Viernes a la noche con salida y alcohol, sábado de culpa y visita al gimnasio para quemar las calorías incorporadas horas antes. Se trata de un comportamiento recurrente de muchos jóvenes, pero está completamente desaconsejado por los médicos por sus nefastas consecuencias.
Horas después de un exceso de alcohol, este provoca acidosis (acumulación de ácido) que, sumada al ácido láctico que se produce por el ejercicio físico, lleva a un aumento de riesgo de lesión muscular. Además, estos no se encuentran en su mejor momento y necesitan reposo, según consignó el diario El País.
Pero este no es el único riesgo, ya que ir al gimnasio en plena resaca también incrementa el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular. Ocurre que al no haber descansado lo suficiente, la frecuencia cardíaca al inicio del ejercicio físico es superior a la habitual.
Por otro lado, cuando se bebió en exceso, el nivel de deshidratación es alto, ya que el alcohol inhibe la hormona que controla la reabsorción de agua. Esto puede llevar a sufrir calambres por un cansancio superior al habitual.
Por último, el alcohol provoca una vasodilatación, con la consecuente pérdida de temperatura corporal. Por todas estas razones, los expertos aconsejan, en caso de haber bebido más alcohol de la cuenta la noche anterior, optar por ejercicios más relajados como caminar o andar en bicicleta.