El trabajo también considera los efectos del glifosato, un herbicida muy usado porque mata a las malas hierbas y respeta estos cultivos, cuyos genes son modificados precisamente para resistir este producto químico. El estudio va acompañado por explícitas fotografías de ratas con tumores como pelotas de ping-pong.
Las conclusiones serían devastadoras para la industria de los transgénicos si se confirmaran. Y muchos expertos dudan de que esto ocurra. Las sombras comienzan en el principal autor del estudio: Gilles-Eric Seralini, profesor de biología molecular en la Universidad de Caen (Francia) y activista antitransgénicos. “Los resultados son rarísimos. Es la manera de Seralini de salir en la prensa. Después no se confirmarán los resultados, pero ya le habrán invitado a dar charlas en muchos sitios”, critica el presidente del Comité de Ética del CSIC, Pere Puigdomènech.
“En mi opinión, los métodos, estadísticas y la forma de publicar los resultados están muy por debajo del estándar. Hubiese esperado un estudio más riguroso. Para ser honesto, me sorprende que hayan aceptado su publicación”, indicó David Spiegelhalter, professor de la Universidad de Cambridge.
“Tendríamos que preguntarnos si una dieta con esa cantidad de maíz es normal para las ratas. Debería haberse incluido otro grupo de control con una dieta alternativa”, indicó Wendy Harwood, investigadora del Centro John Innes.
Otras críticas que recibió el estudio fueron que no se exhiben todos los datos y que las muestras son muy pequeñas. Además, se señala que, por cerca de 20 años, millones de animales han sido alimentados con soja transgénica, pero no se han reportado situaciones similares a las observadas en este estudio.
Fuentes: Materia – La Voz del Interior