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En una casa rodeada de verde, el secretario de Cultura y Educación de Rosario, Guillermo Ríos, tiene sus libros. Están por toda la casa. En dos roperos antiguos que se modificaron para albergar dos filas de ejemplares por estante, y en las mesitas del living. Como los techos lo permitían, un entrepiso arriba de la cocina hace las veces de estudio y aguantadero de más libros.
Al chileno Roberto Bolaño lo conoció en unas vacaciones a través de Los detectives salvajes. Y entonces comenzó la obsesión. Algo que, en realidad le pasa cuando descubre una historia interesante: tiene que leer todo lo que ese autor publicó.
“Lo que más me atrapó de Bolaño fue la velocidad”, asegura. Con Amélie Nothomb le pasó algo parecido, solo que de ella lo atrajo su ironía y manejo del humor.
Maestro de música, no puede evitar relacionar los movimientos musicales a eso que lee. Y así descubre allegros, andantes, prestos… ¿Qué escuchó cuando leyó a Selva Almada?
¿Qué biografía hace rato que le pide prestada una amiga? ¿Y sobre cuál otra prefiere “no emitir opinión”? ¿Qué libro marcó su pensamiento y cuál otro le pareció “el más triste” que leyó hasta ahora?
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