Un sacerdote de 53 años acusado de abuso sexual, fue beneficiado con prisión domiciliaria. El religioso cumplía funciones en el cottolengo Don Orione de General Lagos y sus víctimas estaban bajo su cuidado. Se conocieron tres, los tres con retraso madurativo. Una de ellas dijo que fue sometida durante ocho años. La dirección del cottolengo abrió una investigación canónica.
Según puiblicó el diario El Ciudadano, la Cámara de Apelaciones aceptó el pedido de la defensa y benefició con domiciliaria a Juan A., el religioso imputado por abusar de tres chicos con retraso madurativo.
Por orden del juez Javier Beltramone, vivirá en la casa de un párroco y tendrá una tobillera electrónica. Beltramone también resolvió que las víctimas serán entrevistadas en Cámara Gessell para continuar con la investigación.
En junio la fiscal Nora Marull imputó a Juan A. por los delitos de abuso sexual simple y gravemente ultrajante agravado por su condición de encargado de la guarda de tres chicos del cottolengo. El mes anterior, el director y la coordinadora de la institución habían denunciado el caso tras conocer la historia de Marcos.
Marcos tiene 20 años y vive en el cottolengo desde 2010. Según su relato, durante los últimos ocho años, el sacerdote abusó sexualmente de él en varias oportunidades. Es decir, la violencia comenzó cuando el muchacho tenía unos 12 años. Fue víctima de tocamientos en su dormitorio, en la pileta, en la casa del religioso y afuera del cottolengo. Además, el sacerdote le mandaba imágenes pornográficas por Whatsapp y en una oportunidad le practicó sexo oral.
Por su parte, a la hora de pedir la prisión domiciliaria, la defensa del sacerdote argumentó que pudo existir consentimiento entre el religioso y el chico porque no se probó que hubiera amenazas, intimidación o abuso de poder. También descartó el peligro de fuga ya que el acusado no tiene antecedentes, y propuso trasladarlo a una casa ubicada en España al 900 donde vive otro sacerdote que dirige una parroquia en la misma cuadra.
La fiscal se opuso, porque teme que al acusado se fugue a alguno de los países donde trabajó; y aparte porque el párroco que la defensa ofreció para recibirlo, da charlas a adolescentes y no cree que sea el sitio adecuado.