Todos saben que el ejercicio físico es sumamente beneficioso para la salud, ya que combate la obesidad y disminuye el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares potencialmente mortales. Por otro lado, un reciente estudio demostró no sólo que la falta de actividad es mala, sino que incluso pasar muchas horas sentado, sin moverse, puede provocar severos daños al corazón.

“El comportamiento sedentario se asocia con la obesidad, la resistencia a la insulina y la deposición de grasa en el corazón, lo que conlleva un daño sobre las células cardíacas”, destacó James de Lemos, director de esta investigación del Centro Médico de la Universidad Texas publicada en la revista “Circulation” y consignó ABC Salud.

“Sin embargo, la otra cara de la moneda es lo que no están haciendo estas personas mientras permanecen sentadas: no se están moviendo”, añadió el autor del estudio que analizó los historiales médicos de más de 1.700 mujeres y varones adultos no diagnosticados de enfermedad cardiovascular y sin síntomas de insuficiencia cardiaca.

Los autores se centraron en dos aspectos: el tiempo que, de media, permanecían sentados a diario los participantes y sus niveles de troponinas, unas proteínas que son producidas en altas cantidades por las células dañadas o moribundas del músculo cardíaco. En caso de infarto agudo de miocardio, el corazón vierte cantidades enormes de estas al torrente circulatorio.

Los resultados mostraron una relación directamente proporcional entre los niveles de troponinas cardíacas y el tiempo en el que se estaba sentado. De hecho, y mientras que aquellos que realizaban algún ejercicio –aun mínimo, como era caminar para ir y volver del trabajo– presentaban unos niveles normales de troponinas, quienes permanecían sentados 10 o más horas tenían unos niveles de estas proteínas mayores a los considerados normales.

Como indican los autores, “en el caso de las personas más sedentarias, los niveles de troponinas eran notablemente más bajos de los que tienen lugar en un infarto agudo de miocardio, pero resultaban suficientemente elevados para constituir un ‘daño cardiaco subclínico’”, concluyeron.