Estar solos puede resultar placentero si es el resultado de una decisión personal; escuchar el silencio en la casa vacía puede sonar a música para los oídos después de un día infernal de trabajo y problemas; pero quedarse sin compañía y necesitarla al mismo tiempo, puede derivar no sólo en sentimientos de tristeza, sino también en enfermedades psíquicas como la depresión. Según la Organización Mundial de la Salud, la soledad y la pérdida de autonomía son algunas de las causas de la depresión entre las personas de edad avanzada, aunque no son sólo los mayores los afectados. La primera ministra británica, Theresa May, anunció la creación de una secretaría de Estado para tratar el problema de la soledad, que afecta a más de 9 millones de personas jóvenes y mayores, en el Reino Unido.
La situación en el Reino Unido
Tracey Crouch, actual secretaria de Deporte y Sociedad Civil, asumirá su nueva función al frente de la mencionada secretaría, que pretende actuar contra la soledad que "sufren las personas ancianas, los que han perdido a seres queridos y aquellos que no tienen con quien hablar".
Crouch continuará con la iniciativa impulsada por la diputada Jo Cox, asesinada en junio de 2016 tras recibir varias puñaladas y disparos de un hombre relacionado con la ultraderecha.
En un comunicado, May destacó que Cox reconoció el aumento del problema de la soledad en el Reino Unido e hizo todo lo que pudo para ayudar a los afectados.
Se estima que la mitad de las personas de 75 años o más viven solas, sin relacionarse con gente durante días o semanas.
La primera ministra confirmó que este proyecto continuará con el legado de Cox e indicó que trabajará con los diferentes actores relacionados con el problema para crear una estrategia de gobierno.
Se estima que la mitad de las personas de 75 años o más –cerca de dos millones en el Reino Unido– viven solas, muchas de ellas sin relacionarse con gente durante días e incluso semanas.
Crouch resaltó que Cox "se preocupó con mucha devoción" de este drama social, por lo que "honraremos su memoria solucionándolo, ayudando a millones de personas en el Reino Unido que se sienten solas".
Neoliberalismo, descolectivización laboral y soledad
Norma Valentino, docente de Sociología (UNR), explicó en diálogo con el programa A la Vuelta (Radio 2) que el tema de la soledad llega a la política como un problema de la salud pública.
“Eso no está mal –dice– porque se está tomando conciencia de lo que genera la soledad. El investigador John Cacioppo considera a la soledad como una nueva epidemia, tal como lo es la obesidad, por el daño físico y psíquico que trae aparejado, y se presenta como un problema de los países superindustrializados de Europa, entre los que se destacan Inglaterra y Dinamarca. El tema –señala la docente– es que hay que buscar las causas”.
“En esa misión de indagar sobre las causales de la soledad, entendida como problema social, en Argentina enfocamos el tema desde la Sociología del Trabajo, porque las nuevas formas de gestión del trabajo, surgidas a partir de la aplicación de políticas neoliberales al ámbito productivo, fomentan la «impronta de la descolectivización» que va desde la competencia entre los trabajadores, hasta la ruptura de ancestrales solidaridades de oficio, pasando por el descrédito a los sindicatos –a los cuales se ataca– y al derecho laboral, para ir directamente contra el mismo estado social”, explica la docente, y apunta que “hay un cambio cultural implícito hacia la hiperindividualización, en la que el sujeto mismo se transforma en una mercancía”.
Las nuevas formas de gestión del trabajo, surgidas a partir de la aplicación de políticas neoliberales al ámbito productivo, fomentan la «impronta de la descolectivización».
Según analiza, “esta lógica de la mercancía va invadiendo espacios que antes pertenecían a otros ámbitos mucho más comunitarios, como puede ser la familia. Lo que años atrás era una función familiar, aparece como algo mercantilizado o que ha tomado el Estado: desde la guardería para los niños hasta los geriátricos para la gente más grande. De este modo –señala– se van forjando espacios donde se rompen esos vínculos afectivos y comunitarios y el sujeto queda muy autónomo y muy libre, pero al mismo tiempo, muy solo y desprovisto de soportes afectivos”.
Otra cuestión derivada del capitalismo y de las nuevas formas de gestionar el trabajo, es el empleo a distancia. Muchas personas trabajan desde su domicilio mediante una computadora y esto ha llevado a que el espacio productivo invada el espacio doméstico y borre cualquier tipo de límite.
“Este fenómeno –afirma Valentino– lleva a la autoexplotación de la persona, que es mucho más fuerte que la que se produce en el piso de una industria y quita tiempo al ámbito familiar. No sólo hay adultos mayores que sufren soledad; también hay niños que padecen soledad y desatención parental. Eso también es grave”, sostiene, e invita a reparar en la situación de calle en la que viven muchas personas.
“Hay muchos inmigrantes y refugiados que están en esa situación, no sólo en Inglaterra, sino también en Argentina. En nuestra sociedad hay personas en situación de calle que están absolutamente solas y quizás intercambian muy pocas palabras con otros”.
¿De qué hablamos cuando hablamos de soledad?
“Inglaterra es una cultura pragmática, con fuertes raíces liberales e individualistas –explica Isolina Dabove, directora del Centro de Investigaciones en Derecho de la Vejez de la Universidad Nacional de Rosario–; sin embargo, fue Inglaterra el país que empezó a tomar a su cargo, desde el punto de vista del Estado, la problemática de la pobreza. Esto ocurrió con Isabel de Inglaterra, en el siglo XVI, e hizo que los otros Estados Modernos que se estaban constituyendo comenzaran a ocuparse del tema. Esta fue la base para lo que hoy conocemos como la seguridad social”.
“A mi criterio –señala Dabove– la soledad es un flagelo de nuestra cultura, en todas las etapas de la vida, que curiosamente, ha suscitado interés político en una comunidad como la británica, tan liberal y, al mismo tiempo, sensible a estas cuestiones”.
La investigadora destaca que también son importantes los cambios en la estructura demográfica, ya que hubo un decrecimiento en la tasa de natalidad: “Las familias se han achicado, han disminuido el número de integrantes y eso también aumenta el riesgo de que cada uno de nosotros se quede solo en algún momento. Si en cada familia se tienen uno o dos hijos o bien se producen separaciones, por ejemplo, es muy probable que todos podamos estar en el lugar de alguien solo”.
El estudio realizado en Gran Bretaña determinó que unas 200 mil personas mayores no habían tenido una conversación con un amigo o un pariente en más de un mes, pero es importante analizar todos los medios a través de los cuales las personas pueden relacionarse, no sólo el diálogo cara a cara.
“En la actualidad –señala Dabove– podemos encontrar personas que a pesar de vivir solas, están absolutamente conectadas virtualmente; tienen muchos amigos en Facebook o interactúan en Twitter y quizás no se sientan solas. En este sentido, hay que apuntar que la soledad tiene un costado subjetivo y la tecnología de la comunicación es ambivalente. A algunas personas las encierra más y las aisla en un mundo virtual que sólo pasa por sus cabezas, mientras que a otras las mantiene vinculadas e incluso las estimula a mantener hasta contacto físico con el otro. Creo que la secretaría de Estado que se creó en Inglaterra apunta a la soledad física y se propone trabajar los estragos negativos”.
Hay muchas personas mayores que van al consultorio para que alguien las toque, las abrace o las mire a los ojos.
En este punto, es útil mencionar que no todas las personas mayores tienen acceso a la comunicación tecnológica, y que aún en caso de acceder a ese canal de comunicación, el mismo no suple la necesidad de afecto y de contacto humano presencial.
“Hay muchas personas mayores que van al consultorio para que alguien los toque, los abrace o los mire a los ojos –dice la investigadora–; por eso hay múltiples estudios en torno a este tema. Desde el Derecho, lo llamativo de esta decisión británica es que la soledad no sólo aparece vinculada a una problemática de salud pública (por lo tanto un derecho básico humano fundamental), sino que además está ligada a un componente de la justicia”.
“La justicia es un valor que construimos con los demás, no para nosotros mismos. La idea de justicia aparece cuando nos vinculamos con alguien. En este marco, la soledad muestra la ruptura de la persona con los demás. Por lo tanto, en soledad, la persona ni siquiera tiene posibilidades de acceder a un mínimo de justicia. La soledad es lo contrario a la comunidad; la soledad es sinónimo de exclusión, de no pertenencia; es decir que la pertenencia, la inclusión y la comunidad son tres componentes centrales de la idea de justicia, según la filosofía del derecho actual”, concluye Dabove.