Sabrina Ferrarese/Rocío Baró/Lisandro Machain

Hace un año los vecinos que habitan calle Alvear, entre Brown y Güemes caminan atentos. La mirada al cielo cada atardecer a la espera de que aparezcan. Y lo hacen de a poco, uno y otro hasta hacerse cientos, cruzando una y otra vez lo que las copas recortan arriba. Son murciélagos y forman parte de la movida nocturna que ya hizo famoso a Pichincha. A pesar del terror que despiertan –sobre todo cuando se empeñan en desplegar un vuelo rasante– un especialista en estos mamíferos advirtió sobre los beneficios que tienen para el hombre. Entonces, ¿qué hacer cuando invaden nuestro espacio?

Rosario3.com estuvo en la “batiesquina” de Alvear y Güemes. Los habitantes del lugar coincidieron en el relato: los murciélagos siempre estuvieron, como en casi todos los barrios de Rosario. Sin embargo, hace un año atrás, una colonia se instaló en el techo de un pequeño edificio de tres pisos. Uno de los moradores, quien prefirió preservar su identidad, admitió que llegó a contar hasta 500 animalitos en un solo taparrollo. Todavía hoy se puede percibir el guano –la caca del murciélago–en el frente del edificio.

Tras la llegada del servicio anti plagas, muchos se mudaron a un viejo árbol, casi hueco, por lo que, aunque disminuyó su presencia, aún obligan a muchos a bajar la cabeza. Tal como describió Juan Carlos, el peluquero de la cuadra, vuelan a la altura de una persona adulta y le suman adrenalina al simple hecho de “tomar fresco” en la vereda durante la tardecita. Para Gonzalo, mozo de un restaurante de las inmediaciones, la insistencia de los alados implicó quitar unas seis mesas callejeras ya que los comensales se niegan a comer con tanto aleteo cerca.

Mala prensa
El especialista en vida silvestre Marcelo Romano tiene una mirada totalmente distinta sobre los murciélagos. Médico veterinario y miembro del Centro de Investigaciones de Biodiversidad y Ambiente (Ecosur) y del Programa de Conservación de los Murciélagos de Argentina (PCMA), observó: “Son el principal control biológico de muchos insectos, pueden comer hasta tres mil mosquitos por noche. Probablemente, si no hubiese murciélagos habría más insectos, ya sea plagas o aquellos que pueden trasmitir enfermedades al hombre”.

Romano ponderó a esta especie como un tipo de mamífero que sólo tiene cría una o dos veces al año y que las puede identificar, al tiempo que llega a integrar colonias de cientos de miles. “No son ratas”, remarcó. Por el contrario, consideró que el “desconocimiento y la ignorancia” sobre sus características han provocado a lo largo de la historia una aversión que no tiene razones. Así, aseguró que no son ciegos –al contrario, poseen una vista desarrolla–no atacan, no suelen contraer rabia ni tampoco fuman, ni chupan la sangre de nadie. Tampoco les gusta enredarse en las cabelleras femeninas.

El especialista, en tanto, recomendó que en caso de que un murciélago aparezca en casa, es necesario devolverlo al aire libre y para ello, habrá que agarrarlo usando guantes o bien algún trapo. “Como cualquier animal silvestre puede morder si lo tocan”, sostuvo y descartó por completo la idea de matarlo.

Luego, recordó que debido a su considerable aporte al equilibrio ambiental, están protegidos por leyes internacionales y en este marco, no pueden ser exterminados. Fuentes del gobierno municipal señalaron que está prohibido atentar contra sus vidas y que sólo está permitido su desalojo.

También en diálogo con Rosario3.com, Juan Manuel Trucco de Rosario Plagas, indicó que la mayoría de los servicios que tienen son por murciélagos en taparollos de ventanas de edificios. Para alejarlos se utiliza un método particular que consiste en destapar, desinfectar con un gas y colocar un fleje de aluminio y goma a fin de ocupar el espacio y evitar que hagan nido nuevamente.

“El radio donde más trabajo tenemos es el de 27 de febrero, Francia y el río”, manifestó. Basado en su experiencia agregó: “Hemos llegado a encontrar hasta 100 animales por taparollo“. Según informó el costo de este servicio ronda los 400 pesos por ventana afectada. “También hacen nidos en techos, donde puedan entrar y salir, si son de chapas y tejas mejor, siempre que haya grietas”, añadió.