Los carnavales en Rosario son un espectáculo muy concurrido y el público ve desfilar a muchísimos chicos, adolescentes y grandes con coloridos trajes y plumas. La alegría y los típicos bailes son el denominador común de cada carnaval. 

Pero más allá de eso, hay muchas historias de sacrificio, compromiso, solidaridad y superación en cada comparsa. Adolescentes y adultos dedican varias horas a ensayar, a confeccionar los trajes y también a solucionar los problemas de cada uno de los que integran los grupos.

"Nosotros más que una murga, somos una familia. En las buenas y en las malas estamos juntos y nos apoyamos. Falla uno y fallamos todos. Acá no se trata de quién baila mejor o peor", aseguran los chicos de las comparsas Los Herederos y Carumbué.

Para ellos, bailar representa más que un deporte o un pasatiempo, lo asumen como una forma de vivir: "No solamente es bailar. Nos ayudamos entre nosotros en todo lo que podemos. Nos prestamos plata o nos servimos copas de leche porque hay muchos chicos que no comen".

Además de la alegría y de los ritmos, los integrantes de cada comparsa destacan la calidad humana que se forma: "El peor momento que viví fue cuando una compañera se quebró el tobillo mientras bailaba. Éramos como 50 personas que dejamos de bailar automáticamente para asistir a nuestra amiga. Esas cosas nos definen", afirma Matías, integrante de Los Herederos.

Muchos chicos son de barrios marginales y no tienen la posibilidad de estudiar o trabajar. Así lo afirma Gala Martínez, de 21 años: "Representa todo para mí. Bailo hace 13 años. Ojalá algún día pueda vivir de esto". Además, contó: "Siempre tengo nervios y la adrenalina que siento cada vez que salgo a bailar no la puedo comparar con nada".

Muchos chicos sufren problemas de adicción y las comparsas funcionan como herramienta de inclusión: "Nosotros tratamos de acercar a aquellos que roban o andan en esa porquería de las drogas para que salgan de ahí. Quiero tratar de enseñarles a los jóvenes que antes de volcarse a la droga, descubran la alegría del carnaval. No es necesario consumir para estar contentos y bailar", aseguró Jorge Fernández, quien baile hace 20 años.

"El carnaval es como una terapia también. La idea es que si tenés algún problema personal lo cuentes, pero también lo dejes en tu casa y vengas a divertirte. De eso se trata", agregó Jorge, quien este año compite por ser el rey del carvanal.

Desde los dos grupos destacan que es fundamental el sacrificio. Dejar todo, transpirar la camiseta, bailar con una sonrisa: "Yo me levanto todos los días a las 7 de la mañana, trabajo en una rotisería como cocinero y también arreglo kayaks para mantener a mis hijas. Llego a las 12 de la noche, pero no hay un sólo día que no tenga ganas de bailar", manifestó Matías, de 23 años.

"Es verdad", interrumpió Jorge. "A todos nos pasa lo mismo. Soy peluquero y después trabajo en un gimnasio. Pero para bailar entrego el ciento por ciento".

Construir las cosas de cero tiene aún más valor y deja sus enseñanzas: "Nosotros mismos nos hacemos los trajes. A veces nos cuesta muchísimo mantenernos. Por eso nos la rebuscamos con diferentes rifas o bingos", agregaba Matías mientras miraba a sus compañeros, quienes asentían con la cabeza. 

Nervios, adrenalina y piel de gallina, primero. Rapidez con las piernas, brazos y gotas de sudor después. Recibir aplausos y sentirse pleno. El carnaval no sólo es alegría.

Martes

Después de la suspensión de actividades del fin de semana por el duelo provincial decretado tras el choque fatal en la ruta 33, este martes a las 20 se realiza el tradicional desfile y concurso de comparsas en el corsódromo de Avenida Belgrano. A partir de las 21 habrá recitales en el Anfiteatro Municipal Humberto de Nito.

Desde calle San Juan hasta el Anfiteatro, desfilarán las comparsas por Av. Belgrano; y en el Anfi, a partir de las 21 continúan las celebraciones con una programación musical para bailar diferentes ritmos durante los dos días. El cierre de la fiesta será el martes 28 a cargo de Enero y The Clones (cumbia pop).