“No es una locura como lo fue luego de la tormenta, pero la demanda sigue siendo mucha”, aseguraron los comerciantes del sector, quienes según un relevamiento realizado por el móvil de Radio 2 coinciden casi todos en una decisión: “No se entregan más turnos” hasta descomprimir la situación. Y también se lamentan casi al unísono porque “en la ciudad no hay personal que conozca el oficio”, ante la casi obligación de reforzar el staff para de esa manera acaparar más trabajo.
Actualmente, en las casas de colocación de cristales responden al pedido de unos diez domicilios por día, mientras que autos con vidrios dañados se atienden unos ocho diarios por comercio.
En otro orden, los colocadores de parabrisas sostienen que los precios no se aumentaron tras el granizo y tampoco después, aunque el valor promedio para un vidrio delantero va desde los 210 pesos en algunos comercios hasta los 350 en otros.
Demasiado trabajo, demasiado estrés
“En nuestro negocio regulamos la venta porque ya se nos escapaba de las manos. Para trabajar con responsabilidad y sin condiciones que nos ocasionen problemas de salud, como en el caso de mi hijo que se estaba enfermando de los nervios, tuvimos que dejar de tomar trabajos”, relató Oscar, dueño de una vidriería ubicada en Presidente Roca al 500.
Ante la llegada de cada cliente que quiere cambiar los vidrios de su auto, “se verifica cuántos autos hay para reparar el día siguiente, y si éstos alcanzan los ocho, se le da un turno para 48 horas después”, explicó el comerciante.