Para describirlo de una manera sencilla el Síndrome de Lázaro es la “autorresucitación” de una persona después de que fue declarada oficialmente muerta. En su tecnicismo se define como un retraso en el retorno de la circulación espontánea después de haber cesado con la reanimación cardiopulmonar del individuo en cuestión.
Por consiguiente, un paciente que es declarado muerto tras la reanimación experimenta un retorno improvisado a las actividad cardíaca y “vuelven a la vida”, según un informe de la revista Muy Interesante.
El Síndrome quedó contemplado por los especialistas en 1982 y desde entonces se han registrados 38 casos, el último de ellos fue en 2014 cuando un hombre de 78 años, en los Estados Unidos fue declarado muerto y al día siguiente despertó en una bolsa dentro de la morgue.
Según las estadísticas, una investigación de hace casi una década realizada por el director de la British Geriatrics Society, Vedamurthy Adhiyaman, el 82 por cientos de los casos de síndrome Lázaro la auto resucitación se produjo 10 minutos después de haber terminado la reanimación cardiopulmonar, de entre ellos el 45 por ciento tuvo una buena recuperación neurológica.
A pesar de lo extraño que parezca la situación, los científicos aseguran que la “autorresucitación” es mucho más común de lo que se cree o lo que indican los estudios. Uno de los motivos recae sobre el accionar del médico que practica la reanimación y la duda sobre su experiencia en determinados casos que lleva al descrédito de sus colegas.
Algunos estudios indican que este fenómeno puede ocurrir como consecuencia de una acumulación de presión en el tórax causada por la reanimación cardiopulmonar y explican en el mismo medio, que una vez que ésta se detiene, la presión puede liberarse gradualmente y poner en marcha de nuevo el corazón. Aunque otra teoría indica que podría ser debido a las hiperpotasemia, en la que los niveles sanguíneos de potasio son demasiado altos.