Muchas personas decidieron marchar este jueves movilizadas por algún hecho de inseguridad que los afectó o que involucró a familiares, amigos o allegados. Otras no, pero caminaron entre la multitud “para no ser el próximo o la próxima víctima”. Dolor, bronca, impotencia fueron los sentimientos dominantes, pero también la rebeldía ante el estado de cosas y la esperanza de tener “una vida mejor”. Y entre todas las voces se destacó un desesperado lamento: “No damos más”.
El trabajo de los móviles de Telenoche (El Tres) mostraba que por momentos las columnas de rosarinos y rosarinas se movían en absoluto silencio, en otros tramos haciendo palmas o gritando los nombres de los que ya no están.
Como se suponía, no hubo banderas políticas ni identificaciones de ningún tipo. Al frente de la marcha se elevaban los carteles con los rostros de los fallecidos por hechos de inseguridad. También papeles con un mensaje desesperado: "Ni un ciudadano menos". Se sumaron además los familiares de víctimas de la explosión de calle Salta 2141.
Se observaban muchos padres empujando cochecitos con bebés o pequeños niños y a otros sosteniendo la mano de personas mayores.
“Señora intendenta Fein, señor gobernador Lifschitz, señores jueces, no damos más, ya no somos dueños de salir a la calle”, se descargó un joven que se plegó a la concentración en bulevar Rondeau y Martín Fierro, en la zona norte de la ciudad. Contó su caso: semanas atrás lo asaltaron en su comercio y junto a su padre los encerraron en una heladera en funcionamiento. Pudieron pedir ayuda gracias a un celular escondido.
Enrique Bertini, padre de Mariano, dejó un mensaje contundente: “Por fin hoy podemos decir que Rosario está de pie, esto es una interpelación al poder”.
El periodista Pablo Procopio, hermano del arquitecto Sandro asesinado el año pasado en barrio Bella Vista, también dijo presente y dio su testimonio: “Es emocionante observar a la gente que llegó de todos los barrios de la ciudad, esto tiene que continuar”.