No, no había fiebre de dólar, ni cuentas off shore en Panamá. Pero los próceres, los políticos de ayer, tenían su dinero y, con mayor o mejor suerte, con mayor o menor honestidad, también hacían su dinero. Eso es lo que analiza Mariano Otalora, director de la Escuela Argentina de Finanzas Personales, en el libro “Los próceres y el dinero”.
“La inversión número uno era la tierra; el tema es como la obtenían”, dijo Otalora en diálogo con el programa A diario, de Radio 2.
Y apuntó a Bernardino Rivadavía como el primer gran corrupto argentino que se aprovechó de los dineros del Estado. “Rivadavia era una suerte de tránsfuga, pero que tenía mala suerte con los negocios. Fue socio de la banca inglesa, inventó la deuda externa y fue responsable del primer default de la historia argentina”, afirmó.
Y continuó: “Mientras Rivadavía fue presidente le vendió a los ingleses la explotación de una mina en La Rioja que estaba en manos de Facundo Quiroga. Cuando los ingleses fueron se encuentran con Quiroga, que los sacó corriendo. Rivadavía vendía lo que tenía y lo que no tenía”.
Otalora sostuvo que en un momento Rivadavía usó recursos destinados a la guerra con Brasil para derrocar a Quiroga porque le había “le había destruido este negocio con los ingleses”.
“La contracara era Belgrano. Le dio la espalda al dfinero toda su vida. Su padre terminó preso por estafa. Belgrano no quiso saber nada con la herencia que tuvo de un padre rico”, continuó.
Y remarcó: “A Belgrano no le encontrás ningún aspecto negativo. Fue tal el grado de pobreza con que terminó, que cuando murió la familia no tenía plata para poner un mármol en la lápida y su hermano tuvo que cortar una parte de un mueble para hacerla”, agregó.
Otro personaje “lindo” para el autor del libro era Sarmiento. “Era muy emprendedor, un busca. Yo lo comparo con Elisa Carrió por temperamento. Iba a Chile y criticaba a los argentinos, venía a Argentina y criticaba a los chilenos”.
En un momento “vivió de la fortuna de su mujer, Benita Pastoriza, que era viuda de un millonario chileno amigo suyo. Cuando se casó empezó a cambiar su vida, ya nos era tan busca, a figurar en los lugares de mayor poder adquitivo y empieza a escribir con tranquilidad, ya sin la urgencia del dinero”.
Pero la mujer “lo acusó de diladidar su fortuna porque Sarmiento no era bueno para los negocios”.