El estrés laboral es uno de los principales problemas de salud de la actualidad, y consiste en una respuesta fisiológica del organismo ante lo que considera amenazas que pueden alterar nuestra forma de actuar o pensar.
Genéticamente hablando, el estrés era la reacción que preparaba a los primeros hombres ante situaciones de alerta, con el fin de que pudieran reaccionar rápido y así sobrevivir. Un nivel correcto de estrés es beneficioso porque puede hacernos pensar con mayor claridad, fijarnos más en los detalles o trabajar más rápido.
Sin embargo cuando se sobrepasa cierto límite, sentimos que no podemos hacer frente a esa amenaza, el cuerpo se bloquea y esto puede derivar en enfermedades y trastornos graves. En el trabajo esto puede producirse por un exceso de tareas asignadas o una desorganización, todo lo cual termina afectando la calidad de vida.
Muy Interesante brindó una serie de tips para no dejarse vencer por el estrés:
Identificar qué es lo que nos estresa: es esencial para poder combatirlo o saber cómo reaccionar la próxima vez ante el mismo estímulo.
Respuesta positiva: es común recurrir a excesos de comida o alcohol para eludir el estrés, pero lo mejor es combatirlo con opciones saludables como el ejercicio físico, el yoga o simplemente viendo una película.
Poner límites: la tecnología nos permite estar disponibles las 24 horas, lo que nos expone a más situaciones estresantes. Hay que fijarse límites como poner el teléfono en silencio cuando volvemos a casa o no mirar el mail laboral a la salida del trabajo.
Descansar: desconectar del trabajo cuando nos encontramos fuera de la oficina es requisito imprescindible para que el estrés no se vuelva crónico y para que rindamos mucho mejor en el trabajo.
Hablar con los superiores y familia: en el ámbito laboral se debe buscar crear un ambiente de trabajo agradable y lo menos estresante posible. En casa se puede contar con la ayuda familiar para no seguir cargando de problemas una vez que se sale del trabajo.
Organizarse: fijar una serie de propósitos diarios ayudará a que nuestra mente se estructure y funcione a mejor ritmo, haciendo que nos resulte más sencillo trabajar. Si a esto se le agrega organización externa, como ambiente cómodo de trabajo, el tiempo será mucho más provechoso.
Delegar: no se trata de quitarse de encima el problema sino de repartir el trabajo para fortalecer el equipo y concentrarse en tareas más específicas para no distraer la atención.
Tomarse cinco minutos: antes de colapsar por el trabajo, es mejor frenar un ratito, serenarse y así volver a tomar el control de la situación.
Aprender a relajarse: la relajación progresiva de Jacobson, un método por el que se consigue una relajación corporal y mental en pocos minutos, resulta especialmente efectiva y surte efecto en poco tiempo una vez se controla.
Recuperar la ilusión por el trabajo: puede ser a través de mejorar la relación con los compañeros, de sentirse a gusto en el lugar de trabajo o por un redescubrimiento de la pasión perdida. Lo importante es encontrar esa chispa que aún brilla.
Trabajar para vivir, no vivir para trabajar: el trabajo, para que se realice en un marco sano, debe ser una herramienta para ganarse la vida pero no el centro de ella.