Aunque desde hace un año y medio reside en Jamaica como embajador de su país, Silva asegura no haberse olvidado de Rosario, sobre todo porque tres de sus hijos nacieron aquí y además por las características propias de la ciudad: “Rosario es una ciudad con mucha capacidad para encontrar su puesto o su especialidad, sobre todo en una región como Latinoamérica que es emergente. Rosario es una ciudad joven que tiene buena materia prima, buena universidad, gente con educación y el Congreso de la Lengua fue en cierta forma el símbolo de ese potencial", dice quien fuera uno de los impulsores más fervientes de Rosario como sede del III Congreso de la Lengua.
Sin dudas, el encuentro de relevancia internacional permitió a la ciudad hacerse conocer en el mundo y trascender más allá de su experiencia exitosa como anfitriona. Para Silva, “hoy sería importante que Rosario tomara ese legado y lo prolongara. Hay varias propuestas que yo tengo para eso, pero quienes deben decidir los rosarinos y sus autoridades”.
Entre los proyectos de continuidad, el ex cónsul español cita la necesidad de crear centros de seguimiento de la enseñanza del español en el mundo, nichos de enseñanza del español para los ciudadanos brasileños (que hay muchos) y centros de formación de profesorado, iniciativas que la ciudad deberá analizar y poner en práctica.
El modelo rosarino, según Silva, se ha ido afianzando con el tiempo. “Se evidencian señas de su identidad: el puerto, su tradición cultural como ciudad participativa, mediana, con gente joven con capacidad e instituciones dignas de participar en grandes emprendimientos”. En este enfoque, la ciudad tiene ventajas comparativas frente a las grandes urbes como Buenos Aires, donde es mucho más difícil integrar a los ciudadanos y vertebrar la participación su participación.
“En España ha habido casos de ciudades en decadencia como Bilbao que de repente se convirtió en una atracción turística como nunca había sido en la historia y también hay ciudades como Barcelona que en los últimos 25 años ha experimentado un proceso de transformación que la llevó a ser considerada como uno de los paradigmas de la modernidad. Por eso Rosario debe buscar nuevos horizontes", insiste Silva, que pide: "Movilicen a su gente de aquí a diez o quince años en torno a algo que le dé dimensión internacional".
A pesar de haber cambiado el río Paraná por el mar Caribe por cuestiones diplomáticas, el funcionario del gobierno español dice que no puede elegir una ciudad como la mejor para vivir. “La mejor es aquella en la que vives en ese momento", señala con convicción. "Porque cuando uno llega a un país para vivir varios años, lo primero que hace es comprometerse con su ciudad y ser parte de ella, aún con el baúl de los recuerdos a cuestas. De Rosario, concluye, me he llevado los mejores recuerdos”, concluye.