“Hagan sus apuestas. ¿Se juega mucho, poquito o nada en Santa Fe?” La respuesta ganadora es la primera y está a la vista de todos. Basta con asomarse a los casinos o acercarse a una agencia oficial de Lotería o Quiniela. Ahora, ¿qué sucede con el juego clandestino, el que transcurre por fuera de las regulaciones? Acá, no hay una fija, sobre todo después de que el juego clandestino dejó de ser una contravención para convertirse en una ley con sanción penal que incluye prisión. Más acorralado, el jugador ilegal resiste o, en mayor medida, migra al universo virtual donde puede multiplicar o perder su dinero sin una presencia real y más distante del control del Estado. Mientras tanto, subsiste con menos fuerza un universo multifacético en el que conviven carreras de animales, maquinitas de monedas, partidas de póquer y quiniela paralela, más arraigadas a las costumbres en los habitantes de zonas rurales y pueblos.
La ley N° 27.346, que introdujo modificaciones a la norma sobre impuesto a las ganancias, estableció en su artículo 10, la incorporación del artículo 301 bis al Código Penal, a partir del cual el juego ilegal ya no es considerado una falta contravencional sino un delito penal con castigos de hasta seis años de prisión efectiva para quien “explotare, administrare, operare o de cualquier manera organizare, por sí o a través de terceros, cualquier modalidad o sistema de captación de juegos de azar sin contar con la autorización pertinente emanada de la autoridad jurisdiccional competente”. Desde su sanción, la normativa impulsó al Estado provincial a poner la lupa en esta actividad ilícita y a quienes la desarrollan, a cuidarse aún más de ser descubiertos o bien, a abandonar el negocio. Sin embargo, la existencia de Internet introdujo una variante: la posibilidad de apostar a través de páginas web que incluso pueden ser legales.
“La ley es clara”, señaló el director provincial de Investigación Criminal, Darío Chávez, a Rosario3.com. “No se persigue el juego. Da lo mismo jugar por plata al póquer o al chinchón, el tema es cuando detrás hay un rédito económico por fuera del control estatal, es una cuestión impositiva”, aclaró. También consultado al respecto, el jefe de la Policía de Investigaciones (PDI), Daniel Corbellini, remarcó: “Ahora hay una política nacional de atacar el juego clandestino” y confirmó que desde 2017 se efectuaron unos 65 allanamientos y se secuestraron 820 máquinas y alrededor de un millón de pesos en efectivo. En tanto, aclaró que actualmente “hay más investigaciones en curso de parte del Ministerio Público de la Acusación”.
Para ambos, el juego clandestino está “resistiendo”. “Ya no se ve tanto. Hay actores que se fueron del palo porque antes a lo sumo recibían una multa, ahora no se quieren arriesgar a la cárcel”, apuntó Chávez. Para Corbellini la apuesta también “tiende a desaparecer” por los cambios culturales. Los jóvenes no son aficionados ni a las cartas, ni a los “burros” ni a la quiniela. Es decir, son costumbres cada vez menos arraigadas que sobreviven con mayor fuerza en los pueblos o zonas rurales, de acuerdo a lo que señaló.
Resistiré
Al frente de la PDI, Corbellini consideró que en Rosario la modalidad de juego ilegal que más abunda es la máquina electrónica que reproduce juegos típicos del casino. “Algo de quiniela clandestina pero muy poco y algo también de partida de póquer”, manifestó. De acuerdo a su visión, en la ciudad se perdió el hábito y sólo quedan algunos resabios.
En relación a las “maquinitas”, Chávez observó: “Hay lugares como minicasinos donde todo es virtual, como si fuesen mesas de juego. Van rotando las sedes que pueden estar hasta en una casa de familia, en el garage o bien, corren el comedor de la casa y las ponen ahí”, precisó. Estos lugares suelen ser explotados por redes dedicadas al negocio que no manejan códigos de tipo mafiosos, es decir, no suelen involucrarse en enfrentamientos armados o peleas; tampoco se conectan a otros tipos de delitos, como por ejemplo, la prostitución o el narcotráfico. “Es gente del palo”, advirtieron los investigadores.
Las mesas de póquer también están en caída, aunque se ha conocido de su existencia tanto en departamentos céntricos como también en barrios cerrados, según revelaron los especialistas. Acá se habla de montos superiores. “Quizás para arrancar tengas que poner 10 mil pesos y para pedir caja 30 mil”, deslizaron y aseguraron que “mueven mucha cantidad de dinero”. Se trata de grupos cerrados a los que se puede llegar por conocidos aunque como sucede con otros negocios paralelos los interesados terminan accediendo, básicamente, porque no hay nada más movilizante que el propio deseo. “Te tiene que gustar esto, lo mismo pasa con el que quiere comprar droga”, ilustraron.
Aunque remarcaron que están casi en extinción, las peleas de perros y las cinchadas levantan apuestas en los márgenes de la ciudad. Sobre las primeras, Corbellini expresó: “No es lo mismo quien está detrás de la apuesta de dinero en quieniela, en máquinas electrónicas, partidas de póquer o en carreras de caballos que quien está en la pelea de perros”, apuntó. “Ahí se asocia otra economía delictiva, el narcotráfico, y lo hemos detectado en otros lados por fuera de la provincia, pero con animales de acá. Algunos indicios en algún momento hubo en Rosario, pero fue muy perseguido. Para ver cómo se desarman dos bichos peleando tenés que ser cruel. Hay gente del narcotráfico que participa de esas cosas y también de las cinchadas”, reveló. En relación a esta última práctica, sostuvo que en otro momento tenía lugar en horarios y días estipulados y que en cambio, por estos días, se ejecuta de forma espontánea “porque llueve, porque no hay actividad y también porque se persigue como delito”.
En el campo, las espinas
El escenario es distinto en pueblos y zonas rurales, donde sobreviven con mayor energía las apuestas clandestinas. El negocio más representativo, de acuerdo a las tareas de investigación, es la carrera cuadrera que convive con la de galgos, con la quiniela paralela y las mesas de póquer o dados. Chávez sintetizó al respecto: “Acá en Rosario, tenés la mujer que en un barrio le queda un vuelto y se lo juega pero en el campo se juega distino, por ahí el jornalero apuesta todo lo que tiene; el que tiene campo también”, manifestó.
La cuestión puede explicarse en la idiosincrasia, según reflexionaron. “En el norte, por ejemplo, está más arraigada la cultura de la apuesta”, dijo el funcionario provincial. “La gente no lo tiene internacionalizado como delito. El que va al garage y pide una máquina está pensando en recuperar lo que perdió o tener un golpe de suerte para juntar unos pesitos extra para el fin de semana pero sin la adrenalina de lo que le puede generar saber que esta cometiendo algo ilícito”, ahondó. Corbellini usó otro ejemplo: “Es algo así como “hasta que arranca la novela, voy y juego un rato””, sumó.
Todas las fichas a Internet
Rosario3.com consultó sobre el tema a personas que suelen transitar el universo del juego ilegal. Coincidieron en que la apuesta tal como está construida en el imaginario popular tiene los días contados. Sin embargo, cobró fuerza el juego virtual, no sólo accediendo a computadoras que tienen instalado un software que permite apostar dinero en múltiples competencias sino participando en las alternativas que brindan páginas web, algunas internacionales, a través de las que se puede acceder a un sinfín de juegos: ya sea póquer, dados, caballos, perros, equipos de fútbol, básquet, boxeo, etcétera, etcétera.
Jugar de este modo es muy común en la ciudad –lo que se dice “un secreto a voces”– y en todo el país, a pesar del gris del marco legal existente –cada provincia dispone en su territorio– que si bien no prohíbe el juego en línea tampoco lo permite en todos los casos. Desde el gobierno provincial confirmaron que existen páginas autorizadas y otras que no tienen permiso para operar en Santa Fe y aseguraron: “Sabemos que pasa y hay investigaciones en curso”, manifestaron acerca de esta modalidad cada vez más instalada entre los usuarios. Sin embargo, por el momento no existen causas sobre la operación de sitios virtuales ilegales en la provincia, tal cual confirmaron fiscales del Ministerio Público de la Acusación (MPA). Por último, recordaron que lo que se persigue es la evasión impositiva y no el juego en sí mismo.
"Las páginas de internet son el juego clandestino moderno", aseveró un jugador de la ciudad y brindó algunas pistas: "El juego tiene un código y en Argentina está bloqueado por lo tanto no podés usar la tarjeta de crédito para apostar. Entonces, hay un mercado en el que se transfieren fichas por plata a un costo. Se maneja on line', detalló y subrayó: "Pero es imposible controlarlo, los supera", apuntó sobre el control del Estado. ¿Cómo se apuesta si no se puede o cómo se cobra entonces?, son las preguntas que surgen. Al parecer, ya le encontraron la vuelta, según se pudo saber, a través de la triangulación del dinero hacia países donde la práctica no es un delito.
Así, el juego clandestino sigue más vigente que nunca gracias a Internet, donde hoy en día pasa la mayoría de las cosas. Ha mutado el medio pero la esencia es la misma de siempre. Tan humana. La adrenalina del desafío, la obtención del premio más grande, la imperiosa necesidad de imponerse al azar y el gusto insaciable por el dinero.