Brasil evalúa los daños medioambientales que dejó el desastre minero en la ciudad de Brumadinho, una de las peores tragedias ecológicas del país y en la que murieron al menos 121 personas, mientras los equipos de rescate continúan buscando a más de 200 desaparecidos.

"Es una burbuja de muerte", así define la coordinadora de la Fundación SOS Mata Atlántica, Malu Ribeiro, la situación del río Paraopeba, destruido por el rastro de lodo y residuos que sepultó la ciudad de Brumadinho y, con ella, varios ecosistemas de uno de los mayores biomas del mundo en materia de biodiversidad.

"Hay un silencio devastador en el agua, el bosque destruido, no se escucha ni un pajarito. Adentras una burbuja de muerte, el olor del material ya en descomposición, de animales y peces, árboles arrancados. Aquí podemos oler la muerte", describió Ribeiro en declaraciones a la agencia EFE.

Según datos preliminares del Instituto Brasileño del Medioambiente (Ibama), el alud de lodo provocado por el colapso de una presa del gigante minero Vale el último día 25 destruyó, hasta ahora, unas 270 hectáreas, de las que 190 –equivalente a 200 campos de fútbol– son de vegetación nativa de la Mata Atlántica.

La catástrofe va más allá de la tragedia humana, que ha dejado por el momento 121 muertos y 226 desaparecidos, según el último balance publicado este sábado por el Cuerpo de Bomberos de Minas Gerais (sudeste), que continúa las búsquedas por el noveno día consecutivo.

El lodo y las toxinas expelidas por los residuos minerales inhumaron también un sinnúmero de especies de la fauna y flora nativa en un daño ambiental "irreparable" y cuya magnitud total solo será posible conocer dentro de años, explicó Ribeiro.

"A lo largo de los 45 kilómetros que ya hemos recogido, el río está completamente muerto. Los análisis apuntaron un nivel cero de oxígeno, que es el principal bioindicador de vida clásica", dijo.

Foto satelital del Observatorio Terrestre de la Nasa/ EFE


"Esto ni siquiera puede ser considerado como agua. Es como si estuviera dentro de una pesadilla, un déja-vu, porque creía que jamás volvería a ver este nivel de destrucción", agregó Ribeiro, quien también trabajó en el desastre ocurrido tan solo tres años antes en la localidad de Mariana, cuando la ruptura de los diques de otra represa, también de Vale, se cobró 19 vidas y destruyó la cuenca del río Doce.

Hace nueve días, Brumadinho, de unos 34.000 habitantes, albergaba uno de los biomas más ricos y diversos del planeta.

Ahora, en esta "burbuja de muerte", relató la coordinadora, el "silencio estremecedor" solo se rompe por el ruido de los helicópteros.
Unos videos que salieron a la luz muestran el momento exacto de la ruptura de la presa, en los que se ve como el alud de lodo se traga al instante a varias personas que intentaban darse a la fuga en coches, tractores o incluso a pie.

En medio a este escenario "irreal" y "criminal", más de 500 personas que trabajan en los servicios de búsqueda y rescate depositan día tras día toda su energía e integridad física en los esfuerzos para localizar víctimas, recuperar cuerpos y hallar señales de vida, cada vez menos probables.

Es el caso de la veterinaria Laiza Bonela, quien comanda un equipo de 30 profesionales centrados en el rescate de animales que siguen atrapados en el río de lodo.

"En el primer sobrevuelo del área que hice, mi diagnóstico como veterinaria fue pensar que ninguna forma de vida sería capaz de sobrevivir en este ambiente", afirmó Bonela.

Una vez en el suelo firme, sin embargo, el equipo veterinario fue capaz de rescatar a más de 100 animales, entre perros, gatos, aves, anfibios, vacas y hasta algunas especies silvestres.

No obstante, muchos de los animales localizados se encuentran "bastante debilitados", por lo que, en la mayoría de los casos, necesitan ser sacrificados.

En línea, el coordinador del equipo de atención a emergencias del Instituto Brasileño del Medio Ambiente (Ibama), Marcelo Amorim, aseguró a Efe que "esta es, sin duda, una de las mayores tragedias ambientales del mundo", aunque ponderó que todavía es "muy difícil" hacer una proyección "precisa" acerca del tiempo de recuperación necesario.

"En pérdidas de vida humana, (Brumadinho) podría sobrepasar los 300 muertos, si consideramos el número de desaparecidos", señaló Amorim.
En caso de que la estimativa se confirme, ésta se convertiría en la mayor tragedia de ruptura de presas minerales de las últimas tres décadas ya que, según un informe de la ONU del año pasado, la peor catástrofe de este tipo fue en 1985, cuando un alud de lodo soterró a dos ciudades en el norte de Italia y mató a 268 personas.