Aunque a muchos no les gusta el sabor, cada vez es más común el consumo de alimentos fermentados. Siempre que se obtengan a partir de adecuadas técnicas de preparación y conservación, pueden aportar numerosos beneficios a la salud.

El sitio Mejor con Salud destacó siete razones por las cuales hay que tenerlos en cuenta:

Fortalecen los huesos: poseen alta cantidad de ácido fólico y vitamina B12, dos nutrientes esenciales para mantener huesos fuertes y saludables. Además previene la pérdida de densidad ósea y enfermedades como la osteoporosis.

Evitan resfriados: al reforzar el sistema inmunológico y ayudar a mejorar la absorción de vitaminas y minerales, y así previene de afecciones respiratorias.

Cuidan la salud cognitiva: concentran folatos que protegen la membrana celular y al sistema nervioso. Además, sus aportes de vitaminas B disminuyen el riesgo de padecer demencia y pérdida de memoria.

Previenen el envejecimiento prematuro: constituyen una gran fuente de enzimas y nutrientes esenciales que ayudan en los procesos químicos del cuerpo. También rejuvenecen el organismo y la piel.

Mejoran la digestión: los alimentos fermentados son una gran opción para reponer las enzimas digestivas que se van perdiendo como parte del proceso de envejecimiento del organismo.

Esto permite mejorar el proceso de absorción de nutrientes, separación de residuos y regulación del pH del estómago.

Regulan la flora intestinal: sus cultivos vivos de bacterias saludables aumentan la presencia de microorganismos en el colon. También refuerzan el sistema inmunológico. Así, mejoran su respuesta frente a los agentes dañinos que pueden afectar la salud.

Previenen infecciones urinarias: sus cultivos vivos ayudan a reducir el nivel de acidez en el cuerpo y, dado que alteran el ambiente que requieren las bacterias para proliferarse, impiden la infección. Además actúan como antiinflamatorio disminuyendo el dolor al orinar.