Se refirió al precandidato en una de las listas de Cambiemos como “el cocinero”. Su padrino político en Rosario, Eugenio Malaponte, tampoco es gran conocido de Lilita. La legisladora vino a Rosario a respaldar tanto a Corral y Anita como a Malaponte y Megna a El Tres. En una revelación inesperada y de las más curiosas, una carta rescatada del cesto de basura aclara que Malaponte no tiene tanta relación con Carrió. Redactada prolijamente en computadora, Eugenio se dirige a Lilita en tono afectuoso. Le cuenta que ella “forma parte de su vida” porque “lo marcó”, aunque admite que ella no lo conoce a él. En fin. Es una conversación privada, aunque la propia diputada haya dejado descartado y abierto el escrito en un cesto del canal.
¿Viene a respaldar a un candidato que no conoce? Puede ser. No sería nuevo. Lo que le quita es credibilidad.
Corral pidió votos para él y los candidatos de Cambiemos en jardines maternales de barrios humildes santafesinos. Esos jardines dependen de su gobierno, por lo que generó indignación y repudio en redes sociales.
Buena oferta
Se trata de ser creíbles y, la verdad, los candidatos de Rosario con chances de llegar se diferencian en algo de los que compiten en otros cargos: todos tienen solidez. Algunos más, otros menos, pero Rosario tiene buena oferta de candidatos. Los cuatro con chances de gobernar representan además una renovación dirigencial más que necesaria. En otros ámbitos, con esto no podemos ni soñar. Pero lo que no hay que hacer para ganar es morder la banquina.