Las principales calles del centro de Estambul fueron cerradas al tráfico rodado hoy para evitar problemas a lo largo de los ocho kilómetros que recorrerá la comitiva fúnebre del asesinado periodista armenio Hrant Dink.
Desde primeras horas de la mañana, los ciudadanos de Estambul comenzaron a concentrarse alrededor de las oficinas del periódico armenio Agos, que dirigía Dink, desde donde partirá a la manifestación.
Unidades de policía antidisturbios protegerán la marcha y parejas de uniformados estaban apostadas en cada esquina de su recorrido en unas medidas de seguridad que recuerdan la reciente visita papal.
La ceremonia religiosa se realizará en la iglesia de Meryem Ana y posteriormente los restos mortales de Hrant Dink serán enterrados en el cementerio armenio de Balikli.
Las autoridades turcas han invitado al funeral a personalidades de la diáspora armenia y de la República de Armenia, con la que Turquía no tiene relaciones diplomáticas, lo que se ha considerado como un gesto de buena voluntad por parte de Ankara.
También fueron invitados al funeral el presidente de la República y el primer ministro, que estará representado por un ministro o un secretario de Estado.
El gobernador de Estambul, Muammer Güler, pidió ayer a los ciudadanos que se abstengan todo lo posible de circular con automóviles, pues las principales vías de Estambul permanecerán cerradas al tráfico durante buena parte del día.
Un hombre querido por todos
Agos, el periódico donde trabajaba como director Hrant Dink, asesinado el pasado viernes en Estambul por un nacionalista turco, significa en armenio "el surco del arado en el campo" y sus funerales, el martes, demostrarán que ningún arado podía haber dejado una huella más profunda en este país.
Era un amigo, compañero de este corresponsal y un gran hijo de su país, Turquía. Millones de personas en este país han sentido en lo profundo de sus corazones, desgraciadamente sólo después de su muerte, que era un gran patriota.
Deseaba una Turquía en la que todos, turcos, kurdos, árabes, chechenes, armenios, albaneses, musulmanes y no musulmanes, vivieran en paz, en armonía y plena democracia. Por eso le escogieron como blanco. Era la voz de la paz, del sentido común y del humanismo. Turquía le debe mucho, precisamente porque con su muerte puso hincapié en estos valores.
Era la voz de unos 50.000 armenios que viven en Turquía, una voz que tan sólo se oía para construir puentes entre turcos y armenios, una voz que ponía furiosos tanto a los nacionalistas turcos como a los armenios más conservadores.
Sus asesinos le acusaban de ser un traidor. Nalan Saskin, una periodista de su ciudad natal, Malatya, en Anatolia oriental, le dedicó un artículo en el que decía: "¿Se ha visto alguna vez a un traidor con un agujero en la suela de sus zapatos?"
Podía haberse ido fácilmente a vivir cómodamente a otro país. En una de sus últimas entrevistas para el servicio turco de la emisora británica BBC, Hrant dijo que nunca había pensado vivir en otro sitio que no fuese Estambul.
Fue educado en un orfanato armenio, estudió en universidades turcas, sirvió en el Ejército turco y tomó parte en todas las etapas de la lucha del país por la democratización. Pero también convirtió el periódico Agos en la voz democrática de la oposición de Turquía, que pretendía contribuir al diálogo entre turcos y armenios.
Cuando los políticos turcos venían con una frase retórica de que "no les darían ni tres guijarros a los armenios", él solía contestar con la siguiente anécdota: Una anciana armenia murió en un pueblo de la provincia de Sivas, Anatolia central, y sus habitantes pidieron a Dink que buscase a sus familiares.
Surgió una disputa sobre si se debía enterrar a la mujer en tierra armenia, o no, y Dink comentó en dirección a los defensores de la teoría de los "tres guijarros": "Los armenios aspiramos a tener esta tierra porque aquí están nuestras raíces. Pero no os preocupéis. No queremos quitárosla, sino sólo venir para ser enterrados aquí".
Fue acusado y condenado por "insultar la identidad turca", una actitud que rechazaba y que había jurado combatir.
En el artículo por el que estuvo acusado porque advertía a los armenios del "envenenamiento de la sangre", exhortaba en realidad a los armenios a que dejaran de centrarse en los turcos como adversarios para centrarse más en el bienestar de su pueblo.
Más que cualquier otro turco estaba afligido por la tragedia de su pueblo entre 1915 y 1917, cuando entre un millón y un millón y medio de armenios, según diversas versiones, murieron bajo el Imperio otomano, el predecesor de la actual Turquía.
Ahora turcos y armenios debaten sobre si se puede o no emplear el término "genocidio" y sobre cuántas víctimas hubo realmente, pero Hrant nunca permitió que zozobrara el diálogo entre turcos y armenios por culpa de este término.
Era un periodista y luchador por la libertad, por eso no se plegaba a las soluciones fáciles y solía defender posturas contradictorias, difíciles a veces de comprender por ambas partes.
Iba a ser encarcelado en Turquía por usar el término "genocidio", y por otra parte estaba dispuesto a ir a la cárcel en Francia por negar el genocidio de miles de compatriotas hace más de 90 años, tras aprobar el Parlamento francés el castigo para la negación de esta matanza.
Fuente: EFE