Es común que después de estudiar por horas, tengamos la sensación de que nos quedó la mente en blanco. Esto ocurre cuando se viven momentos de gran tensión emocional, lo que pone nuestro cuerpo en alerta y produce un estrés que puede afectar nuestra memoria. Lo bueno es que una vez relajados, esos recuerdos reaparecen.
Para acelerar el proceso de relajación, existen técnicas que ayudan a gestionar mejor los pensamientos, sentimientos y emociones. El sitio Educación 3.0 mencionó algunas de ellas:
- Planificar. No dejar todo para el último momento.
- Asegurarse que antes de estudiar un tema se comprende.
- Intentar aprender los temarios con palabras propias, elaborar resúmenes y evitando aprender todo de memoria.
- Ayudarse de esquemas y grabaciones, y combinar el aprendizaje visual con el auditivo.
- Usar reglas mnemotécnicas (memorizar conceptos a través de otras palabras que no tienen porqué estar relacionadas con el tema en cuestión).
- Evitar repasar en el último momento. No se va a a adquirir lo que no se ha aprendido antes y sólo se consigue que uno se ponga más nervioso.
- Hacer simulacros de examen.
- Intentar dormir bien antes de un examen y no estudiar esa noche. En caso de no conciliar el sueño, tomarse un té de tilo puede ser de gran ayuda.
- Antes del examen, respirar profundamente tres o cuatro veces. Si pese a ello se sigue estando muy nervioso, usar de una pelota antiestrés.
- Evitar pensamientos negativos e intentar suplirlos por fortalezas.
- Si el examen es escrito, antes de contestar se recomienda hacer un esquema mental previo y preparar en una hoja aparte los conceptos que se recuerdan de forma ordenada.