Según una encuesta realizada por la Organización Mundial de la Salud, casi dos terceras partes de la población cree que la resistencia a los antibióticos es un problema que podría afectarlos a ellos y a sus familias. Sin embargo, el 64% de los entrevistados piensa que los antibióticos pueden usarse para tratar los resfríos y la gripe, pese a que no tienen ningún efecto en los virus de esta última. Además, cerca de una tercera parte asegura que debe dejar de tomar los antibióticos cuando se sienten mejor, en lugar de terminar el tratamiento recetado.

Rosario3.com recurrió al doctor Joaquín Bermejo, médico infectólogo, quien advirtió sobre la peligrosidad de la automedicación. “Con los antibióticos hay un efecto que no se obtiene con los otros medicamentos que es el impacto ecológico, lo que significa que en la medida en que el uso del antibiótico se haga de manera irracional y creciente, producirá resistencia bacteriana. Y tener un proceso infeccioso por una bacteria resistente, multiplica las chances de que las cosas vayan mal, además de multiplicar los gastos de los pacientes”, señaló.

¿Qué debemos entender por resistencia bacteriana?

Son mecanismos que las bacterias tienen para sobrevivir frente a la acción de aquellas sustancias (antibióticos) que pueden inhibir su multiplicación e incluso eliminarlas.

¿Cuál es el inconveniente?

Que el uso de esas sustancias antibióticas, manejadas por el hombre con o sin conocimiento, ha acelerado esa resistencia. Los antibióticos en alguna proporción pequeña la “promueven”, otorgando ventajas de sobrevida a las bacterias, con lo cual se multiplican en mayor cantidad, lo que las convierten en peligrosísimas.

¿Un antibiótico mata a todas las bacterias que están atacando al paciente?

Nosotros decimos que lo que hacemos al administrar antibióticos es salir en rescate del paciente y de su capacidad de controlar la infección. De hecho, hay antibióticos que no tienen la capacidad de matar bacterias sino de inhibir su multiplicación, pero quien se encarga del resto es el sistema inmune del paciente. Por eso, justamente, las cosas pueden ir peor cuando esa capacidad inmune del paciente, por alguna condición de su salud, está comprometida. Por lo cual esa persona, no sólo tiene un riesgo mayor de sufrir un proceso infeccioso, sino de que ese proceso lo lleve a una situación más complicada que la que devendría de funcionar adecuadamente su sistema inmune.

Supongamos que una persona hoy se levanta con dolor de garganta, algo de mucosidad, congestionado, con un poco de febrícula, preocupado intenta hacer algo. ¿Qué es lo mejor que puede hacer?

Muchos de estos cuadros son sencillos y ni siquiera son producidos por bacterias sino provocados por virus, o a veces, producto de la reacción del organismo a la agresión de elementos externos como el aire acondicionado. Estos procesos, no necesariamente infecciosos, se pueden atemperar con algún analgésico o descongestivo, y si en 48 horas no se resuelve, hay que consultar al médico. Lo que no debería hacer nunca es usar por este cuadro un antibiótico. Esta última, lamentablemente, es una conducta común, incluso hay un antibiótico que se ha hecho muy popular que es demandado por la gente como si se tratara de una golosina. Y los efectos de este comportamiento, muchas veces provocado por médicos, nos han llevado a la situación crítica de la resistencia bacteriana donde hoy está parada la humanidad.

¿Qué recomendaciones puede dar respecto del uso de antibióticos?

No tomen la decisión de automedicarse con antibióticos. Si conserva en la heladera o en la alacena de su casa un antibiótico a medio consumir, debe desecharlo. Y si tiene un cuadro febril que dura más de 48 a 72 horas, consulte con su médico de confianza, porque no siempre esa fiebre corresponde a la indicación de un antibiótico. Hay muchos casos febriles que se van a autolimitar y que no son producidos por bacterias, por lo tanto los antibióticos no están indicados.

Joaquín Bermejo | médico especialista en Infectología | Matrícula: 8438 | Control de Infecciones Centro Médico IPAM