Sí, la ausencia presidencial, decidida a último momento por Mauricio Macri, transformó el acto formal del Día de la Bandera en Rosario, que fue breve y vaciado de contenido político, para dejar el protagonismo al desfile cívico.
Recién a las 11, cuando los ex combatientes de Malvinas comenzaron a caminar por la avenida Belgrano, la fiesta empezó a tomar el color y el calor que, en realidad, ya se palpitaba en el parque lindero, donde se cocinaban los asados a la estaca.
Luego, el paso de una parte de la bandera más larga del mundo, la del Proyecto Alta en el Cielo, quedó en claro que la gente se había apropiado de una celebración a la que le sacó el cuerpo el gobierno nacional. Algo que, al menos, sirvió para que no hubiera vallados y los asistentes se movilizaran por la zona sin limitaciones.
"Es una fiesta de la gente, de los vecinos, de las instituciones", celebró en ese momento, mirando el paso del desfile cívico junto a la intendenta Mónica Fein.
"Es hermoso ver a esta gente manifestarse con libertad", agregó Fein.
Breve protocolo
Dos horas antes fue el acto protocolar. Unos quince minutos duró apenas y sólo habló la intendenta, mientras que evitó hacerlo el gobernador. La jefa comunal no hizo referencia alguna a la ausencia de Macri, e hizo un discurso con referencias históricas y una reinvidicación de la figura de Manuel Belgrano.
Luego, cadetes y soldados realizaron la jura de la bandera y listo. Acto terminado.
El propio gobernador dijo luego, ante los medios, que la idea era recuperar la fiesta para la gente, cederle a ella el protagonismo y que por eso decidió no hablar.
Desde muy temprano, las inmediaciones del Monumento a la Bandera comenzaron a palpitar la celebración. Vendedores ambulantes, agentes de tránsito y de fuerzas de seguridad se acercaron al lugar.
Al no venir el presidente se levantaron vallados y también quienes protestaban contra su política económica pudieron llegar con sus banderas a la zona del Monumento.