Xisco Gracia es un buzo de 54 años que quedó atrapado 60 horas en una cueva submarina en Mallorca, España, con escasas reservas de oxígeno, completamente a oscuras y sin comida.
Como parte de su rutina, Xisco se lanzó al mar junto a su compañero Guillem Mascaró para una expedición que consistía en explorar Sa Piqueta, una cueva con numerosas cavernas a un kilómetro de la entrada de un laberinto. Para llegar al lugar nadaron más de una hora.
Mientras Gracia buscaba muestras de roca de la zona, Mascaró se alejó para recopilar información topográfica en una cámara. Pero cuando emprendieron el regreso las cosas comenzaron a salir mal. Un cable guía que los llevaba a la superficie se cortó y se les dificultó encontrar la salida.
Mientras en tiempo corría el oxígeno de los tanques se consumía. Después de encontrar un lugar en donde había aire, los buzos discutieron las posibles opciones y llegaron a la conclusión: "Uno sale a pedir ayuda, el otro se queda".
"Decidimos que yo me quedaría y que Guillem iría a buscar ayuda. Él era más delgado y necesitaba menos aire. Mientras que yo tenía más experiencia en respirar el aire en la cueva, que tiene niveles de dióxido de carbono más elevados", explicó Gracia a la BBC.
Cuando Xisco quedó solo descubrió una roca grande y plana, con un espacio entre el agua y el techo de 12 metros y subió a descansar. Para entonces sus linternas habían dejado de funcionar y estaba completamente a oscuras. “No había mucho que pudiera hacer solo esperar que vinieran a rescatarme”, explicó.
El aire se comenzó a viciar y a medida que pasaba el tiempo el buceador iba perdiendo las esperanzas de que lo pudieran encontrar. “Creí que Guillem se había perdido, muerto y que nadie iba a ir por mí. Tenía dolor de cabeza y aunque estaba exhausto por la falta de oxígeno, me resultaba imposible dormir. Mi cerebro no paraba", recuerda.
Gracia comenzó con alucinaciones y perdió la noción del tiempo, escuchaba ruidos y veía luces. Pero en un momento de lucidez decidió nadar hacia donde había dejado su equipo para sacar un cuchillo. “Quería tenerlo como mi último recurso, en caso de que fuera necesario elegir entre morir rápido o lentamente".
Después muchas horas volvió a escuchar ruidos, pensó que eran nuevamente ideas suyas, pero se dio cuenta de que esta vez los sonidos eran reales e iban a buscarlo. “Los rescatistas habían intentado hacer un agujero en la roca para hacerle llegar comida y agua, pero los primeros intentos fracasaron”, explicó
El salvataje tomó unas ocho horas. Mientras el buzo recibía oxígeno, lo guiaron lentamente hacia la entrada. Salió de la cueva 60 horas después de haber ingresado.
Una vez recuperado, al mes después Xico volvió con su rutina habitual en las cuevas submarinas de Mallorca."He pasado 24 años explorando cuevas submarinas. Lo llevo en la sangre", concluyó