Mientras se desarrollaba la final de Rusia 2018 entre Francia y Croacia, al minuto 52, cuatro personas ingresaron a la cancha de manera simultánea y vestidas con una suerte de uniformes policiales antiguos. El partido se detuvo por unos minutos y las y los manifestantes fueron retirados por la policía.
El colectivo punk feminista Pussy Riot se adjudicó el ingreso y señaló que la intervención buscó reclamar por mayores libertades políticas en Rusia, así como el cese de las detenciones a manifestantes por los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBTTTIQ+ en el país.
Antes de ser desalojadas, una de las personas intercambió una palmada con un futbolista francés en el círculo central.
Minutos después, Pussy Riot emitió un comunicado en Twitter con una lista de exigencias al gobierno ruso.
“Hoy se cumplen 11 años de la muerte del gran poeta ruso Dmitry Prigov”, comienza el texto.
“Prigov creó una imagen de la policía como mensajera de una idea de nación celestial en la cultura rusa”. Según las Pussy Riot, la final del Mundial sirve como recordatorio de que “una policía celestial es posible en la Gran Rusia del futuro”, continúa.
Sobre el final del comunicado, reclaman que "liberen a todos los presos políticos", "nadie sea encarcelado por su apariencia", "no haya más arrestos ilegales en las manifestaciones", "se permita la competencia política en el país" y "no se fabriquen acusaciones criminales y no se mantenga a la gente en la cárcel sin razones".
Fundada en 2011 y con un número variable de integrantes, el grupo tiene una larga historia de activismo en Rusia impulsando posturas feministas, antirreligiosas, de oposición a la gestión del presidente Vladimir Putin y en apoyo a la comunidad LGBTTTIQ+.